El biotecnólogo y doctor en Ciencias Biológicas, integra Nat4Bio y habló en la 99.9 sobre el desarrollo que llevaron adelante para evitar que las frutas se deterioren.
La ciencia argentina siempre está desarrollando cuestiones innovadoras. La empresa Nat4Bio dio a conocer un nuevo sistema que evita el deterioro de la fruta con el paso del tiempo o ante determinadas circunstancias y lo hicieron con un elemento orgánico.
Uno de los creadores es Leandro Sánchez, biotecnólogo y Dr. en Ciencias Biológicas, que contó los detalles a través de la 99.9: “son dos líneas de investigación de CONICET que empezamos a pensar como podrían asociarse para desarrollar un avance tecnológico. Estamos montados en Tucumán y nos enfocamos mucho en microbiología. Pensamos en qué solución podíamos dar a la industria principal y específicamente del limón. Empezamos a ver los problemas que tenía como la contaminación con hongos, la pérdida de peso en la exportación, tiene daño por frío también y queríamos solucionarlo”.
A partir de ahí, fue que lograron un material para recubrir las frutas permitiendo una mejor conservación: “el producto se obtiene por fermentación microbiana de un hongo que produce un polímero, que es como una gelatina. Luego separamos el hongo de la gelatina y ahí formulamos el producto en sí. Le otorga una consistencia que recurre a la fruta, se forma una película cuando se seca que protege la fruta del deterioro y también sella heridas y no permite el ingreso de hongos y contaminaciones. Así creamos una startup”.
Después de constatar que con la cosecha de limón podía funcionar, empezaron a explorar otro tipo de cultivos: “lo evaluamos primero en el limón y luego fuimos a Río Negro para probarlo en peras y manzana. También lo evaluamos en palta y en arándano. Para cada fruta se hace un retoque fino en la aplicación. El producto es 100% natural y orgánico. Eso es importante porque se usan muchos químicos en el empaque de frutas”.
Después de obtener ese polímero y empezar a trabajarlo, están en una etapa donde antes los investigadores no solían intervenir: abrirse camino en el mercado a través de la interrelación con la industria: “estamos haciendo el camino de SENASA para la reglamentación del producto, ya dejamos la etapa de laboratorio y estamos en los empaques probando el producto. Nos sirve mucho que la industria nos vaya diciendo lo que sirve y lo que no, es una sintonía fina entre ambos que nos parece fantástico”.
Para Sánchez esta interacción resulta fundamental y advierte que hay un cambio en la mentalidad al respecto: “hay una pata que va más allá de la ciencia y es la etapa de negocios donde uno tiene que ver que mercado global quiere atacar. Debemos saber donde está el mercado y como podemos ayudar en ese paso. El sistema ha estado virando hacia eso y el sistema de CONICET se está aggiornando incluso tienen oficina de vinculación tecnológica para vincular lo que pasa en los laboratorios con la industria, es un lazo que tenemos que trabajar más”.