“Le hubiera saltado encima a Mangeri y arrancado los huesos”

En una entrevista con Tiempo Argentino, Franklin Rawson, el papá de Ángeles, dice que luego del crimen “sé lo que es el odio”. “Creo en el perdón de Dios. Yo, la verdad, no lo puedo perdonar”.

Franklin-RawsonFranklin Rawson tuvo suerte. Por lo menos hoy. Estaba en Godoy Cruz, casi esquina con Santa Fe, y justo pasó el 9 y pudo subirse. Esa circunstancia favorable le permitió llegar al bar a la hora pactada con Tiempo Argentino. Transpira, pregunta por el baño, pide un café. Cuesta imaginar que este ingeniero de 47 años fue alguna vez un hombre alegre.
“Estoy decantando de a poco, empezando a aflojarme –dice–. Ahora queda terminar de hacer nuestro duelo y tratar de encarar lo que sigue, pero quisiera tanto recuperar mi vida como era antes. Si pudiera elegir pediría que me corten los dos brazos y las dos piernas antes de que me saquen a Ángeles. No sé explicarlo. Es como si me hubieran arrancado el corazón. Por eso sé que mi vida nunca volverá a ser la misma.”
El miércoles, el Tribunal Oral en lo Criminal 9 sentenció a Jorge Mangeri a la pena de prisión perpetua por el crimen de la adolescente Ángeles Rawson. Para los jueces, quedó probado que el 10 de junio de 2013, luego de que la víctima saliera de la clase de gimnasia, llegó al edificio de Ravignani 2360, en Palermo, y fue interceptada por el portero y llevada a algún lugar, donde él se aprovechó de su contextura física y de su conocimiento previo.
Para Pablo Lanusse, representante de los padres de la víctima, “Ángeles defendió su dignidad. No se entregó al mandato machista y sexista del señor Mangeri, quien decidió matarla para cubrir su delito previo y así lograr su impunidad”.
Mangeri, que ya estaba a cargo de la portería, compartió más de diez años con Ángeles. Fue testigo de la conversión de niña a promesa de mujer.
“En un claro contexto de violencia de género –agregó durante el juicio–, Mangeri cosificó a Ángeles para agredir su integridad sexual a fines de satisfacer sus más bajos deseos.”
El padre de Ángeles no faltó a ninguna audiencia. Su rutina durante los testimonios y alegatos fue fijar la vista todo el tiempo en el acusado.

–¿Qué pasaba por su cabeza en esos momentos?

–Es difícil explicar mis ganas. No sólo de insultarlo. Le hubiera saltado encima y arrancado los huesos. Uno piensa cualquier locura pero no lo va a llevar a la práctica. Es un trabajo de todos los días: repetirse que reaccionando no se logra nada, salvo ensuciar el juicio o ponerme, en algún punto, al nivel de Mangeri. Pero reconozco que recién ahora sé lo que es el odio.

–¿Le agrega más rabia que haya descartado el cuerpo en la basura?

–Por supuesto. Es la prueba clara de que él la trató como una cosa para satisfacer su deseo. Es como alguien que termina de usar este sobrecito de azúcar (lo agarra, lo sacude, lo vuelve a dejar en la mesa), luego lo estruja y lo tira a la basura. Ese fue el tratamiento que le dio esa persona a mi hija.

Ángeles nació el 23 de octubre de 1996 cuando los padres aún compartían un departamento sobre la avenida Santa Fe, entre Carranza y Ravignani, a la vuelta de donde la justicia cree que la asesinaron. “En el 2000 me quedé sin trabajo y surgió una posibilidad en Rosario. Así que no lo dudamos y nos fuimos allá. Volvimos a fines del 2001, y fue entonces cuando nos mudamos al edificio de Ravignani. ‘Mumi’ tenía cinco años.”
Mangeri, que ya estaba a cargo de la portería, compartió más de diez años con Ángeles. Fue testigo de la conversión de niña a promesa de mujer.

–¿Cómo era la relación con ustedes?

–Alguna vez entró a nuestra casa porque le encargamos una tarea, el típico arreglo doméstico, pero no teníamos una relación de amistad. Cuando eran chiquitos Mumi y Juan Cruz (uno de los dos hermanos mayores) jugaban en la terraza y como la vivienda del encargado estaba ahí, imagino que alguna vez los vio o estuvo con ellos. Pero no tengo recuerdos recurrentes de Mangeri jugando con mi hija.

–Sin embargo, en sus últimas palabras, Mangeri se refirió a Ángeles como Mumi, evidenciando cierta confianza o cercanía.

–Mangeri es un psicópata, un asesino, un tipo del cual ya no me sorprende ninguna actitud.

–¿Usted es una persona religiosa?

–Soy creyente pero pésimo practicante. Al principio tuve una crisis de fe. Me enojé terriblemente con Dios. Pero con el tiempo me ayudó a salir adelante.

–Se lo pregunto porque quiero saber si como cristiano es capaz de perdonar a Mangeri.

–Creo en el perdón de Dios. Yo, la verdad, no lo puedo perdonar.

“Ángeles defendió su dignidad. No se entregó al mandato machista y sexista del señor Mangeri, quien decidió matarla para cubrir su delito previo y así lograr su impunidad”.
En su fallo, el tribunal ordenó además que se investigue si incurrieron en delitos de acción pública el perito Adolfo Méndez, que intervino en la causa a instancias del abogado Miguel Ángel Pierri (instaló en la junta médica que la víctima pudo haber estado realizando prácticas sadomasoquistas cuando la mataron); Jorge Meniguelli, encargado del edificio de Marcelo T. de Alvear 973 y amigo del condenado; dos vecinos del edificio de Ravignani 2360 y Diana Saettone, esposa de Mangeri y una de las pocas voces que lo sigue defendiendo en público (su primo Cecilio Saettone ya está siendo investigado en otra causa por falso testimonio en concurso real por encubrimiento).
“Para nosotros quedó claro que en el hecho en sí Mangeri no tuvo cómplices. Lo que le estamos pidiendo a la justicia es que investigue a estas personas si cometieron falsos testimonios o si tuvieron alguna acción tendiente a encubrir el asesinato.”

–¿Cuál es su convicción íntima sobre la esposa de Mangeri?

–No sé si en el primer momento creía de buena fe en la inocencia de su marido o si conocía la verdad y quiso encubrirlo. Lo que sé es que hoy, con todas las pruebas que surgieron, no puede desconocer la verdad. Nadie de buena fe puede seguir sosteniendo la inocencia de Mangeri.

–En un primer momento las sospechas apuntaban a la familia ¿Cómo vivió esa situación?

–Durante el velatorio y el entierro me aislé del mundo. Después de tres días me enteré que en los medios hablaban del entorno. No tenía ningún asidero y lo tomé muy mal. Nunca sospeché del padrastro ni de nadie de la familia.

–Muchos creen que si no hubiesen encontrado ADN de Mangeri bajo las uñas de Ángeles, hoy Mangeri estaría libre ¿Coincide?

–No, porque es una prueba importante pero no la única. Ángeles tenía heridas compatibles con un ataque sexual y Mangeri tenía heridas compatibles con alguien que se defiende de un ataque sexual. Estaban en la misma hora en el mismo lugar y un montón de testimonios dicen que ese día lo vieron raro. Después está toda su actitud de mentir. Comenzó con una versión y siguió con otra. Son muchas cosas que lo incriminan. El ADN es la frutilla del postre.

–Ese ADN también probó que Ángeles defendió su integridad hasta el final.

–Siempre me sentí orgulloso de mis hijos y voy a seguir estándolo por siempre. Eso no me lo quita nadie, aunque lo que más quisiera es tener a Ángeles al lado mío.

“Algunos medios perdieron el foco”

A fines de junio de 2013, a días del hallazgo del cuerpo en una cinta transportadora de la planta de tratamiento de residuos de la CEAMSE, en José León Suárez, la Autoridad de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA) notificó a algunos medios de radio y televisión por la cobertura del crimen de Ángeles Rawson. Para el organismo, “la exposición de detalles morbosos y la realización de supuestas pruebas para emular lo que habría sucedido en el asesinato constituyen una espectacularización del hecho que no colabora con la averiguación de la verdad material”, y concluyó que el tratamiento del caso resultó “violatorio de los derechos de las niñas y las mujeres”.
“Algunos medios –se queja Rawson– perdieron el foco y todo parecía un show. Olvidaron que había una adolescente asesinada, con una familia destruida detrás. No sé si fue por un punto más de rating o para favorecer a alguien, pero fue excesivo e injusto, sobre todo el tratamiento que le dieron a la mamá y al esposo, más allá del aporte de la defensa de Mangeri a la confusión.”

–Usted habló de la defensa, ¿recuerda qué pensó cuando vio al hijo de Miguel Ángel Pierri en televisión (lo contradijo al aire diciendo que el asesino de Ángeles era Mangeri)?

–En ese momento, ya era tan malo el concepto que tenía de Pierri y sus socios que fue como una gota más. A Pierri lo crucé una sola vez, porque ni siquiera iba a las audiencias o testimoniales, sólo iba a los canales de televisión. Recuerdo que lo vi en la Cámara del Crimen y ni lo saludé. No tenía ni la más mínima intención de hacerlo. Y parece que él tampoco, porque ni se me acercó.

Lo que viene

Los fundamentos del fallo del Tribunal Oral Criminal número 9 que condenó a prisión perpetua a Jorge Mangeri se darán a conocer el próximo 24 de agosto. La defensa aguardará a conocer esos detalles para decidir la apelación.
El tribunal en su dictamen condenatorio a Mangeri, también ordenó investigar a la mujer del portero, Diana Saettone.

“Él era el asesino”

Silvia Irigaray, en representación de la Asociación Madres del Dolor, se refirió a la condena contra el portero Jorge Mangeri y consideró que sus corazones de madres les decían que “él era el asesino”, como también lo presentía María Elena “Jimena” Aduriz, la madre de Ángeles Rawson.
“Nuestro corazón de mamá, como la de nuestra amiga Jimena, decía al latir que Mangeri era el asesino. Lo presentíamos desde el primer día del debate oral y durante los cinco meses era angustias y llantos de todas nosotras y la familia de Mumi, como le decían a Ángeles”, expresó Irigaray a la agencia Télam.
La presidenta de la asociación señaló que “agradecemos mucho a Jimena Aduriz, porque ella desde que llegó a la fundación siempre confió en nosotras y la tratamos con todo el respeto que se merecía el caso. Es una excelente mujer y madre que lucha por su ángel que está en el cielo cuidando a todos”.
Irigaray contó que invitaron a Aduriz a un encuentro en Rufino, en Santa Fe, con la madre de Chiara Páez, la chica de 14 años asesinada en mayo por su novio.