Una intrincada red de pasadizos secretos logró que miles de personas llegaran a la RFA bajo tierra. Ahora, Berlín ha abierto un mirador desde el que observar un trozo de historia.
El 13 de agosto de 1961 comenzó a escribirse una de las páginas más vergonzosas de la historia reciente de nuestro planeta, con el levantamiento del Muro de Berlín que partió físicamente la ciudad alemana en dos: a un lado, la parte encuadrada en el espacio económico de la República Federal Alemana (RFA); al otro, la parte de la República Democrática Alemana (RDA). Ahora, 30 años después de su caída, han salido a la luz los túneles por los que miles de personas escaparon.
El ‘muro de la vergüenza’ destrozó por completo la normalidad en Alemania: familias rotas, amigos separados para siempre y una ciudad dividida con el alma partida por el frío ladrillo. Los primeros meses fueron duros, donde era difícil habituarse a una normalidad rota por culpa de una decisión política imposible de comprender, hasta que alguien ideó un plan: una manera prohibida y peligrosa de reunir personas lejos de las miradas de las autoridades.
Uno de los primeros ‘héroes’ fue Harry Seidel. Ciclista profesional de reconocido prestigio a nivel internacional, aprovechaba las noches para ‘entrenar’: es decir, para salir con su bicicleta a hacer kilómetros y, de paso, para ayudar a cruzar a personas desde la RDA a la RFA. Evidentemente, su primera misión fue conseguir llevarse consigo a su mujer y su hijo: tras lograrlo con rotundo éxito, comenzó a ayudar desinteresadamente al resto de personas que así lo deseaban.
Primero, encontró un punto ciego en las alambradas que le permitía cruzar y sumergirse en el río Spree, vía que utilizaba para hacer escapar a las personas. Pero su exitoso plan llegó a su fin en 1962, cuando las autoridades de la RDA le atraparon. Fue encarcelado y condenado a cadena perpetua, algo que no se cumplió después de que la RFA llegara a un acuerdo para conseguir su liberación en 1966. Pero sus cuatro años en la cárcel no fueron en vano.
Allí, trazó una nueva idea que pronto pondría en funcionamiento. ¿Y si, en vez de cruzar físicamente el Muro, no se hacía por debajo? La calle Bernauer Strasse fue la que encarnó este nuevo escenario: con solo 350 metros de diferencia, se excavaron siete túneles subterráneos que comunicaban la RDA con la RFA. No eran demasiado largos, pero el hecho de tener que hacerlo a oscuras y con las propias manos para no hacer ruido hizo que se tardará mucho tiempo en llevarlos a cabo.
De hecho, se calcula que a lo largo de los 28 años que estuvo levantado el Muro de Berlín, se llegaron a excavar hasta 75 túneles completos por los que miles de personas consiguieron huir a la RFA, sin tener en cuenta los que no llegaron a completarse. Pero pronto quedaban al descubierto, pues en muchos casos las autoridades terminaban por tener conocimiento de su existencia por chivatazos o encuentros casuales y terminaban derribándolos.
El Muro quedaba arriba
Aunque la idea se fraguó desde el este, varios ingenieros del oeste también llevaron a cabo cálculos y mediciones para comenzar a excavar túneles desde el otro extremo y facilitar las vías de escape de sus compatriotas. De esta forma, se terminaron los conocidos como ‘túnel 29’ y ‘túnel 57’, nombres en honor del número de personas que lograron cruzar en un solo día el Muro de Berlín bajo tierra. Algunos, incluso eran grandes obras de ingeniería.
Muchos eran pequeños espacios excavados en la tierra, en los que se descendían por una escalera verticalmente para, después, cruzar una galería horizontal y volver a subir ya en territorio occidental. Pero otros incluso llegaron a ser simples rampas, con los que ahorrar tiempo y recursos, evitando ser descubiertos. Precisamente este sábado se cumplen 30 años del derribo del Muro de Berlín, y la ciudad alemana ha decidido tener un bonito homenaje con estos héroes.
De hecho, han llevado a cabo una serie de trabajos que han durado cerca de dos años para construir un túnel para visitantes desde el que poder observar uno de los túneles más míticos de la RDA: el situado en el histórico edificio de la fábrica cervecera Oswald-Berliner-Brauerei, en la Brunnenstrasse 143. Ahora, los turistas pueden ver cómo era aquella increíble vía de escape de primera mano, desde otro acceso similar situado a escasos metros del original.
Es necesario tener en cuenta las dificultades que conllevaban estos túneles. No solo por hacerlo a mano y con pequeñas herramientas, sino por la cercanía física con la Stasi. Y es que los limitados medios hacían que, en muchos casos, el túnel estuviera excavado a pocos metros del Muro y de las garitas de vigilancia de la policía de la RDA, pasando literalmente bajo de ellos. El turno más peligroso era el nocturno, donde el ruido debía de ser mínimo para no ser descubiertos.
Para su construcción, la Berliner Unterwelten ha invertido más de 300.000 euros en su excavación, que aseguran que se ha hecho a mano, imitando los mismos medios que se tenían disponibles para huir de la RDA. Un túnel de 30 metros de largo, 2,05 metros de altura y 7,5 metros de profundidad que sirve de homenaje a las miles de personas que escaparon y a las miles que no lograron atravesar el Muro con el único objetivo de vivir su vida al lado de sus seres queridos.