Frente al avance de los teclados y a un hábito de redactar manualmente que se va perdiendo, los expertos aseguran que tanto la memoria como las habilidades motrices podrían verse dañadas.
¿Cuánto hace que no escribe una carta a mano? ¿Y una nota cualquiera, sea un informe, un mensaje para pegar en la heladera o una simple lista para ir a hacer las compras al súper? Si bien los neurocientíficos coinciden en que todavía es temprano para declararle la muerte definitiva a la escritura manual, no son pocos los que notan que, ante el avance de la tecnología, las nuevas generaciones están más orientadas hacia el teclado y redactan manualmente cada vez menos, algo que, según se advierte, podría traer consecuencias directas en nuestra memoria y habilidades motrices.
¿Es para tanto? Quien escucha la pregunta es la neuróloga platense Diana Cristalli, cuya experiencia hace que confirme el diagnóstico sin dudar: no sólo importa lo que escribimos, sino cómo lo hacemos. “Las distintas habilidades cognitivas del ser humano las llamamos racimo, y operan cada una en determinadas zonas del cerebro -apunta Cristalli-. En el caso de la escritura, la zona que actúa es el Centro de Exner. Cada vez que escribimos se activa allí un circuito neuronal único. Si salteamos ese mecanismo, es decir que escribimos sin hacerlo a mano, esa zona queda sin activar y tanto nuestra capacidad motriz como la memoria empiezan a verse resentidas, dado que lo mejor que podemos hacer con nuestro cerebro es precisamente ejercitarlo”. Lo que dice Cristalli es una realidad que preocupa a los neurocientíficos en todo el mundo.
La tecnología aumenta la velocidad de la comunicación y, a medida que nos adaptamos a los nuevos dispositivos, anticipamos palabras a las señales que nuestro cerebro envía a los dedos. Pero no las escribimos. Y ese mecanismo, como dice la neuróloga platense, queda desactivado, sin uso, casi como un terreno al que abandonamos y decidimos ya no visitarlo más. Se estima que el 33% de las personas tiene dificultad para leer su propia escritura, según un estudio de 2012 elaborado por Docmail, una empresa de impresión y correo con sede en Gran Bretaña. Según ese informe, a uno de cada tres participantes se les había pedido no escribir nada a mano por más de medio año. La actualización de calendarios, directorios y notas eran a menudo realizadas sin la ayuda de una pluma.
Finalmente, más de la mitad de los participantes dijeron que su habilidad para escribir a mano estaba casi anulada. Para los responsables de ese estudio, el declive de la escritura manual causa un gran deterioro de la mente. “Teclear juega un rol en esto porque las personas están tratando de escribir rápidamente enunciados cortos -dicen-. Las personas no están usando sus mentes y están dejando que la tecnología tome decisiones por ellas”. Según explican los hacedores de este trabajo, la escritura a mano combina un proceso mental y físico que involucra ambos lados del cerebro.
“Si estás escribiendo en un teclado o texteando -sostienen-, es un proceso de perforar y mover los dedos, casi de manera automática. Se piensa en realidad muy poco porque no se le está permitiendo al cerebro formar procesos neuronales”. Hay estudios, incluso, que indican que existe un lazo profundo entre la escritura a mano y el desarrollo educativo. “Es cierto que los chicos aprenden a leer más rápido cuando aprenden primero a escribir a mano”, aporta Cristalli, para quien, en sintonía con muchos de sus colegas extranjeros, el ejercicio de escribir manualmente tiene, sobre todo para los más pequeños, una ventaja fundamental sobre la escritura que se realiza en un teclado: otorga la capacidad de generar ideas y retener mayor información.