La Dra. Patricia Anzoátegui, abogada especialista en falsas denuncias, analizó en la 99.9 el impacto del caso Gizoni y apuntó contra la “justicia feminula”, los fiscales que “quieren ganar” y los operadores judiciales que “censuran la verdad”. Denunció la existencia de un sistema estructurado que criminaliza a varones sin pruebas, genera condenas erróneas y destruye vidas.

La Dra. Patricia Anzoátegui, abogada penalista y especialista en falsas denuncias, volvió a exponer con contundencia los efectos devastadores de una problemática creciente y silenciada: la utilización de denuncias falsas como herramienta para destruir reputaciones, romper vínculos y manipular al sistema judicial.
“Esto ha atravesado no solamente Buenos Aires, sino todo el país, y afecta también a Latinoamérica y Europa. Es una consecuencia directa de una política global en materia de género”, afirmó Anzoátegui en la 99.9, al tiempo que señaló que “hay grupos que se desempeñan dentro de estas falsas denuncias con una habilidad extraordinaria”, y que actúan “con una estrategia, un modus operandi, y la recepción casi automática por parte de los tribunales”.
Según la letrada, los jueces muchas veces aceptan sin cuestionar estas acusaciones “por miedo al escrache”, una práctica que definió como “una articulación fascista del uso del poder”. Agregó: “Hubo una censura de género durante años, donde no se podía hablar del tema en los medios, o directamente se negaba su existencia”.
En relación a las fallas sistémicas, Anzoátegui fue tajante: “Esto viene desde hace mucho tiempo. El problema es quién instruyó a los tres poderes del Estado en perspectiva de género. Cuando esa bajada de línea llegó al Poder Judicial, se provocaron lo que yo llamo sentencias erróneas. Se invirtió la carga de la prueba y no se deja defender al imputado. He visto casos donde le ponen un bozal a la persona acusada dentro del juicio. Eso es gravísimo”.
La abogada también denunció la presión y extorsión por parte de algunos fiscales. “Todos los días me llama gente desde la cárcel diciendo: ‘Doctora, yo no lo hice, pero firmé un abreviado porque me dijeron que me daban 20 años y me dieron 9. Los fiscales no buscan la verdad, quieren ganar. Y en esa lógica perversa, los verdaderos pedófilos escapan, y los inocentes son condenados porque son presas fáciles”, señaló.
Anzoátegui expuso ejemplos concretos de causas como las de Tomás Ghisoni y González Rizzi: “Ambos fueron denunciados por personas vinculadas al feminismo militante. En uno de los juicios, el tribunal estaba rodeado de carpas del Ministerio de la Mujer, Madres de Plaza de Mayo y militantes que iban a presionar. Cuando logramos la absolución, tuvimos que salir custodiados. Nos insultaban simplemente por ejercer la defensa”.
En cuanto al rol de las mujeres denunciantes, Anzoátegui fue categórica: “Ni la violencia ni el abuso tienen género. Hay mujeres abusadoras. Me tocó un caso en Tucumán donde una madre presentó un video de su hija de tres años en una situación absolutamente obscena. Ella misma conducía a la nena. Eso es corrupción de menores. Lo presentaron como prueba para reabrir una causa archivada. Si ese video lo tenía el padre, estaba preso”.
Sobre ese caso puntual, destacó la actitud del juez: “Tuvo la valentía de hacer lo correcto. Sacó testimonio y mandó a investigar a la madre. La fiscal, en cambio, usó el video en contra del padre. Por eso la recusé. Pero el problema de fondo es que los operadores del sistema han perdido la imparcialidad”.
La Dra. Anzoátegui también criticó la permanencia de estructuras estatales que alimentan esta lógica: “Aunque se desarmó el Ministerio de la Mujer a nivel nacional, en la provincia de Buenos Aires todo sigue igual. Hay secretarías de género con una perspectiva obtusa, donde a los varones se les aplica todo el peso de la ley y a las mujeres no. Hay una doble vara”.
Finalmente, dejó un mensaje de esperanza: “Estas falsas denuncias generan secuelas gravísimas. Muchos hombres terminan suicidados, enfermos o con la vida arruinada. Pero yo creo que se viene una reivindicación histórica para estos padres que no pudieron ejercer su rol. La clave está en sostener y apoyar a los jueces que se animan a hacer lo correcto”.