Los nexos con Rusia amenazan con desatar otra crisis en el gobierno

El fiscal general designado por Trump. Jeff Sessions, mantuvo encuentros con el embajador ruso en Washington durante la campaña presidencial del año pasado, pero ocultó esas reuniones.

La revelación de que el fiscal general estadounidense, Jeff Sessions, mantuvo dos encuentros con el embajador ruso en Washington durante la campaña presidencial del año pasado y luego mintió sobre ello en sus audiencias de ratificación en el Senado, desató hoy pedidos de renuncia desde la oposición demócrata y lo forzó a recusarse de una investigación clave.
Pese a que el presidente Donald Trump y la cúpula oficialista salieron a respaldarlo, Sessions comprendió que se avecinaba una tormenta y se excusó de participar en la investigación sobre el presunto hackeo ruso al Partido Demócrata durante las elecciones presidenciales pasadas, que según Barack Obama benefició al flamante mandatario estadounidense.
Sessions aceptó recursarse de la investigación sobre el presunto ataque cibernético de Rusia, pero rechazó renunciar a su cargo en el gabinete.
“Mi equipo me recomendó recusarme. Ellos dicen que como estuve involucrado en la campaña no debo ser parte de ninguna investigación sobre la campaña”, dijo el fiscal general en una conferencia de prensa, citada por la agencia de noticias EFE.
Sessions admitió haber mantenido encuentros con el embajador ruso en Washington, Serguei Kiskyak, aunque señaló que no recuerda haber tenido “ninguna discusión sobre política”, y aclaró que los encuentros fueron cuando él aún era senador y miembro de la Comisión de Servicios Armados de la cámara alta.
Sin embargo, el problema real que enfrenta el fiscal general no son esas reuniones, sino el hecho de que haya cometido perjurio en la sesión de confirmación de su nuevo cargo en el Senado.
Sessions había afirmado en esa audiencia legislativa que nunca se reunió con miembros del gobierno ruso durante la campaña presidencial.
Hoy el funcionario aclaró que “nunca” tuvo reuniones “con agentes o intermediarios rusos sobre la campaña de Trump” y prometió que escribirá “pronto” a la comisión de Justicia del Senado para aclarar su testimonio.
Ademas insistió en que las respuestas que dio en la cámara alta durante su audiencia de confirmación fueron “honestas” y “correctas”, ya que interpretó que el senador demócrata Al Franken le preguntaba si él y sus allegados de la campaña habían mantenido “reuniones continuas” con funcionarios rusos.
“Eso me sorprendió mucho y en eso me enfoqué cuando di mi respuesta”, explicó.
Sessions se vio obligado a revisar sus palabras luego que el diario The Washington Post, revelara anoche varios encuentros entre julio y en septiembre del año pasado, meses antes de las elecciones del 8 de noviembre ganadas por el ahora presidente Trump, y en medio de una tormenta política por la presunta injerencia del Kremlin en las mismas a través de ataques cibernéticos contra el Partido Demócrata.
El caso de Sessions desató una nueva crisis en el gobierno de Trump, semanas después de la destitución del asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, el general Michael Flynn, por ocultar contactos que mantuvo también con Kiskyak antes, durante y después de las elecciones.
El ex senador Sessions, cuyo cargo equivale en otros países al de ministro de Justicia, es precisamente el encargado de supervisar la investigación sobre la supuesta injerencia rusa durante los comicios y los presuntos nexos entre la campaña de Trump y el Kremlin.
Los demócratas, que intentaron bloquear el nombramiento de Sessions por sus posturas anti inmigrantes y xenófobas, salieron hoy a exigir la renuncia del fiscal general.
“Por el bien del país, el fiscal general Sessions debería dimitir (…). Las revelaciones que conocimos anoche son especialmente problemáticas”, aseguró el líder en el Senado, Chuck Schumer, quien además solicitó que se designe a un fiscal independiente para investigar los supuestos nexos entre el presidente y el Kremlin.
Por su parte, la líder demócrata en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, dijo que Sessions “mintió bajo juramento” cuando negó contactos con funcionarios rusos durante su proceso de confirmación en el Senado y pidió su dimisión.
Poco antes de que Sessions se recusara, el propio Trump había salido a respaldarlo.
El presidente aseguró tener “total confianza” en su fiscal general y rechazó el pedido de renuncia de los demócratas así como también el de los republicanos que consideraron que al menos debía renunciar a participar en las investigaciones sobre el supuesto ataque cibernético ruso.
En las filas republicanas hubo disidencias, pero la cúpula del partido salió a apoyarlo sin miramientos.
“Si él mismo es sujeto de investigación, por supuesto que debería (recusarse.) Pero si no lo es, no veo ningún propósito o razón para hacerlo”, dijo el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, un líder que supo ser muy crítico de Trump y su entorno durante la campaña, pero que ahora se alineó completamente con el nuevo gobierno.
Diferente fue la posición que tomó el senador republicano Rob Portman, quien consideró que “lo mejor” tanto para Sessions como para el país “sería que se recusase de la investigación sobre Rusia”.
Dos congresistas republicanos de alto perfil, Kevin McCarthy y Jason Chaffetz, también dijeron que Sessions debería apartarse de las investigaciones sobre el supuesto hackeo ruso a los servidores del Partido Demócrata, que según el ex gobierno de Obama perjudicaron a la ex rival de Trump en las elecciones, Hillary Clinton.
El Departamento de Justicia y la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), ambos bajo la supervisión de Sessions, son los organismos encargados de la investigación sobre la supuesta injerencia rusa en los comicios así como los presuntos contactos entre la campaña de Trump y el Kremlin.
El presidente Trump ha negado siempre cualquier tipo de conexión de su campaña con el Kremlin; sin embargo, informes de inteligencia estadounidenses filtrados por la prensa han desmentido al magnate.
En medio de esta incipiente crisis en el gobierno de Trump, el Senado continuó hoy aprobando las nominaciones del nuevo gabinete nacional. Esta vez les tocó a dos ex rivales del flamante mandatario en la primaria republicana: Ben Carson, como secretario de Vivienda, y Rick Perry, como secretario de Energía.