Es como todos los años, aunque la realidad indique que entre el 31 de diciembre de un año y el 1 de enero no tiene por qué pasar nada extraordinario. Los procesos vienen de antes, y continuarán manejándose con un criterio temporal distinto al del calendario. Pero como el mito está instalado, veamos qué leer en este pasaje.
Lo que deja el 2012
En buena medida, mucho de lo que arrastraba del 2011: crisis financiera en Europa; crisis alimentaria, energética e hídrica en el mundo; Primavera Árabe… Pero se cometería una injusticia histórica y quedaría un bache profundo si no se consideraran los rasgos especialísimos que aportó el año que se va en cuanto a política internacional.
Partamos de una base: Egipto, Irán, Rusia, Francia, México, Venezuela, China y EEUU, todos en elecciones. Sólo con leer sus nombres basta para darse cuenta de la importancia en el contexto. Egipto ve por primera vez el gobierno en manos de un civil que, además, pertenece a un partido de raigambre religiosa. Con la aridez de las relaciones entre Gaza e Israel y siendo frontera con ambos, no puede menos que preocupar su futuro; es decir, el hoy y el mañana inminente.
En Irán perdió las legislativas el gobierno, pero en manos de otros más duros. Futuro incierto y quizás incandescente. En Rusia ganó Putin. ¿Podría haber sido de otro modo? El país no está en manos ni del soviet moscovita ni de las mafias de Yeltsin, pero su “democracia” todavía tiene falencias que hacen posible “cantar” de antemano el resultado. No comment.
Francia pasó de la derecha regalada de Sarkozy a la centro izquierda regalada de Hollande. Que disculpen los amigos de la orgullosa patria gala, pero están entregando las banderas a los rígidos caprichos de la Thatcher alemana. Me refiero a la señora Merkel, quien dentro de poco se las verá… consigo misma. México no está mejor, claro. Cambiar de presidente no significa haber encontrado la solución al gravísimo problema del narcotráfico, que también se prolongará durante el nuevo año. Y si volver al PRI fue la respuesta de la sociedad, es algo así como “qué bien que estábamos cuando estábamos mal”.
Venezuela es todo un caso, por lo que implica para el Mercosur, por lo que representa para Latinoamérica y por el personaje central de la historia. Al 2012 vamos a asignarle el hecho de haber mostrado por 15ª vez que los venezolanos a Chávez lo quieren. No tiene por qué quererlo todo el mundo, ni todo el continente, ni usted ni yo. Pero en Venezuela, en elecciones limpias (dicho por todos), ganó con comodidad.
China y EEUU, números dos y uno, eligieron en orden inverso. Los chinos, dentro del partido (“apenas” 80 millones de afiliados), a un pragmático con tufillo occidentaloide ma non troppo, en medio de escándalos por denuncias de corrupción de funcionarios del gobierno que se va. En los EEUU se terminó la aventura del Tea Party, un bodoque inflado por su propia soberbia y la fortuna que gastaron en los medios. Claro que el resultado tuvo varias lecturas: Obama los liquidó en representantes (más del 50% de ventaja) pero estuvo “ahí” en votos (apenas el 3% del total). Y no pudo revertir esa imagen de irresoluto, de prometedor compulsivo. Además, para este segundo período perdió varias de sus espadas “ex clintonianas”. Se verá, sin mucha expectativa.
Por supuesto que en el plano internacional, el metié de esta columna, Argentina no pasó desapercibida. La guerra declarada contra los fondos buitres viene arrojando victoria tras victoria; mal que le pese a los plumíferos rivales y a algunos socios carroñeros vernáculos. Al juez Griesa le quedó atragantado el fallo y la Fragata está por llegar a casa. También la Espora: un tribunal en Bélgica rechazó otra presentación de los buitres, nuestro país obtuvo respaldo de Wall Street, del Bank of New York y de todos los que ven en la Argentina un caso testigo para lo que serían las reestructuraciones de las deudas más complicadas, como lo son las europeas.
El 2012 será inolvidable para nosotros, con temas que superan con creces los episodios de histeria británica allá por el mes de abril o el absurdo final de plantear a la Antártida Argentina como “Tierras de la Reina Isabel” (que pretende). Hojarasca de un primer ministro minúsculo (Cameron).
Lo que trae el 2013
Arrastrará todo lo anterior: la incertidumbre sobre qué hacer con el narcotráfico, cómo resolver la crisis europea, qué margen de maniobra tendrá Obama, a qué jugará el nuevo presidente chino, cómo pensará sus cartas el egipcio; en fin. Quizás, lo de mayor impacto para este año sea el desenlace del caso Venezuela. Lo hemos planteado en nota reciente: Chávez no asumirá, no se lo permite su salud; y eso si no ocurre algo peor. Ya se están haciendo especulaciones de todo tipo, que tienen a la oposición con la servilleta puesta para ver qué se lleva en todo esto (hasta ayer, parecía que nada).
Nicolás Maduro es el ungido, pero con eso no basta. Sus rivales entrevén la posibilidad de impedir que llegue al poder, ya sea por la vía del presidente de la Asamblea Nacional, al que quieren convencer de retrasar las elecciones; o por internas dentro del propio chavismo (Cabello, ex ministro, quiere su tajada). Sin olvidar las posibilidades ciertas de que el golpismo -probado- pueda movilizar a sus adherentes armados. El tema es sensible para todos, Mercosur incluido, con episodios que podremos observar en muy corto plazo.
Además, en el 2013 Latinoamérica vivirá un par de elecciones importantes, aunque bastante cantadas. Ecuador elige presidente. Mejor dicho, re-elige, porque Correa le lleva no menos de 45 puntos de ventaja al segundo. Su consolidación le permitirá erigirse como el último mohicano del período 2005-2010 (ya no están Lula, Kirchner, Chávez ni Lugo, sólo queda un Evo Morales debilitado). Es joven, tiene convicciones, pero no es garantía de liderazgo a largo plazo. Habrá que verlo en la cancha.
El otro es Humala en Perú, usted dirá: ¿no hubo elecciones hace poco? Sí, pero ellos tienen constitucionalmente una revocatoria de mandato y a eso es a lo que se expone. Aunque convengamos que no mucho, porque su gobierno, ni tan progre como temieron algunos ni tan conservador como temieron otros, tiene un 60% de aceptación hasta el momento. Y también elige Chile, donde apostaría doble contra sencillo a la vuelta de la Concertación. Más aún si Michelle Bachelet es la candidata. El gobierno de Piñera dejó todos los huecos posibles para hundirse rápidamente y no hay sonrisa (su máxima marca de campaña) que lo levante. Por su lado, el presidente Santos de Colombia podrá (¿podrá? Ojalá) ponerle un cierre al histórico enfrentamiento con las FARC.
Pero la que se pone linda en elecciones es Europa, destacando Italia (que pide desesperadamente ayuda) y Alemania (que la niega sistemáticamente). Ambos actores importantes y en polos opuestos en cuanto a necesidades e influencias. Más allá del caso griego, ya jugado a la debacle, a nadie le convendría un colapso italiano. Pero está visto que Angela Merkel sigue apostando obstinadamente a los ajustes con tal de no hacerle perder un marco (euro) a sus connacionales. ¿Cuánto lo podrá sostener? Habrá que esperar a sus elecciones, sin olvidar que el año pasado perdió en Renania Westfalia, muestra de que su frente interno no es tan sólido como desea. Pero es cierto que los alemanes, cuando se trata de proteger a Alemania, son capaces de seguir cualquier cosa (aunque al mundo y a ellos mismos termine costándoles demasiado).
Queda España, donde Rajoy habló de anticipar elecciones para ver si lo ratifican. Además, Kosovo y Georgia, dos casos testigo de nacionalismos étnicos. Y las adelantadas en Israel, como siempre, en medio de las balas. Pero, ¿sabe? Se me acabó el espacio.
Disfrute del 31, aunque el 1° siga todo igual.