Tras los daños que sufrió el edificio de 19 entre 84 y 85, usan las vacaciones de invierno para construir la protección.
Cansados de que les destruyan el alambrado perimetral y de sufrir distintos destrozos, padres, docentes, auxiliares y la propia directora del Jardín 985 aprovecharon estas vacaciones de invierno para levantar un muro de 36 metros de largo por 2,50 metros de alto con la idea de proteger el edificio que está en 19 y 84, en el barrio Altos de San Lorenzo.
Las gestiones para conseguir los materiales comenzaron hace varios meses. Cansados de no conseguir una respuesta oficial – solo obtuvieron los hierros para sentar las bases – las autoridades del Jardín, junto a la cooperadora y un grupo de padres, reunieron 15.000 pesos para encarar la pared de protección del inmueble y en junio comenzaron con los trabajos.
Primero fueron los sábados, y cuando comenzó el receso invernal intensificaron la carga horaria y todos los días de estas vacaciones, desde las 9 y hasta las 15, levantan la pared que terminaría de construirse este fin de semana si el clima lo permite.
MANOS EN ACCIÓN
La directora del Jardín, Verónica Asato, alcanza los ladrillos hasta el sector en el que están los padres levantando la pared. El mismo trabajo lo hacen la docente Fernanda Neves y la auxiliar Mirta Bozarelli. Las tres se transformaron en ayudantes de los padres y vecinos albañiles que arman la mezcla y colocan los ladrillos con el empeño y el amor que les significa hacer una obra en beneficio del establecimiento educativo del barrio al que concurren los niños de la zona. Jorge Aguirre y Martín Quintana son dos de los padres que le ponen el hombro a la obra y se sumaron desde el primer momento.
Llevaron amigos, familiares y vecinos para que colaboren con este emprendimiento. Al jardín concurren 206 alumnos entre los dos turnos (mañana y tarde), repartidos en las salas de 3 a 5 años. “Hasta ahora no ocurrieron episodios graves, pero sí hubo destrozos en distintos sectores del jardín, que tiene poco más de tres años de funcionamiento”.
Emplazado en el corazón de un barrio humilde y emergente, el Jardín ya sufrió algunos ataques: rompieron un panel de ladrillos de vidrio, dañaron algunas puertas y ventanas, destruyeron lámparas de iluminación perimetral y hasta sufrieron el robo de cables. También tuvieron constantes intrusiones que llegaban desde la Escuela 40 que está pegada al edificio.
Como en los últimos meses habían desaparecido varios paneles del alambrado perimetral y el establecimiento quedó expuesto a la voluntad del destino, tal como cuentan los vecinos de la zona, se encaró entonces la obra del muro, que ya está muy avanzado.
Asato costeó de su bolsillo un enrejado aéreo para evitar que haya nuevas instrusiones desde el colegio lindero, se reforzaron algunas medidas de seguridad y se encaró de lleno el paredón para darle mayor protección al establecimiento. Fueron ante diversas dependencias oficiales a buscar ayuda y el dinero no apareció.
Entonces, entre la directora, la cooperadora -cada familia paga 5 pesos por mes- y un grupo de padres juntaron el dinero y recorrieron corralones para conseguir el mejor precio. Así, compraron los ladrillos y el resto de los materiales para la construcción necesarios, que cuidan como si fueran lingotes de oro. Los padres decidieron poner la mano de obra para evitar mayores gastos y así se armó la “cuadrilla” para concretar el emprendimiento de la comunidad educativa.
“La idea es proteger lo que tenemos. Si bien hay numerosas rejas, no queremos que haya más ataques. Que esté resguardado el Jardín como corresponde y se preserve el trabajo de toda la comunidad”, dijo Asato en diálogo con este diario, mientras llevaba los ladrillos hasta el paredón para que los padres albañiles levanten el muro.
Otro de los padres que dialogó con este diario dijo: “queremos prevenir. No queremos que pase lo que ocurrió en otros colegios de la ciudad. Es un edificio nuevo, pero si no se lo cuida se pierde todo el trabajo que se ha hecho hasta el momento, que es mucho, tanto de la directora como de los docentes y auxiliares, que todos los días suman para que los chicos que vienen, cuenten con un servicio de comedor y aprendan con el amor que se le brinda en cada jornada”.
ELEGIR EL NOMBRE
Por otra parte, la comunidad educativa ya inició el proceso para bautizar al jardín de infantes. Quedaron tres nombres posibles: Emilio Pettoruti, Mil Grullas y Remedios del Valle, tras descartar numerosas alternativas por diferentes razones. Es uno de los tantos proyectos que tiene el Jardín 985 para este año.