Siete días en los que pasaron cosas en la Argentina y en el mundo. Cosas que, sin embargo, van consolidando la sensación de que nuestro país está cada vez más ajeno a lo que ocurre y más peleado con la realidad.
Se va la segunda…
Michelle Bachelet asumió por segunda vez la presidencia de Chile. Respetada por propios y extraños, parece haber detenido en el tiempo aquella imagen positiva de un 76% que la acompañaba al momento de culminar su primera experiencia como mandataria.
La ceremonia de asunción despierta en todos nosotros una sana envidia. El abrazo entre Bachelet y el saliente Piñera fue de una cálida sinceridad, y pone en evidencia el respeto que en el país hermano despierta la figura presidencial. Los chilenos saben que destruir al otro es desprestigiar al país.
¿Cuándo podremos ver una imagen semejante los argentinos? ¿Cuándo dejaremos de creer que solo pulverizando al que se fue puede tener éxito el que llega? Y eso que en Chile las diferencias no son menores; pero son eso, diferencias. No abismos insondables.
Michelle hoy, como Sebasián Piñera hasta ayer, saben que pueden gobernar sin que las pirañas estén esperando para fagocitárselos.
Un ejemplo a seguir, aunque parezca imposible.
No aprende más
Mientras tanto, Nicolás Maduro sigue sin dar “pie con bola”. A un mes del inicio de los enfrentamientos, más de dos docenas de muertos deberían convencerlo de que al menos algunas cosas se han hecho mal.
Pero no hay caso, al hombre parece no serle suficiente el cacumen con que Dios lo ha provisto, y mucho menos el mandato que Chávez le dejó de herencia. Solo una oposición tan torpe como el oficialismo pudo haber logrado que por estas horas Venezuela no se haya convertido en un verdadero acabose.
Pero cuidado: la espiral violenta va acelerándose y ya existen mandos superiores de las fuerzas armadas -el verdadero poder tras la ficción democrática- planteando una negociación que calme los espíritus y permita aprovechar el nuevo veranito petrolero que asoma tras la crisis ucraniana.
Sin papel higiénico, sin comida y con barricadas, pareciera que el país caribeño está necesitando con urgencia de alguien que reponga el concepto de autoridad. O que definitivamente arda el polvorín, algo que nadie quiere. ¿O sí?
La UVA mala y la uva buena
La buena vid le dio a la Argentina un nuevo campeonato mundial de vinos. En París, el Bianchi Malbec fue elegido como el mejor tinto seco del mundo. Otra vez, un mercado de mucha proyección futura se abre a nuestros pies. ¿Sabremos explotarlo? La experiencia no da para ser demasiado optimistas, pero el logro abona las esperanzas.
Mientras tanto, la otra UVA (Ucrania-Venezuela-Argentina) aparece ante los expertos como el terceto que pelea el descenso de la economía mundial. Ucrania, al menos, tiene la ventaja estratégica de su gas. Y el convulsionado país de Maduro se ilusiona con el crecimiento del precio del petróleo por la crisis ucraniana.
¿Nosotros? Bien, gracias. EEUU acaba de confirmar que no va a ayudarnos en la pelea con los holdouts, y el mercado de capitales parece alejarse cada vez más. El “relato” sigue a full. Las peleas con Dios y María Santísima no pueden disimularse detrás de algunas caritas angelicales en las que nadie cree. Y, para peor, pareciera que el mundo ha descubierto que no somos el ombligo de nada. La mesa está servida.
Un año eterno
Francisco cumplió un año de papado y el mundo supo reconocerlo con respeto y entusiasmo. No solo por los temas de la nueva agenda pontificia -impensados hace apenas trece meses en el ultraconservador reinado de Benedicto XVI-, sino por la energía y celeridad con que fueron encarados.
La reforma de la curia vaticana ya es un hecho. El IOR ha dejado de manejar las poderosas finanzas papales y un grupo de obispos de confianza, secundados por economistas de primer nivel mundial, comienzan por estas horas la ímproba tarea de rescatar de la inmundicia los miles de millones de dólares que hasta ahora la Iglesia utilizaba para negocios más turbios que el menú de los Borgia.
Y se viene el Sínodo de octubre en el que cuestiones como la eucaristía para los divorciados vueltos a casar, el papel de la mujer en la institución y la relación con el mundo gay (que no es lo mismo que el lobby gay denunciado por el propio Pontífice), son apenas algunos de los revulsivos desafíos que Bergoglio se apresta a encarar con la lúcida construcción de su formación jesuítica.
Mucho para un solo año, aunque parezca poco para tantas materias pendientes de un Vaticano que comenzó a perder contacto con la realidad justo cuando la decadente salud de Juan Pablo II lo alejó de aquel líder que, como el actual, apuntaba a poner las cosas en órbita.
¿Será por eso el apuro “franciscano”?.
Las cosas por su nombre
“Nos generó un alerta la coparticipación correspondiente a la recaudación de la provincia del mes de febrero, ya que tuvimos alguna diferencia entre lo proyectado y lo recibido. Esta situación nos lleva a inferir que hubo alguna disminución en la actividad económica en febrero, lo cual determinó que haya diferencias en la coparticipación, fundamentalmente ligada al impuesto a Ingresos Brutos, que es el que está directamente relacionado con la actividad económica”, dijo sin pelos en la lengua el secretario de Economía y Hacienda de Municipalidad, Daniel Pérez.
Más claro, imposible: la recesión está entre nosotros. Febrero fue muy malo en sus resultados económicos y habrá que ajustar el lápiz para encarar un invierno que amanece más que frío.
Lo que sería verdaderamente importante es que, una vez más, no se le haga pagar a la gente el desajuste de una economía que se pretendió esconder debajo de la alfombra. Con una paritaria que no va a bajar del 30%, costos generales de funcionamiento que seguirán sin duda los vaivenes de la inflación, y necesidades crecientes de financiamiento de la contención social, es imposible no encarar un aumento de tasas que sirva para resolver estos problemas; a los que debe agregarse esa caída en la coparticipación que, de acuerdo a nuestras informaciones, no va a revertirse en lo inmediato.
Pero cuidado, el poder de cumplimiento de los contribuyentes es cada vez más ajustado y no vaya a ser peor el remedio que la enfermedad. Prudencia y sentido común serán necesarios para no agregar nafta a una situación de por sí muy inflamable.
¿Lo entenderán alguna vez?