En 2005, Hugo Chávez trajó tres Mi-26, unas de las más sofisticadas y potentes aeronaves de fabricación rusa. Hoy yacen sucios, abandonados y sin capacidad operativa en un rincón de la base aérea de La Carlota.
Los tres helicópteros Mi-26 que Hugo Chávez le compró a Rusia en el año 2005, están tirados como chatarra en la base aérea La Carlota. Según un general de la Aviación Militar Venezolana, cada uno de esas aeronaves puede cargar hasta 20 mil kilos, es decir unos 80 soldados totalmente equipados y contar con 60 camillas para evacuación médica; la cabina de la tripulación está sobrepresurizada para que el aparato pueda ser usado en condiciones de guerra NRBQ, es decir nucleares, radiológicas, biológicas y químicas.
Los helicópteros Mi-26 son considerados los más grandes y potentes que se hayan fabricado en el mundo. Lo inventó la Unión Soviética en los años 1970, haciendo su primer vuelo en 1971, y lo empezó a construir la Fábrica de helicópteros Mil de Moscú para aplicaciones civiles y militares en 1981. Se trata del primer helicóptero con un rotor principal de ocho palas dispuestas.
Hace dos meses se anunció que Rusia abre en Venezuela un centro de pilotaje de helicópteros, según dijo Viacheslav Davydenko portavoz de Rosoboron export, que es la agencia del gobierno de Rusia para la exportación de toda la gama de productos, servicios y tecnologías para militares. Según dijo,“las capacidades de ese centro permitirán a los pilotos venezolanos recibir una formación completa sobre el funcionamiento y utilización de los helicópteros Mi-17V-5, Mi-35M y Mi-26T en condiciones cercanas a la realidad”, a la vez que el acto de inauguración se hizo en presencia de “especialistas rusos y venezolanos”, aunque no dijo en qué sitio estaría ubicado.
¿En dónde irán a aprender los militares estudiantes de ese centro de pilotaje lo relacionado al helicóptero Mi-26, si los tres comprados por Chávez, con dineros de la República, están convertidos casi en chatarra en la base aérea La Carlota?
Como ese centro estaría enmarcado en los acuerdos de cooperación entre Rusia y Venezuela, dijo Davydenko que ahí se “hará que la preparación de los pilotos sea más segura y eficaz, y permitirá ahorrar considerablemente en gastos para su formación”, aun cuando aseguró que ya un grupo de militares venezolanos recibió formación para el uso de simuladores rusos de vuelo.
Hace casi un año, el 21 de agosto 2018, Alexánder Mijéyev, director general de Rosoboron export, había anunciado los planes que había para instalar en Venezuela una fábrica de armas ligeras y un centro de mantenimiento de helicópteros. Pero a los tres helicópteros más grandes del mundo que Rusia le vendió a Venezuela, ni siquiera le han quitado la cantidad de mugre que tiene encima.
Por supuesto que Rusia tiene mucho interés en la venta de armas y equipos militares a Venezuela. Es por ello que el asesor de ventas de Russian Helicopters, Sergey Ostapenko dijo hace un mes que “si el gobierno de Venezuela está dispuesto a comprar nuevos helicópteros se los venderemos. No tenemos restricciones en cuanto a las ventas de helicópteros. La única restricción que tenemos es la de las sanciones de la ONU”.
El 29 de marzo de este año el ministro de la Defensa, general en Jefe Vladimir Padrino López, inauguró, en el estado Yaracuy, a unos 400 kilómetros de Caracas, el Centro “GB Oscar José Martínez Mora” de Instrucción y Entrenamiento Simulado Conjunto para los Helicópteros de fabricación Rusa MI-17V5, MI35M y MI-26T, destacando que es el único del continente con esta tecnología, pero tampoco dijo que los tres Mi-26 están tirados cual chatarra en La Carlota.
“Estamos haciendo uso importante de esta cooperación técnica-militar desde el año 2001, que comenzó el Comandante Hugo Chávez y hemos continuado con los esfuerzos del Comandante en Jefe de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) y Presidente Constitucional, Nicolás Maduro Moros”, dijo Padrino.
Venezuela tiene en su registro, haber comprado a Rusia 53 helicópteros, entre ellos tres de los Mi-26 T que son los más grandes del mundo y que fueron ubicados en un lugar apartado de la Base Aérea La Carlota en pleno corazón de Caracas, sin que parezca haber interés alguno en su recuperación y mantenimiento.