Las recientes cifras publicadas por el Departamento de Trabajo de Estados Unidos fueron una buena noticia para muchos, ya que el desempleo total se mantuvo en 6,7%. Pero continuaron pintando un panorama sombrío para la camada de veinteañeros que está entrando en el mercado laboral.
La tasa de desempleo para los que están entre los 20 y 24 años llegó a 12,2%, mientras que para el sector de entre 16 y 24 años de edad la cifra ascendió al 14,5%.
¿Se puede culpar a los jóvenes estadounidenses, la llamada “generación del milenio” o “generación Y”, de estar cesantes? ¿Tienen algo en particular que les hace más difícil encontrar trabajo? ¿Estará la corriente económica en contra de ellos?
Mala reputación
Los de la generación del milenio tienen de por sí la mala reputación de “incapaces de desarrollar su potencial, maniáticos de los medios sociales y auto fotografías o selfies“, escribe Seth J Carr en el diario Chicago Tribune. A pesar de la fijación con las “selfies”, estos jóvenes tienen razones válidas para estar desempleados.
Si no eres parte de la generación Y, no te criaste en medio de la peor recesión desde la Gran Depresión ni con la deuda estudiantil más grande de la historia. Tal vez por eso tanto “milenario” sigue viviendo en el sótano de la casa de sus padres, desempleado o subempleado.
pero en muchos casos no es po decisión propia que estén desempleados, escribe Tim Donovan, para la publicación Salon. Hay un extenso grupo demográfico de “jóvenes, pobres, con poca educación y casi siempre de sectores minoritarios” que no pueden encontrar trabajo.
Rachel Lu, profesora de Filosofía en la Universidad de St. Thomas, escribe en The Federalist que los padres de estos veinteañeros -que nacieron en el “boom” de la posguerra- aconsejan a sus hijos a perseguir sus sueños al tiempo que los crían para aprovechar las oportunidades de auto superación en lugar de “echar raíces”.
“El énfasis de los nuevos adultos de hoy en día siempre ha sido en la auto perfección”, dice la académica, “se supone que las responsabilidades hacia los otros entrarían lentamente a ser parte del panorama más tarde”.
Lu opina que no es acertado echarle la culpa de todo a la generación del milenio. La actual lentitud de la economía no se debe a ellos.
En su blog para American Interest, Walter Russell Mead comenta que estos jóvenes adultos tendrán que aprender a ajustarse: “piensan que se pueden quedar sentados sin hacer nada hasta que el gobierno o la economía le ofrezcan un puesto en una oficina de nueva a cinco. Así no es como funciona el mundo de hoy. En el remolino de la nueva economía de información y servicios, la generación del milenio tendrá que ser su propia creadora de empleos, si es que quieren trabajar”.
Empresa propia
Es probable que eso sea positivo, en vista de que un gran número de estos jóvenes tendrán una batalla cuesta arriba para encontrar un trabajo de oficina estable. Un estudio realizado por la empresa de empleo y contratación Adecco señala que los administradores de personal tienen tres veces menos probabilidades de contratar a un veinteañero que a un trabajador maduro, porque estiman que el empleado más viejo será más “responsable” y “profesional”.
Muchos jóvenes adultos están optando por aventurarse en la creación de empresas, como las de software para dispositivos móviles, porque creen que tener un trabajo que les signifique algo es mejor que un puesto insatisfactorio. Esa no es una señal de pereza, escribe Zachary Karabell para la revista Atlantic, sino la “evidencia de una generación de graduados universitarios decididos a no aceptar lo que venga, lo que es un buen augurio para nuestro futuro”.
Otros consideran poco realistas los deseos de los veinteañeros de tener sus propias empresas y esperar la llegada del trabajo perfecto. La generación Y tiene que acoger el lugar de trabajo tradicional, escribe Jewelyn Cosgrove de Policy Mic: “muchos de nosotros no estamos acostumbrados al mismo tipo de trabajo que la (anterior) generación X ha estado haciendo durante años. La mitad de la generación del milenio quisiera empezar con sus propias empresas, y muchos han dependido en gran parte del trabajo freelance para sobrevivir durante la crisis económica. Esa generación, en la que me incluyo, se olvida pronto del valor de las habilidades más tradicionales en el lugar de trabajo, habilidades que son tan útiles como nuestros bien perfeccionados instintos de supervivencia“.
Aunque Cosgrove piensa que los “milenarios” están mal preparados para enfrentar la economía de hoy, no ha perdido totalmente la fe: “nos hemos visto frustrados, pisoteados y calumniados por los medios, pero conservamos la esperanza”.