Un grupo de bioingenieros y médicos estadounidenses creó una oreja artificial con impresión 3D. La misma puede actuar como un oído natural y podría ser útil para acabar con la llamada microtia, que se da en niños recién nacidos, cuando el oído externo no está completamente desarrollado.Los ingenieros y médicos de la Universidad de Cornell describen cómo, a través de la impresión 3D y de geles inyectables, crearon células vivas para orejas que son prácticamente idénticas a las humanas.
Este oído flexible puede ser la solución para ayudar a los niños que nacen con deformidades en el área, según la opinión de Jason Spector, director del Laboratorio de Medicina y Cirugía Bioregenerativa y profesor asociado de Cirugía Plástica en el Weill Cornell.
Spector cree que la sustitución del oído por bioingeniería podría ayudar a las personas que han perdido parte o la totalidad de las orejas en un accidente o a causa del cáncer. De esta manera se puede reemplazar a los “oídos de repuesto”, que suelen ser construidos con materiales como espuma de poliestireno, o la costilla del mismo paciente.
Bonassar Lawrence, profesor asociado de ingeniería biomédica y su equipo, desarrollaron una imagen en 3D digitalizada de una oreja humana, y gracias a una impresora 3D pudieron generarla para luego ensamblar un molde. Luego trabajaron con un gel de alta densidad, y el colágeno sirve como un andamio sobre el cual el cartílago puede crecer.
“Se necesita la mitad de un día para el diseño del molde, un día o dos para imprimirlo, 30 minutos para inyectar el gel, y se puede quitar la oreja 15 minutos más tarde y dejarla durante varios días en medios de cultivo celular nutritivos antes de su implantación”, explicó Bonassar Lawrence.
“El uso de las células humanas, especialmente las del mismo paciente, reduciría la posibilidad de rechazo”, dijo Spector, quien agregó que el mejor momento para implantar una oreja de bioingeniería en un niño sería en los de 5 o 6 años de edad, cuando las orejas están al 80 por ciento de su tamaño adulto.
Si este método se comprueba como altamente seguro y si las pruebas de eficacia funcionan, el primer implante humano podría realizarse en tres años.