El gobierno talibán ordenó el martes el cierre de los salones de belleza en Afganistán antes de un mes, en una nueva medida para apartar a las mujeres del espacio público.
El Gobierno de los talibanes anunció la prohibición los salones de belleza para mujeres en Afganistán y dio un plazo de un mes para el cierre de todos los que estén funcionando en el país, en la más reciente de una serie de restricciones basadas en la rígida interpretación de la ley islámica.
“El ministerio envió una carta a los municipios para cancelar la licencia de los salones de belleza” a partir del 25 de julio, informó ayer, martes a la agencia EFE el portavoz del Ministerio de Propagación de la Virtud y Prevención del Vicio, Mohammad Sadiq Akif Mahajir.
En la misiva, el todopoderoso ministerio fundamentalista instruyó a las autoridades de Kabul y demás provincias afganas a concluir con las actividades en los centros de belleza para mujeres a lo largo de este mes, y una vez pasado el plazo, “estarán prohibidas” en el país.
La medida fue ejecutada tras la orden del líder supremo de los talibanes, el mulá Mawlawi Haibatullah Akhundzada.
Este veto, otro más que se añade a la lista de prohibiciones impuestas a las afganas desde la llegada al poder de los talibanes en agosto de 2021, supone también una pérdida importante de las pocas fuentes de ingresos.
“Miles de familias encabezadas por mujeres perderán fuentes de ingresos. Esto es realmente difícil para nosotras para sobrevivir y es una especie de tortura para nosotras”, dijo una maquilladora en un centro de estética de Kabul.
Desde la llegada al poder de los fundamentalistas hace un año y medio, las mujeres han experimentado un retroceso en materia de derechos, con restricciones como la segregación por sexos en lugares públicos, la imposición del velo o la obligación de ir acompañadas por un familiar masculino en trayectos largos.
A esta lista de recortes se incluyó el pasado diciembre la prohibición para trabajar en oenegés o estudiar en la universidad, una orden que sucede a la prohibición a la educación secundaria femenina impuesta desde que los talibanes llegaron al poder.
La realidad que viven las afganas a día de hoy se asemeja cada vez más a la época del primer régimen de entre 1996 y 2001, cuando en base a una rígida interpretación del islam y su estricto código social conocido como pastunwali prohibieron la asistencia femenina a las escuelas y recluyeron a las mujeres en el hogar.
Detrás de muchas de estas regulaciones contra las mujeres se encuentra el todopoderoso Ministerio de Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio, una institución que entró en vigor durante el primer régimen talibán y se extinguió con la invasión estadounidense, quedando en un mal recuerdo para los afganos durante los siguientes 20 años.
Con la vuelta al poder de los talibanes hace casi dos años, la institución regresó, instalándose, precisamente, en el ahora extinto Ministerio de la Mujer.