El estado de ánimo y lo que comemos están muy relacionados. Según los expertos, hay cuatro aspectos a tener en cuenta a la hora de hacer una dieta. Ellos son, si la persona está haciendo dieta para bajar de peso; si mantiene una alimentación sana pero muy baja en calorías; si consume comida “chatarra” y los estados emocionales asociados con neurotransmisores.
“Al adentrarnos en el análisis del vínculo entre humor y alimentación, tenemos que poner al margen todos aquellos estados de ánimo que se manifiestan cuando realizamos una dieta para adelgazar. Es sabido que cuando una persona comienza un plan de descenso de peso, esto puede causar irritación, melancolía, y hasta puede exacerbar la depresión. Depende de lo restrictivo que sea el régimen en calorías”, indicó la licenciada Susana Aranda, nutricionista del Sanatorio Diquecito.
“En esta situación se presenta una variante que no tiene tanto que ver con los alimentos en sí sino con el hecho de que se esté limitado la cantidad y el tipo de comida”, aclaró la experta.
También hay alimentos que ayudan a mejorar los estados emocionales, entre ellos están el Omega 3, que se halla en los pescados de mar y los mariscos, que ayuda a estabilizar el ánimo, ya que sus ácidos grasos buenos están relacionados con la formación de neurotransmisores y de estructuras de membranas celulares que afectan las conductas.
Los alimentos dulces tienen incidencia en el nivel de serotonina en el organismo. Éste es un neurotransmisor natural, ya que afecta zonas del cerebro relacionadas con la tranquilidad y la relajación. Cuando la serotonina está baja en sangre, habitualmente se busca cualquier cosa dulce que tenga hidratos de carbono, harina, azúcar, o dulce de leche.
Por último, está la cuestión de que, si la comida chatarra realmente predispone al mal humor. Se cree que cuando una persona come en cantidad este tipo de alimentos luego sufre hinchazón, mala digestión y sensación de culpa.
“Cuando la persona come lo que sabe que debe comer, esto le hace muy bien, y generalmente asociará esta práctica a un estado de ánimo positivo” indicó Aranda. Pero el punto crítico se presenta cuando se genera una restricción calórica. “Si la persona está comiendo sano pero siente que se está quedando con hambre, el malhumor será irremediable. En otras palabras, la cantidad de calorías serán también determinantes en el buen o mal humor producto de la ingesta. Si estas son escasas, sea la comida que sea se generará una sensación negativa”, agregó la experta.
“Está comprobado que sobre todo los hombres se ponen de muy mal humor cuando se les restringe la cantidad de calorías. En las mujeres, en tanto, la inestabilidad emocional puede desembocar en hambre emocional. La clave está, entonces, en comer sano y no percibir que te estás quedando con hambre”, concluyó Aranda
Los expertos dicen que se puede comer de todo, pero controlando los excesos. Por ello recomiendan aprender a ingerir la media porción y compartir el plato con alguien si son abundantes. La clave está en masticar bien, degustar, disfrutar la comida desde el primer bocado.
“Es necesario tener en claro que la comida está ligada a una cuestión de placer que es natural, y no hay que negarla. El problema es cuando uno se siente culpable porque le gusta comer. Entendamos que éste es un placer que nos ha sido dado naturalmente para perpetuar una conducta que es necesaria en la especie humana. Disfrutar no tiene que ser algo negativo si se cuida la cantidad”, indicó Aranda.