La alemana Hessy Levinsons Taft contó a LA NACION la particular experiencia que vivió en su infancia, y cómo se salvó su familia del Holocausto.
A sus 88 años Hessy Levinsons Taft siente el pequeño orgullo de haber protagonizado, siendo bebé en Berlín, una historia que puso en evidencia que el nazismo, además de exponer el horror de la maldad humana, también fue una muestra de la estupidez en el poder.
“En concordancia con su teoría de la ‘superioridad racial’ en 1935 el Ministerio de Propaganda del Reich, a cargo de Joseph Goebbels, organizó un concurso fotográfico para elegir al ‘bebé más hermoso de la raza aria’, y la ganadora fui yo… Nunca supieron que soy judía”, recordó Hessy a LA NACION en diálogo telefónico desde California, Estados Unidos, donde vive actualmente.
Hessy confesó que recibe frecuentemente invitaciones para entrevistas, “por lo que tengo que filtrar mucho los pedidos”. Pero luego agregó, en perfecto español: “Sin embargo tengo una afinidad tremenda con los hispanos”, por lo que accedió a contar su historia para LA NACION.
Cuando Adolf Hitler (1889-1945) llegó al poder en 1933, un año antes del nacimiento de Hessy, el matrimonio formado por Pauline y Jacob Levinsons eran inmigrantes en Berlín, procedentes de Letonia. Pese a su condición de judíos y una fugaz detención de Jacob Levinsons por la Gestapo, la familia logró escapar del Holocausto huyendo primero a diferentes ciudades de Francia, después a Cuba, donde Hessy vivió entre sus 8 y 15 años y aprendió a hablar español, y finalmente a Estados Unidos. “Tuvimos una vida hermosa en La Habana”, recordó.
Graduada en Química en Estados Unidos, y profesora emérita de la Universidad St. John de Nueva York dijo que, aunque que se jubiló hace seis años, “todavía sigo fascinada por las maravillas de la química y por cómo logra explicar tantos mecanismos fundamentales de la vida”.
“Ridiculizar a los nazis”
El episodio del concurso fotográfico organizado por Goebbels para elegir al “bebé ario más hermoso” tomó por sorpresa a los Levinsons, ya que no sabían del certamen y además, siendo judíos de origen letón, estaban obviamente excluidos.
La aberración nazi de aquel momento en la búsqueda de los rasgos deseables de un alemán ario en las diferentes edades incluía una serie de mediciones físicas en las que comparaban tamaños de cráneo y de nariz, examinaban colores de ojos y de cabello. Así, establecieron quiénes pertenecían a la supuesta raza aria y como resultado, afianzaron el proceso de segregación.
Hessy fue la primera hija del matrimonio nacida en Berlín en mayo de 1934 (su hermana es dos años menor). “Cuando tenía seis meses, mis padres decidieron que querían tener una foto mía tomada por un profesional, por lo que fueron al estudio de uno de los mejores fotógrafos de Berlín, Hans Ballin (1887-1942). Mis papás amaron el retrato que les entregó Ballin y lo colocaron sobre el piano que había en casa”, señaló.
La sorpresa llegó meses después, cuando la empleada doméstica que trabajaba con la familia le indicó a la madre de Hessy que había visto esa misma fotografía en la portada de la revista nazi Sonne ins Haus (”El sol en casa”), dirigida por Kurt Herrmann un nazi acérrimo, amigo de Hermann Göring. “Mamá le contestó a la empleada que seguramente sería un bebé parecido, pero que no podía ser mi foto. La empleada insistió, y entonces mi madre le dio dinero para que comprara un ejemplar de la revista. Para su sorpresa, efectivamente era mi foto en una publicación llena de propaganda e información nazi”.
Horrorizada, la madre fue rápidamente a increpar al fotógrafo. Hans Ballin cerró entonces las puertas del estudio y le explicó a la mujer: “El Ministerio de Propaganda nos pidió a diez fotógrafos que enviásemos nuestras diez mejores fotos de bebé. Y, entre otras, yo mandé la de su hija’”.
La madre inquirió: “¡Pero usted sabe que somos judíos!”. A lo que el fotógrafo respondió una frase en alemán que quedó grabada en el anecdotario familiar: “Ja, aber Ich wollte mir den Spass erlauben” (Sí, pero me quise divertir un poco).
La broma complicó abruptamente la rutina familiar. Los padres tuvieron que dejar de llevar a la beba de paseo a lugares concurridos porque podía ser reconocida y muchos vecinos sabían que ellos eran judíos. “Todo el país, tiendas de ropa y negocios para bebés, se llenaron con mi foto. Incluso sucedió que mi tía Ida, hermana de mi papá, que vivía entonces en Lituania, fue a comprar una tarjeta de saludo para enviarme a Berlín cuando cumplí mi primer año en mayo de 1935, y en la librería encontró una postal con mi foto que decía en alemán: ‘Los mejores deseos de felicidad por tu cumpleaños’”.
Asustados, los padres fueron a consultar al consulado de Letonia en Berlín, donde les dijeron que, a pesar de que eran judíos, por el momento no tenían nada que temer porque la persecución era contra los judíos alemanes, y ellos aún conservaban documentación letona. Sin embargo, en 1938 la Gestapo cayó en la oficina de Berlín del padre, que era representante de una empresa comercial, y lo llevó detenido. Aunque un jerarca nazi amigo logró rápidamente su liberación, los Levinsons decidieron que había llegado el momento de salir de Alemania.
Fue así como, en una travesía que duró varios años a medida que conseguían visados, escaparon primero a Letonia, luego a París y otras ciudades de Francia, y más tarde a Cuba. Pero siempre tuvieron el objetivo de llegar a Estados Unidos, donde lograron la visa de residencia cuatro años después del final de la Guerra, en 1949. “Mi recuerdo más fuerte de la infancia era la huida constante. Mi papá nos consolaba diciendo que cuando hubiera un estado judío no habría más huida”.
En Estados Unidos, Hessy cursó estudios universitarios, y en un posgrado de la Universidad de Columbia conoció a un profesor de matemáticas, Earl Taft, que en 1957 se convirtió en su esposo. Años más tarde llegaron sus hijos: Nina, en 1963 y Alexander en 1965, y cuatro nietos.
La historia de Hessy comenzó a ser más conocida en 2014, cuando donó al museo del Holocausto Yad Vashem, en Jerusalén, una copia de la portada de 1935 de la revista Sonne ins Haus y contó su experiencia.
“Transcurridos tantos años, si tuviera que decir en qué me impactó el nazismo y el Holocausto, diría que conocí de primera mano las consecuencias de que los judíos no tuvieran una patria en ninguna parte del mundo. Ninguno de nuestros parientes en Letonia sobrevivió a la ocupación nazi. Por eso soy una fuerte defensora del sionismo, y creo firmemente en el derecho de los judíos a regresar a la tierra de sus antepasados”, reflexionó.
Con respecto a su elección como “la bebé aria más hermosa”, Hessy es contundente. “Ciertamente, fue un claro ejemplo de la estupidez del nazismo, o en realidad de la ironía. Mi historia sirve como ejemplo para derrumbar definitivamente toda la filosofía nazi y sus absurdas ideas raciales”.