La actriz Melissa McCarthy fue rechazada hasta por seis diseñadores de alto nivel. Ahora contraataca y lanza su propia línea de ropa.
¿Qué firma no soñaría con la exposición mediática que supone vestir a una nominada al Oscar? Aunque parezca que la pregunta se responde por sí misma, en Hollywood la lógica brilla por su ausencia. Mejor asegurarse de que Angelina Jolie se enfunde un Atelier Versace y su imagen dé la vuelta al mundo con su pierna al aire, que tener que vestir a una firme candidata a hacerse con la estatuilla algo menos agraciada y sin el tiránico 90-60-90 por bandera. Lo dice Melissa McCarthy, una de las insignias de la comedia americana y firme candidata a subir al podio de cómicas contemporáneas junto a Tina Fey y Amy Poehler.
“Hace dos Oscar, no pude encontrar a nadie que me hiciese un vestido. Pregunté a cinco o seis diseñadores –todos de alto nivel– y todos me dijeron que no”, contó la actriz en el último número de la revista Redbook. El via crucis que pasó para conseguir un vestido en la ceremonia de 2012 es digno de análisis. Ese año, McCarthy estaba nominada como mejor actriz secundaria por “La boda de mi mejor amiga”. Era su año. Había estado nominada al Bafta por la misma película y venía de ser doblemente nominada a los Emmy por su participación (memorable) en un Saturday Night Live y por “Mike & Molly”, la serie con la que ya salió triunfadora en 2011. Al final, acudió vestida por una firma especializada en tallas grandes, con un modelo vaporoso y en tono maquillaje de Marina Rinaldi. La cosa no quedó ahí. Tras la ceremonia del año pasado, en la web del Boston Globe compararon a la actriz con un elefante, aprovechando que su vestido era de color gris.
¿Por qué no vestir a la mujer que, en palabras del New York Magazine, es la estrella número 1 de Hollywood? McCarthy es la nueva jefa de la taquilla. Sus últimas cinco películas han recaudado 650 millones de dólares (unos 480 millones de euros) solo en Estados Unidos, y ha sido portada de la edición estadounidense de Elle. Además, su próxima película, “Tammy”, dirigida por su pareja Ben Falcone y coescrita con él, promete ser uno de los títulos del verano. “¿No hubiese sido una jugada brillante ver cómo Karl Lagerfeld vestía a una despampante Melissa? ¿No hubiese sido una declaración de intenciones espectacular en su momento?”, lamentaba hace unos días en el Daily BeastCameron Silver el estilista de McCarthy. Seguro que más de uno de esos “diseñadores de alto nivel” se está tirando de los pelos ahora mismo.
Frente a la negatividad, McCarthy ha decidido ponerse en acción. Hace unos días, declaró a la revista Elle que lanzará su propia línea de ropa para tallas grandes para que las mujeres “se sientan bien consigo mismas”. La marca se llamará Pearl y estará firmada a medias por sus creaciones y las de la estilista Daniella Pearl, con la que ya trabajó en el vestido que lució en la ceremonia de los Emmy en 2011. No tiene falta de experiencia. Tal y como declaró a la revista US Weekly en 2011, McCarthy estudió diseño de moda en su juventud porque “sabía que acabaría diseñando ropa”.
La protagonista de Cuerpos Especiales no es la única que sufre el “bullying” de la moda. Christina Hendricks, la impecable Joan de Mad Men, también ha tenido más de una amarga experiencia con los diseñadores a la hora de afrontar una alfombra roja. Hace cuatro años, Hendricks develó a Glamour su frustración en este ámbito: “todo se vuelve difícil cuando llega la temporada de premios, necesito encontrar un vestido y solo hay disponible de la talla cero a la talla dos. Entonces, es especialmente molesto ver a todos estos diseñadores diciéndote: ‘nos encanta Mad Men, nos encantas, pero no te haremos un vestido”.
Asumiendo este doble estándar de la industria, algunas plataformas ya están comenzando a alzar su voz en favor de las curvas. El pasado 25 de mayo, la cineasta y activista Lindsey Averill consiguió recaudar en Kickstarter los 44.000 dólares necesarios para la producción de su documental “Fattitude”, un film que se plantará como férrea defensa de las tallas grandes. “Estamos cansadas de la falta de diversidad en la cultura pop de cuerpos más grandes”, explican en su trailer. El film, que se estrenará en 2015, “expondrá cómo el odio hacia la gordura ha calado en la cultura popular, divulgando el mensaje de que ‘estar gordo’ es malo y demostrando que ser cruel, poco amable o injusto con una persona gorda es un comportamiento aceptable”. Porque por mucho que celebramos el triunfo de supermodelos “antidietas” como Robyn Lawley o el aterrizaje de nuevas líneas de moda low cost con un espectro de tallas más amplio, el doble rasero cultural sigue imperando.