La crisis en Siria, el ‘caso Snowden’ y, actualmente, las tensiones en Ucrania han deteriorado gravemente las relaciones entre ambas naciones. El anuncio de Rusia de que no prolongará su aportación a la Estación Espacial Internacional (EEI) a partir de 2020 es el último episodio de desencuentros recientes. Tras suavizar su competencia militar por la supremacia mundial en los 50, llegó un época de cooperación conjunta en materia aeroespacial.
En pocos años hemos presenciado cómo las relaciones entre dos potencias como EE UU y Rusia se han ido fracturando por diversos motivos que han provocado sonados desencuentros: la crisis en Siria, el ‘caso Snowden’ y, actualmente, las tensiones en Ucrania han llevado a estas dos naciones a un continuo enfrentamiento dialéctico que ha afectado a diferentes ámbitos de cooperación entre ambas y ha deteriorado los nexos creados tras el fin de la Guerra Fría. Lo último en resquebrajarse, el desarrollo de la carrera espacial.
El anuncio de Rusia de que no prolongará su aportación a la Estación Espacial Internacional (EEI) a partir de 2020 es un revés en la estrecha colaboración espacial entre Moscú y Washington tras la Guerra Fría.
Más de 15 años de EEI
Hace más de quince años, el 20 de noviembre de 1998, se puso en órbita el primer módulo de la EEI como ejemplo del acercamiento entre las superpotencias.
EE UU y Rusia habían comenzado su carrera espacial en un contexto de competencia militar por la supremacía global en la década de 1950 pero fue no fue hasta 1975 cuando dieron un paso decisivo hacia la cooperación con el acoplamiento en vuelo del Apolo-18 (EE UU) y la Soyuz-19 (URSS).
En plena Guerra Fría, fue el primer proyecto de colaboración conjunto.
En 1984, el presidente estadounidense Ronald Reagan propuso reunir a las potencias occidentales para construir una estación permanente en el espacio. El programa lo denominó Alfa y su sucesor, George Bush, ‘Freedom’ (Libertad).
En noviembre de 1993, después de que rusos y norteamericanos firmaran el primer proyecto de cooperación espacial, el presidente Bill Clinton redefinió el programa EEI y lo dotó de un carácter multinacional.
Y, en junio de 1995, Washington y Moscú pusieron fin a casi cuatro décadas de carrera espacial por separado con el histórico acoplamiento del transbordador Atlantis en la estación orbital rusa Mir, núcleo de la EEI.
En el desarrollo de la EEI intervinieron EE UU y Rusia, como socios principales; Canadá, Japón y los países de la UE, como Estados de referencia, y más tarde se unieron Brasil y Ucrania, como colaboradores.
En la actualidad, en la estación participan 15 naciones y es un símbolo de la cooperación internacional.
En diciembre de 1998, el módulo Unity (de EE UU) se acopló al Zaryá ruso y, en noviembre de 2000, tres astronautas (los rusos Serguei Krikaliov y Yuri Guidzenko y el estadounidense William Shepard) se convirtieron en los primeros habitantes la EEI.
En este tiempo, los accidentes no han sido ajenos a su desarrollo: el más grave se produjo con la desintegración del transbordador estadounidense Columbia en febrero de 2003 y el fallecimiento de sus siete tripulantes cuando regresaban de la estación.
Dos años después, la NASA decidió la suspensión del programa de los transbordadores, porque el Discovery sufrió problemas en el despegue hacia la EEI, y abrió una nueva etapa de colaboración con Moscú.
Rusia asumió en 2008 el traslado de los astronautas estadounidenses al espacio y, el 21 de julio de 2011, la NASA puso fin a los vuelos de sus transbordadores, con el último lanzamiento del Atlantis.
Desde ese momento, sólo los rusos efectúan labores de aprovisionamiento de la Estación Espacial Internacional. Rusia mantiene la primacía, pues son las naves Soyuz el único eslabón entre la Tierra y la plataforma orbital.
Rusia, sometida ahora a sanciones de EE UU y la UE por su papel en la crisis de Ucrania, anunció esta semana que no tiene intención de prolongar el uso de la EEI después de 2020, la fecha comprometida con la NASA y la europea ESA.
Un proyecto de más de 100.000 millones de dólares, la EEI orbita a una distancia de entre 335 y 460 kilómetros de la Tierra, pesa más de 450 toneladas, se desplaza a unos 27.000 kilómetros por hora y ha tenido residentes de forma continuada desde 2000.