El medicamento podría cambiar el curso de la epidemia de SIDA. Pero el gobierno de Trump ha destripado los programas que podrían haberlo costeado en los países de renta baja.

El miércoles, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por su sigla en inglés) aprobó una inyección que se administra dos veces al año y que proporcionó una protección casi total contra la infección por VIH en ensayos clínicos.
La aprobación es uno de los avances más esperados en la prevención del VIH. Pero llega en un momento de profundos recortes a los programas mundiales de salud que debían comprar y distribuir el fármaco en los países de bajos ingresos.
Por ahora no se sabe con certeza qué tanto se podrá desplegar el fármaco, denominado lenacapavir.
“Estamos a punto de poder ofrecer la mejor opción de prevención que hemos tenido en 44 años de esta epidemia”, afirmó Mitchell Warren, director ejecutivo de AVAC, la organización internacional que aboga por la prevención del VIH.
“Y ahora es como si esa oportunidad nos fuera arrebatada de las manos por las políticas de los últimos cinco meses”, dijo.
Con mucho menos dinero disponible, los gobiernos de otros países podrían optar por priorizar el tratamiento de los infectados.
“Estábamos tan entusiasmados con las posibilidades”, comentó Linda-Gail Bekker, quien dirigió un ensayo clínico del fármaco. “Creo que ninguno de nosotros imaginó que este año sería lo que ha sido”.
El lenacapavir, que fue fabricado por Gilead Sciences y se comercializará como Yeztugo, es la segunda opción de acción prolongada para la prevención del VIH. Una alternativa, el cabotegravir (nombre de marca Apretude), es una inyección que se administra cada dos meses, fabricada por ViiV Healthcare, la empresa de GSK dedicada al VIH.
El Apretude se administra a unos 21.000 estadounidenses, mientras que las píldoras diarias para prevenir el VIH las toman casi 500.000 personas.