Los halcones frenan la ‘Primavera’ de las mujeres de Irán

Los ultraconservadores de la Cámara iraní, partidarios de endurecer el código de vestimenta femenino, traban la cruzada de Rohani por los derechos femeninos.

Mujer-Musulmana2“Las mujeres que no respetan la virtud y llevan mal el ‘hiyab’ cometen un delito que debe ser castigado”, afirmó recientemente el portavoz del poder judicial de Irán, Qolamhossein Mohseni-Ejei. Sus palabras son una clara afrenta al presidente del Gobierno, Hasan Rohani, quien se opone a la persecución de las mujeres que descuidan, como por olvido, el velo, dejándolo caer cabeza abajo.
Pasearse hoy por Teherán permite comprobar el elenco de colores y estilos variopintos que impregnan la indumentaria de las mujeres. Nada que ver con unos años atrás, cuando el negro obligatorio uniformaba a las iraníes como si fueran un ejército de viudas.
Pero los esfuerzos de Rohani por rebajar el acoso a las mujeres tropiezan en la Cámara con una mayoría conservadora que en los últimos meses ha presentado diversas iniciativas dirigidas a endurecer el código de vestimenta femenino.
Una de estas leyes es el controvertido ‘Plan para promover la virtud y prevenir el vicio’, que contempla reforzar el control que ejercen las fuerzas voluntarias del régimen -‘basij’- y de la policía de la moral sobre las mujeres en la vía pública.
Para reivindicar precisamente su implementación, este verano dos tercios de la Cámara firmaron una resolución que exigía al presidente que aplicara la norma. Éste respondió: “No podemos obligar a las mujeres a ser castas y acosarlas por llevar mal el ‘hiyab'”.
Desde que en 2013 el pragmático Hasan Rohani se comprometió a luchar por la defensa de los derechos de las iraníes, las fuerzas más conservadoras activaron la maquinaria para impedir avances en este sentido.
Los discursos del presidente contrarios a estas iniciativas coercitivas chocan públicamente con las posturas más reaccionarias, que achacan a los enemigos de la República Islámica la propagación del “mal ‘hiyab'”. Otra iniciativa en sintonía con la anterior es el denominado ‘Plan para preservar la castidad y el ‘hiyab”, en fase de tramitación parlamentaria. Según la prensa local, de aprobarse esta ley aumentarían las batidas en la vía pública, se obligaría a las mujeres que lleven velo de manera no islámica a asistir a cursos de reeducación, se las podría castigar con multas de hasta un millón de tomanes (300 euros) y, en el caso de las empleadas públicas, se las avisaría por escrito de la falta, y si reinciden, se les recortaría el salario un tercio.
No sólo en el interior de la Cámara se expresan las voces más conservadoras. Hace unas semanas, un imam profirió en la oración del viernes que llevar mal el ‘hiyab’ “es un acto incívico que contribuye a la corrupción”, al tiempo que reconoció que “forzar a las mujeres a cubrirse la cabeza puede generar odio”.
El debate está servido. Y todo ello con unas elecciones legislativas como telón de fondo, que en 2016 podrían decantar la balanza hacia las fuerzas reformistas. Rohani sabe que si no logra alguna victoria en materia de derechos de las mujeres, el mismo electorado femenino que le aupó a la Presidencia en 2013 podría castigarle tres años después.
Shahla Sherkat es una veterana defensora de los derechos de las mujeres. El pasado abril, la Justicia cerró la revista que dirigía, ‘Zenan Emrooz’ [‘Mujer Hoy’], por hablar abiertamente sobre las parejas que conviven sin estar casadas. En una entrevista con EL MUNDO, esta activista defiende que el islam no es incompatible con los derechos de las mujeres y considera que “la transición de la sociedad iraní hacia una mentalidad más moderna resulta imparable”.
Una evolución que achaca a los movimientos feministas que, aunque de manera silenciosa, están contribuyendo a ese cambio. Asegura que la falta de oportunidades laborales es el mayor problema de las iraníes y cree que Rohani debe “eliminar las cuotas universitarias que limitan las plazas para mujeres estudiantes, adoptar medidas para potenciar la presencia de mujeres en el entorno laboral y aumentar las libertades individuales a todos los niveles”. Sherkat alude al “peso de la cultura” para explicar situaciones que son incuestionables porque están muy arraigadas, como el hecho de que en Irán el “jefe de la familia siempre es el hombre. Él tiene la responsabilidad de sustentarla y por eso tiene más derechos: la custodia de los hijos, la última palabra en caso de divorcio o la capacidad para privar a la esposa de viajar al extranjero”. Zenan Emrooz, apunta, era el único ‘magazine’ femenino que tenía como misión explicar a las mujeres sus derechos.
Los que ya tienen y los que deben conquistar. Muchas mujeres ni siquiera conocen sus derechos. Espero algún día poder volver a editar la revista y continuar esta labor”.