Se debe a la falta de actualización de la base mínima no imponible de las escalas de tributación. En el 2000, menos del 10% de los asalariados registrados pagaba Ganancias; ahora, lo abona el 25%.
“La falta de actualización del mínimo no imponible es solo una de las distorsiones que provoca la inflación sobre el Impuesto a las Ganancias. Otra, aún más importante, es el pasaje a alícuotas superiores”, observan los economistas de la consultora IDESA.
Según el trabajo, a cargo de Jorge Colina, “el monto a pagar del impuesto surge de aplicar porcentajes crecientes que arrancan en 9% de la base gravable y se escalonan a 14%, 19%, 23%, 27% y 31% a medida que sube el ingreso, y llega hasta 35% cuando el ingreso supera los $120.000 anuales por encima del mínimo no imponible”.
Así se explica que un asalariado que en el año 2000 ganaba $2.500 por mes, pagaba Ganancias con una alícuota del 14%. Pero como las remuneraciones promedio se multiplicaron por 8 desde entonces, quien gana aproximadamente $20.000 queda alcanzado por la alícuota máxima del 35%.
“De esta manera, se desvirtúa la principal virtud del Impuesto a las Ganancias, que es lo que explica que sea intensamente utilizado en los países desarrollados. Se ha llegado a tal nivel de descalabro, que una familia de clase media es alcanzada por la alícuota del 35%, que es la misma que se aplica a las grandes corporaciones”.
Ninguna propuesta de los candidatos a acceder al Congreso propuso encarar una reforma tributaria que no solo corrija esa desactualización de mínimos y escalas, sino también que contemple también alícuotas acordes a las ganancias de las empresas, para que una Pyme no termine pagando igual tasa que una corporación multinacional, con utilidades varias centenas superior.