Desde que el cardenal Bergoglio asumió como Pontífice se ha desatado una ola de fe, ilusión y un estilo diferente. Hoy se cumplen 100 días desde que el Papa Francisco está a cargo de la Iglesia Católica.
Aquel 13 de marzo en la Capilla Sixtina, todos esperaban la elección del nuevo Papa. Tras la salida del humo blanco, se asomó al balcón de la Basílica de San Pedro el jesuita argentino de 76 años que había sido elegido Sumo Pontífice.
Después de tres meses, todos hablan del “efecto Bergoglio” o del “factor Francisco”, el fenómeno del Papa argentino que en estos cien días ha generado ilusiones y fervor no solo entre los fieles sino también en la opinión pública en general.
El Instituto Demopolis desarrolló una encuesta según la cual el 85% de los italianos y el 84% de los católicos de Estados Unidos está contento con el accionar del Papa Francisco. En casi todos los países del mundo, los libros más vendidos son las biografías, ensayos y análisis sobre Bergoglio. La cuenta de Twitter del Papa ya alcanza los siete millones de seguidores y sigue creciendo. Benedicto XVI la había dejado con dos millones de seguidores.
Un estudio del Instituto de Investigación de la Religión asegura que luego de la asunción de Bergoglio como Papa, muchas personas que le habían dado la espalda a la Iglesia están volviendo a ella. Además de crear un comité de ocho cardenales en el que están representados los cinco continentes para ayudarle en la reforma de la curia, Francisco aún no ha publicado documentos relevantes ni ha tomado grandes decisiones, pero se ha ganado a muchas personas predicando con el ejemplo.
No hay duda que Francisco quiere hacer una limpieza en el Vaticano y acabar con el llamado “lobby gay”, un grupo de poder que opera en el corazón de la Santa Sede y cuya existencia fue reconocida por el propio Francisco hace unos días. También ha declarado su intención de esclarecer situaciones del Banco Vaticano, sospechado durante décadas de escándalos y lavado de dinero.
Lo que más impacta sobre la vida de Francisco es que aún sigue siendo el mismo que era antes de ser elegido Papa. En aquel entonces, en lugar de vivir en el Palacio del Arzobispado de Buenos Aires, residía en un departamento de dos habitaciones y se preparaba él mismo la comida
El hecho de renunciar a vivir en el lujoso apartamento pontificio y su rechazo a irse de vacaciones a la imponente villa pontificia de Castel Gandolfo, fueron dos de los más grandes actos que ha hecho hasta el momento y que han mostrado que es un hombre normal. Otro de los factores que hacen al éxito de Bergoglio es el lenguaje claro y directo que emplea y sus mensajes contra la corrupción, la ambición y la mundanidad.