En Argentina, los cajeros automáticos se quedan sin billetes constamente. Además, en promedio, se rompen una vez al mes.
Este cajero se encuentra actualmente en reparación por desperfectos técnicos.
Letreros como éste se observan cada vez con más frecuencia. De hecho, al mediodía, cuando los oficinistas salen a almorzar, suele haber una larga fila de gente en los ATMs buscando extraer parte de su sueldo. Fila que se alarga cuando alguno de los otros cajeros no está en funcionamiento.
Según admiten en la plaza financiera, los más utilizados se rompen una vez al mes, mientras el resto sufre un percance 0,8 veces mensuales.
El costo de arreglarlo está incluido en el fee anual que les cobran sus proveedores, que ronda entre u$s 1.500 y u$s 2.500.
De todos modos, de cada diez fallas, siete las resuelve la propia sucursal, que se dan por trabas del billete. El tema es que existe un horario restringido para abrir un ATM. En los shoppings no puede haber personal armado mientras hay público, así que deben entrar a las ocho de la mañana, antes de la apertura. En otros casos, si se rompe a las diez de la noche, hay que esperar hasta el día siguiente para dar aviso, con lo cual el tiempo de reparación puede demorar más si el desperfecto ocurre un fin de semana; si se da en horario bancario, quizás pueda arreglarse más rápido.
La extracción promedio en la Argentina es de 15 billetes, mientras en el resto del mundo es de solamente cuatro. Esto ocurre porque el billete de mayor denominación es el de $ 100 y el Gobierno se niega a imprimir uno de $ 200 o $ 500, para no reconocer la inflación reinante. Al trabajar más, los cajeros se rompen más seguido. “No es lo mismo que un auto vaya todo el tiempo a 150 kilómetros por hora que circule permanentemente a 40 kilómetros por hora”, grafica un conocedor de la industria, que cambia su anonimato por sus sinceras palabras.
Los desperfectos en los ATMs ocurren por diversos motivos: la calidad del billete (a veces están pegados con cinta, lo cual provoca una traba en el sistema), el vandalismo o el mal uso.
Obviamente, si el Gobierno tomara la decisión de sacar un billete de $ 500, el desgaste de los cajeros sería mucho menor, al punto que hoy en el país deben renovarse cada cinco años, mientras en el resto del mundo lo habitual es cada ocho. Y un ATM representa una inversión de entre u$s 12.000 y u$s 50.000, comentan en las entidades financieras.
En NCR, no obstante, aclaran que los cajeros no son solo expendedores de efectivo. También son canales de autoservicio desde donde es posible realizar múltiples transacciones, muchas de las cuales no involucran al efectivo en billete. Actualmente, se están adaptando las distintas tecnologías de autoservicio; entre ellas, los cajeros. Esto significa que particularmente los ATM están en permanente evolución, porque deben acompañar las necesidades de los bancos para poder ofrecer más y mejores servicios a sus clientes.