El Gobierno afgano veta a las mujeres trabajar en cualquier organización no gubernamental, nacional o internacional, lo que se suma al veto a la educación universitaria femenina dictaminado hace menos de una semana.
El Gobierno de Afganistán, instituido por los talibanes, ordenó a todas las ONG nacionales e internacionales que impidan a sus empleadas trabajar, debido al incumplimiento del código de vestimenta, informó el sábado el Ministerio de Economía. “Ha habido graves quejas sobre el incumplimiento del uso del hiyab islámico y otras normas y reglamentos relacionados con el trabajo de las mujeres en organizaciones nacionales e internacionales”, dice una notificación enviada a todas las organizaciones no gubernamentales.
La orden, emitida por el ministro de Economía de los talibanes, Qari Din Mohammad Hanif, ordena a las ONG “a suspender todos los trabajos de sus trabajadoras mujeres hasta nuevo aviso”. Un portavoz del Ministerio confirmó a AFP el envío de la orden. “En caso de incumplimiento de la directiva (…) se cancelará la licencia de la organización que fue expedida por este Ministerio”, especifica la notificación.
El anuncio se produce solo cuatro días después de que el gobierno talibándecidiera prohibir indefinidamente a las mujeres afganas asistir a universidades públicas y privadas del país. El ministro de Educación superior, Neda Mohammad Nadeem, explicó en una entrevista televisiva que tomó esta decisión porque las “estudiantes que iban a la universidad (…) no respetaron las instrucciones sobre el hiyab”. “El hiyab es obligatorio en el islam”, insistió, refiriéndose a que las mujeres en Afganistán deben cubrirse la cara y todo el cuerpo.
Este mismo sábado, los fundamentalistas reprimieron en la ciudad occidental de Herat una protesta de decenas de mujeres que se manifestaban en contra del veto a las instituciones universitarias. Lo mismo hicieron el jueves en Kabul. La educación secundaria femenina está prohibida desde que los talibanes llegaron al poder en agosto de 2021. Desde la llegada al poder de los fundamentalistas hace un año y medio, las mujeres han experimentado cómo sus derechos se reducían en Afganistán con restricciones como la segregación por sexos en lugares públicos, la imposición del velo o la obligación de ir acompañadas por un familiar masculino en trayectos largos. A pesar de sus promesas de ser más flexibles, los talibanes han vuelto a su rigurosa interpretación del islam, que marcó su primera etapa en el poder, entre 1996 y 2001.