Las investigaciones por las que Attaouil, el salafista líder religioso de Salt, tiene un expediente de expulsión de España. Accedemos al retrato más comprometedor del predicador que quiso crear una policía islámica para que se guardara la ortodoxia en Cataluña.
Mohamed Attaouil, alias Abu Bidal, el influyente imam de la mezquita de Salt, vicepresidente de la Unio de Comunitats Islámiques de Catalunya (UCIDCAT), torció casi de manera imperceptible su avinagrado gesto y extendió el brazo para estrechar la mano de una de las mujeres musulmanas presentes en aquella lustrosa reunión en el Ayuntamiento con representantes de la Generalitat. Es sabido que una de sus máximas es hacer algo si corresponde por mucho que desagrade y él se aplicó el cuento como buen predicador. De modo que se esforzó por olvidar momentáneamente que aquella mujer no llevaba hiyab, no cubría su cabello tal como manda el Coran, y cumplió con el rito social. Horas después seguía incómodo y enfadado, y no pudo evitar mascullar. A la hora de las abluciones en su mezquita se le escuchó decir que ese día su acto de purificación debía ser más profundo y más intenso porque había tocado a una mujer «impura» y «despreciable», una «enemiga de Alá», en definitiva.
En el mundo de Mohamed Attaouil, las mujeres son seres manifiestamente mejorables, la música es motivo de condena; las leyes occidentales no están para ser cumplidas si no conviene -de hecho, los principios occidentales contaminan a la comunidad musulmana y los fieles deben relacionarse sólo lo imprescindible con los cristianos-; los musulmanes -salvo excepciones como la suya- no deben abrir cuentas bancarias con el pago de intereses porque esta práctica es contraria a los principios del Corán y los verdaderos predicadores son salafistas. Por eso él ha procurado que protagonicen congresos y lideren la mayor cantidad posible de centros religiosos catalanes. En el mundo de Abu Bidal las amistades superan los límites de la peligrosidad -los hay detenidos por terrorismo, por blanqueo de capitales y por envío de material terrorista a Oriente Medio- y España es territorio de necesaria reconquista para que vuelva a ser como antes, «cuando había misericordia durante 900 años y la gente se moría por el Islam. No como ahora, que la gente se muere por la infidelidad y va al Infierno».
Quien así describe sus pulsiones y tendencias es la Policía que considera que la confluencia de todos estos pecados en el predicador puede constituir una bomba de consecuencias impredecibles en un territorio que ha demostrado ser más que sensible, con el mayor porcentaje de musulmanes de España, y ha decidido por ello aconsejar su expulsión. Exactamente porque su conducta «supone una amenaza, real, actual y suficientemente grave para la seguridad nacional, concurriendo motivos imperiosos de seguridad pública». Pendiente queda su destino del Gobierno que deberá decidir si este castigo se aplica, y si se aplica por cinco o por 10 años e incluye a la mayor parte de los países de la Comunidad Europea. Mohamed Attaouil, nació en Marruecos hace 34 años. Un buen día decidió difundir sus convicciones por zona infiel y se trasladó con su mujer, vía Melilla, hasta Felanitx, en Mallorca. En su país natal, había puesto en marcha algunos negocios y en las Baleares combinó su función como iman y la presidencia de la Asociación de Inmigrantes con su actividad comercial. En los registros de las islas consta como suya la empresa Hilal (palabra que en árabe clásico significa Luna) Balear S.L., de la que dependen un locutorio en la calle del Mar y una carnicería en la calle Mayor. Su paso por Baleares dejó una sensación de ortodoxia y control que se vería acrecentado en las años posteriores, según las investigaciones a las que ha sido sometido.
A su llegada a Salt, en 2005, había abandonado ya la vestimenta occidental para calzarse el atuendo islámico más tradicional. Los entendidos sostienen que Attaouil no es un profundo conocedor del Corán pero en el caso del radicalismo religioso no se trata de religión, o no solamente se trata de religión, sino que subyace el ejercicio del poder y por lo tanto del control. Y el control depende mucho de la estrategia y también del carácter. De modo que continuó con sus negocios formando un pequeño holding de empresas bajo el mismo nombre de Hilal -la capacidad económica facilita el dominio del contexto- y en 2006 se empeñó en organizar varios congresos en Girona de carácter salafista y en erigir y regentar una mezquita que durante cuatro años careció de registro y de permiso municipal alguno. No se ajustaba a las leyes españolas y tenía un iman entonces, Rachid Menda, radical entre los radicales. Suyas, bajo el cobijo de Attaouil, eran las alabanzas «a la yihad y a los muyaidines», y suyos los mensajes escasamente integradores. «Se debe evitar la degeneración que supone el contacto con la sociedad de acogida y sus costumbres», dijo en un congreso salafí celebrado en Reus en 2009.
Attaouil consiguió finalmente el permiso y desde entonces se concentró en acabar el Centro Islámico Iman Malik construido sobre una superficie de 4.800 metros cuadrados que incluye la vivienda del predicador, un restaurante y una planificada sala cibernética. Lo logró en 2015, después de hacer valer sus conocidas dotes de persuasión ante un Consistorio que tuvo que escuchar lo difícil de gestionar que sería tener a toda una multitud descontenta en las puertas de la institución municipal. Las autoridades de Asuntos Religiosos de la Generalitat no pusieron tampoco ningún inconveniente.En agosto de 2007, varios testigos relatan cómo Abu Bidal, en un acto público, decidió ignorar a la alcaldesa, Yolanda Pineda, para dirigirse a un varón, Andreu Bové, técnico del Ayuntamiento. Las investigaciones abiertas dejan entrever que la condición de mujer y de infiel por parte de la edil, combinadas, debieron de hacérsele insoportables a un líder religioso que por entonces iba incrementando su poder y su fundamentalismo a partes iguales. Una circunstancia que no impidió que Pineda, le asesorara en algunos aspectos legales tras dejar su cargo.En la mezquita de Salt, en el centro cultural Malik, Attaouil también daba doctrina a los niños, «en una suerte de madrasa». Según las investigaciones, algunos padres intentaron denunciar la violencia con la que trataba a sus hijos aunque se retractaron por miedo. Algunos acabaron firmando un documento en el que se le exoneraba de responsabilidades. Otros quedaron hartos de escuchar lo tóxico que resultaba que sus hijos se relacionasen con el resto de los chavales españoles y sus presiones para que fuesen a estudiar a países musulmanes.Descontento con la realidad que le rodeaba, Attaouil, siempre según las investigaciones, decidió hacerla a imagen y semejanza de su concepto del Islam e intentó establecer, dos instituciones complementarias a la altura de los salafistas más radicales de cualquier país europeo. El llamado Comité de la Hisba y la policía religiosa dirigida en junio de 2010 por él y por Rachid Menda. El primero estaba formado por un grupo de hombres que debían establecer cuáles son los preceptos de la sharía que debían de exigirse en la comunidad de su influencia. La segunda estaba participada por otros tantos varones -Abdesalam Chahbouni y Mohamed Bouyaakoub Tamsamani entre ellos- que cuidaban de que la comunidad musulmana se condujese según los preceptos establecidos en vestimenta, costumbres y comportamientos. Este tipo de policías suele recriminar primero y después, progresivamente, presionar, someter a los levantiscos al ostracismo de la comunidad y, finalmente, recurrir a la agresión física si así se considerara conveniente. Nunca se llegó en Salt, que se sepa, a alcanzar este último estadio pero sí hay mujeres que aseguraron haber sido recriminadas por su vestimenta, y maridos que fueron avergonzados, que lo comentaron en su círculo privado y que ahora se niegan a reconocerlo a este periódico. «Por miedo», dicen algunos, «porque nos da pena que un hombre casado, con cuatro hijos, que ha ido evolucionando a mejor, sea expulsado», señalan otros.La policía política no prosperó «como institución» pero Attaouil, continuó con su misión por otros métodos. Se estima que el Complejo que intenta levantar desde 2011 costará finalmente 4,3 millones de euros y él emplea cualquier modo de financiación y cualquier sistema de control que se ponga a su alcance, aunque esté fuera de la ley. Attaouil no tiene empleados en sus empresas que no sean musulmanes. Según los investigadores, a algunos de ellos los ha dado de alta en la Seguridad Social por su ideología salafí para que pudieran conseguir sus permisos de residencia o trabajo. A cambio, estas personas – es el caso de Hamid Koukkouh o Abdelkadel Galli- trabajan para él sin recibir estipendio alguno e incluso pagan las cuotas que como empresario le corresponden. 12.000 euros en donaciones
En 2013, la empresa Viguetes Espa tenía que cobrar unas obras realizadas en el Centro por un importe de 121.000 euros. Attauil, según recoge la investigación, repartió entre sus allegados el dinero que guardaba en su casa para que sus esposas lo ingresasen en una cuenta del Banco Popular en concepto de «donaciones» que no superasen la cantidad de 3.000 euros. En 2016, el responsable de la mezquita de Salt fue condenado en firme a seis meses de prisión y una multa de 1.200 euros por suplantar la identidad de Noureddine Boubes en el transcurso de una inspección de obras. Y tiene abiertos varios conflictos con los propietarios de otras empresas de su competencia, por ejemplo de carnicería, también musulmanes, porque impone que la carne destinada a los oficios santos, le sea comprada a él para facilitar, según dice, el pago de la mezquita.La organización de Congresos con invitados salafistas también le habría reportado unos pingües ingresos. En el organizado en las Navidades de 2015, consiguió 42.000 euros de los predicadores kuwaitíes que participaron -los patrocinadores de un imam suelen pagar para que este pueda intervenir y así se garantizan un auditorio-, que no fueron declarados porque fueron abonados por el sistema hawala de transferencia informal de fondos a través de un intermediario. En el congreso de 2017, algunos de los sabios invitados procedentes de Kuwait estaban vinculados a la ONG Revival Islamic Heritage Society. Según el informe elaborado por la Comisaría de Girona para la Dirección General de la Policía, que también incluye financiación por parte de Arabia Saudí, la RIHS es la primera organización salafista estructurada a nivel mundial cuyo propósito es instaurar el califato regido por la sharía. Fue prohibida en Pakistán y Afganistán por su apoyo a los talibanes y en 2008 EEUU la incluyó entre las organizaciones que financian a Al Qaeda. Siguiendo esta línea, las amistades peligrosas atribuidas a Attaouil llevan mucho tiempo llamando la atención y pisando las líneas rojas. Un empleado, que lo había sido en 2006, de la próspera Hilal Balear SL, Khalid Ochen, fue pillado blanqueando dinero en 2017. El vehículo que estaba utilizando pertenecía a la empresa del iman. En 2013, Attaouil, Menda y un tal El Rub, Khair Ibrahi Abu el Rub viajaron a Arabia Saudi a buscar financiación y el nuevo socio de los dos amigos de la mezquita regresó con 19.500 euros en billetes de 500. Meses más tarde, El Rub le habría ofrecido de nuevo al responsable de la mezquita de Salt 10.000 euros procedentes de Dubai. Hace poco más de dos años, en febrero de 2016, este peculiar intermediario fue detenido en la Operación Río por su implicación en el envío de material a grupos terroristas de Oriente Medio. En diciembre de 2013 y en marzo de 2014 otro personaje controvertido, Tarik Chadlioui, fue invitado al centro religioso de Salt.
Expulsado de Holanda por radical, fue detenido en 2017 en Birmingham en una operación en la que también fueron arrestados los miembros de una célula yihadista en Mallorca.Así, el corte de sus predicadores invitados es, sin duda, controvertido. Por eso las autoridades aseguran que es altamente preocupante la influencia que ejerce sobre su comunidad y el hecho de que sea el mediador para la contratación de los imanes de Girona, Playa de Aro, Llagostera, Angles o Figueres.
Su recorrido no ha impedido, no obstante que los responsables de UCIDCAT hayan cerrado filas en torno a su estrategia de desautorizar a la Administración en su potestad de decidir expulsiones y pedir que sea un magistrado quien, «con pruebas evidentes», decida lo que crea oportuno. Están convencidos de que un juez se vería obligado a exonerarle porque el contexto y los indicios por muy abrumadores que sean abrumadores no son pruebas. Por eso juegan a esa carta.El presidente de la UCIDCAT, Mohamed El Ghaidouni, contra todas las evidencias prosalafistas de su vicepresidente, llegó a advertir del riesgo para la convivencia de los ciudadanos si fuese de otro modo. En un mundo de fuerte rivalidad asociacionista, a cualquiera le puede resultar difícil renunciar a los seguidores aportados por Attaouil.Recientemente, otros dos imanes han sido expulsados. Interior no da pistas. Ni siquiera sobre si esa va a ser al nueva estrategia a seguir contra el salafismo.