Presionan para modificar la administración del fondo compensador telefónico, que recauda más de $100 millones por mes, y buscan romper la hegemonía de la Foetra.
Carlos Abel Zolezzi es un dirigente gremial que orbita desde hace años alrededor de la familia Moyano. En el universo de las telecomunicaciones hay registrados casi 30 sindicatos. Algo así como un gremio cada 1000 empleados, si se tiene en cuenta que en el sector se desempeñan entre 28.000 y 32.000 personas. Uno de los sellos es el de Zolezzi, que cuenta con 424 afiliados, de los cuales 200 son jubilados, según los registros oficiales del Ministerio de Trabajo.
A través de Zolezzi, Pablo Moyano encontró el atajo perfecto para intentar poner un pie en un servicio que el Gobierno estableció por decreto como público y esencial para tallar en las tarifas y como parte de su enfrentamiento con el Grupo Clarín. Pero la estrategia de uno de los jefes de camioneros esconde una motivación adicional: administrar el fondo compensador telefónico, una caja jubilatoria a la que aportan de manera compulsiva empleados y empleadores y que recauda más de $100 millones mensuales.
El fondo compensador telefónico surgió a partir de un acuerdo de corresponsabilidad gremial-empresarial en 1974, cuando el servicio era estatal y las privatizaciones ni siquiera asomaban. Desde entonces y hasta la actualidad, la administración del fondo recayó principalmente en la Federación de Obreros y Empleados Telefónicos (Foetra), cuyo hombre fuerte hasta hace poco era Osvaldo Iadarola, que falleció el 5 agosto último. Claudio Marín, un militante kirchnerista muy activo en la ciudad de Buenos Aires, quedó como su sucesor. Fue su compañero de ruta durante las seis reelecciones e integra la CTA de Hugo Yasky.
Marín relativizó el intento de los Moyano de interferir en el fondo compensador. “El fondo tiene un manejo impecable, Zolezzi no es quién para forzar nada. Su federación tiene dos personas en el consejo de administración [tiene 25 miembros en total]”, dijo el nuevo jefe del Foetra. Esta incipiente pelea podría tener coletazos en el bloque sindical más cercano al kirchnerismo, donde confluyen en alianza el frente de Moyano, la CTA de Yasky y la Corriente Federal de Sergio Palazzo, los tres sectores que estaban dispuestos a movilizarse este lunes en apoyo a Cristina Kirchner tras la condena por corrupción en la obra pública.
Zolezzi es un exFoetra que tomó distancia de Iadarola en 2011, cuando Hugo Moyano rompió su pacto con el kirchnerismo y derivó en una ruptura en tres partes de la CGT. De la mano de los camioneros, pretende ahora recuperar terreno en el universo de los telefónicos. Su primer paso fue explorar “acuerdos políticos” en el consejo de administración para construir una oposición al Foetra. El recambio de autoridades está previsto recién para octubre de 2023. Sin Iadarola, el fondo es presidido hoy por Darío Eduardo Quintanilla, un dirigente rosarino. Una segunda alternativa que evalúa es recurrir a la Justicia o al Ministerio de Trabajo para forzar un cambio en la administración de la caja. “No puede ser que solo lo maneje el Foetra”, cuestionó Hugo Moyano (h.), el asesor legal del sello de Zolezzi y el cerebro detrás de la estrategia.
El hijo del camionero, que tiene una cartera de clientes sindicales cada vez más amplia, ya tuvo un primer pequeño triunfo: logró que la ministra Kelly Olmos le certifique las autoridades del Sindicato de Obreros, Especialistas y Empleados de los Servicios e Industria de las Telecomunicaciones. Es decir, confirmó a Zolezzi en su gremio hasta 2026 a pesar de algunas objeciones presentadas en la justicia laboral. Con los papeles en regla en su organización, ahora sí estaría en mejores condiciones de dar la batalla central contra Marín.
¿Por qué importa el fondo compensador? Es una caja por la que circulan millones de pesos mensuales, que aportan los empleados en actividad y las empresas. Ese dinero complementa el haber que reciben los telefónicos ya retirados de la actividad. El pago adicional mínimo es de $15.000, entre otros beneficios, como medicamentos y ayuda para acceder a viviendas. Además, el fondo gozaría de superávit desde que hace cinco años le ganó una pulseada judicial a la compañía Claro por incumplimiento en el encuadre y en la transferencia de aportes. Embolsó $1700 millones. Lo logró porque Claro no suscribió en 2013 un convenio colectivo para telefonía móvil al que sí adhirieron Telecom, Telefónica y Nextel. El fondo, entonces, es también una llave para negociar con los empleadores.
La irrupción de Moyano en este universo que nada tiene que ver con el transporte de cargas amenaza con dinamitar los puntos de acuerdo entre los gremios telefónicos para impulsar una ley integral de las telecomunicaciones. La unidad sindical se gestó en plena pandemia y se reforzó tras el decreto presidencial 690/20, que buscó congelar las tarifas de telefonía e internet, pero que no lo consiguió por una medida cautelar que está vigente. Hoy, aquellas intenciones de presionar en bloque y hasta de reflotar el viejo reclamo por el bono de participación en las ganancias, una demanda que viene a partir de la privatización de la ex-Entel, en 1989, quedaron frenadas.
Sin Cristina
En tiempos de crisis económica y alta inflación, los sindicatos se aferran a sus cajas como instinto de supervivencia. Mucho más aún aquellos gremios que deben financiar también una obra social. La política no está al margen de esta preocupación por los fondos. El impacto de la decisión de Cristina Kirchner de no ser candidata agitó al peronismo, incluso a la corporación sindical.
La determinación de la vicepresidenta divide aguas en la CGT: el sector mayoritario, encarnado en “los Gordos” (grandes gremios de servicios) y los “independientes (UPCN, Uocra y AySA), ya había decidido jugar políticamente por otro carril que el kirchnerismo mientras que un grupo más reducido, identificado con Pablo Moyano, impulsaba un operativo clamor para que compita Cristina. Todos en el PJ esperan ahora un reordenamiento. Hay dirigentes gremiales, sociales y gobernadores que esperan una señal de Sergio Massa, el piloto de tormeta que forzó una tregua con los sindicatos pese a que la inflación no tiene visos de aflojar.
Sin embargo, ya hay dirigentes que se rinden ante Horacio Rodríguez Larreta. En el corazón de la CGT creen que el jefe de gobierno porteño es probablemente el único candidato opositor que les garantizaría conservar su poder e influencia. Sirven como botones de muestra los pactos que selló con Amadeo Genta, por el control de la obra social municipal, y con Moyano por las grúas, lo que potenció los alcances de la denominada “ley Moyano”, aplicada cuando una empresa cambia de manos y se traspasa al personal, con indemnización incluida. Un pragmático.