Los 169 miembros de la Guardia Nacional que custodiaban la central nuclear han sido llevados a Rusia como prisioneros de guerra.
Las fuerzas militares rusas que controlaron durante más de un mes la región de la central nuclear de Chernóbil penetraron sin apenas precauciones en las zonas más contaminadas y llevaron partículas radiactivas a los edificios utilizados para su alojamiento sin tomar las medidas necesarias de descontaminación.
Los estudios realizados por las autoridades ucranianas tras recuperar la zona han revelado que los militares estuvieron en el conocido como Bosque Rojo, la zona más contaminada como consecuencia del accidente nuclear de 1986, y luego volvieron sin realizar una limpieza adecuada a las zonas donde estaban instalados llevando consigo polvo altamente contaminado.
El resultado es que en estas instalaciones se han detectado niveles de radiación ligeramente por encima de lo considerado como natural, según ha sabido la CNN, que ha podido visitar ya el lugar.
“Fueron al Bosque Rojo y trajeron material radiactivo en sus zapatos. Otras partes están bien, pero la radiación ha aumentado aquí porque aquí es donde vivían”, ha explicado el militar ucraniano Igor Ugolkov en declaraciones a la CNN. “Fueron a todas partes y se llevaron polvo radiactivo” cuando se marcharon, ha añadido Ugolkov.
Los niveles de radiación están ligeramente por encima de los considerados naturales por la Asociación Nuclear Mundial. Una exposición puntual no es peligrosa, pero la permanencia en el lugar supondría un peligro para la salud.
Las autoridades ucranianas han denunciado una gestión laxa e imprudente de Chernóbil por parte de Rusia con plena conciencia, ya que se han hallado medidores de radiactividad rusos que han registrado niveles hasta 50 veces superiores a los valores considerados normales.
“Es una auténtica locura. No tengo ni idea de por qué fueron” al Bosque Rojo, “pero es evidente que estuvieron allí y volvieron y que los niveles de radiación han aumentado”, ha apuntado por su parte el ministro de Energía ucraniano, German Galushchenko.
Uno de los reactores de la central nuclear explosionó en 1986 y sobre el mismo se construyó un sarcófago para contener la radiación y sigue siendo necesario un mantenimiento para evitar nuevas fugas radiactivas. “El sistema necesita suministro eléctrico y un sistema de ventilación”, ha indicado Galushchenko.
El personal de la central siguió trabajando bajo mando ruso. “Estaban aquí desde el primer día de la ocupación y solo se les ha podido relevar un mes después”, ha explicado Galushchenko. “Cuando la gente está física y moralmente agotada, cuando se la amenaza con armas y los soldados te amenazan a diario, es una labor realmente difícil”, ha añadido.
Uno de los trabajadores de Chernóbil, Volodimir Falshovnik, ha denunciado además el saqueo perpetrado por los rusos. “Nos dieron personal de Rosatom (la agencia nuclear rusa) que visitaron los almacenes. Robaban de ellos”, ha asegurado.
Durante el periodo de control ruso, los 169 miembros de la Guardia Nacional ucraniana que custodiaban Chernóbil fueron encerrados en el búnker nuclear de la era soviética sin luz natural, ventilación ni comunicación con el mundo exterior, según el Ministerio del Interior ucraniano.
“Pasaron 30 días sin luz natural ni alimentación suficiente. No les permitían salir y el último día se los llevaron sin que sepamos adónde”, ha indicado un portavoz de Interior, Denis Monastirski. Probablemente están en Rusia adonde llegaron a través de territorio bielorruso en calidad de prisioneros de guerra.