Al matemático francés Yves Chevallard no le importan tanto los cálculos ni los algoritmos en sí mismos, sino lo que la gente puede llegar a hacer con ellos en su vida cotidiana para estar mejor.
Sostiene que la educación en matemáticas está en crisis en el mundo, pero no le echa la culpa a los docentes sino a los contenidos que intentan enseñar. Estuvo en Argentina como invitado de la Embajada de Francia en Buenos Aires. Recibió el título de Doctor Honoris Causa por la Universidad Nacional de Córdoba y expuso en unas jornadas en las que participaron investigadores de la Universidad Pedagógica (UNIPE), como Patricia Sadovsky.
¿Por qué a muchos alumnos les cuesta aprender matemáticas?
Las pruebas PISA (ver aparte) solo son síntomas de un problema más profundo. Hay una crisis en el aprendizaje de las matemáticas que no depende solo de los docentes. Como sucede en otros campos, no todo depende de los médicos sino de los avances de la medicina como ciencia. Lo mismo ocurre con la enseñanza de las matemáticas. Hay muchos factores que influyen. Lo que hacen los docentes depende del programa que se les impone. En la mayoría de los países, ya sea Francia, Argentina, Estados Unidos o Alemania, los alumnos andan mal en matemáticas porque los contenidos son para una élite. Están pensados para personas que actúan en un campo altamente matematizado . Pero la gente común no necesita ese tipo de currículo.
¿Y qué se puede hacer?
Hay un menú para formar matemáticos e ingenieros, y las sobras son para la gente común. Por lo cual, hay que volver a pensar el currículo: son contenidos de alto nivel que se adaptan a los niños. Es como si nos enseñaran a todos a ser pilotos de Fórmula 1 cuando en realidad vamos a ser simples conductores de autos. Insisto: no se puede continuar con los mismos contenidos. Los investigadores en matemáticas deberán identificar contenidos útiles para llevar a cabo un cambio real.
¿Podría dar un ejemplo?
En los Estados Unidos, la gente estaba preocupada por la crisis de las hipotecas en 2008. Pero muchos no entienden la matemática que hay detrás de esa crisis. No se necesita una matemática heroica, sino una matemática que ayude a la gente a pensar y actuar.
¿No cree que es muy idealista?
En los años sesenta había diferencias entre lo que podían hacer los hombres y las mujeres, y hubo cambios revolucionarios. Ahora, las matemáticas necesitan de un cambio como el que consiguió el movimiento feminista. Y lo debe pactar toda la civilización.