El creador del Centro de Día Despertares, en Benito Juárez, contó en la 99.9 cómo transformó el dolor personal en una obra colectiva que hoy brinda atención y contención a más de 180 personas con discapacidad. “Lo hicimos desde cero, con esfuerzo, amor y la ayuda de toda la comunidad”, afirmó.

El fundador del Centro de Día Despertares de Benito Juárez, Luis Del Biaggio, relató en la 99.9 de Mar del Plata cómo un camino personal de búsqueda se convirtió en un proyecto que cambió la vida de cientos de familias. “Todo salió por mi hijo Fernando, a quien todos llamamos Papo. Viajé muchas veces a Buenos Aires buscando respuestas y un día los médicos me dijeron que la ciencia no tenía más nada para ofrecer. En ese momento decidí que algo había que hacer”, recordó.
A partir de esa necesidad, Del Biaggio impulsó la creación de un espacio que brindara acompañamiento y oportunidades a personas con discapacidad en su comunidad. “Le pregunté a la directora de la escuela especial qué podía hacer con Papo cuando terminara la escuela. Me dijo: ‘juntate con otros padres y hagan un centro de día’. No entendía nada, pero empecé a tocar timbres, a buscar gente. Un mes después ya teníamos la comisión formada”, contó.
Con esfuerzo y apoyo local, el proyecto empezó a tomar forma. “Fuimos a pedir un terreno al intendente, que nos cedió una antigua fábrica abandonada. De a poco la fuimos transformando. Hoy tenemos un centro con escuela especial, rehabilitación, profesores, actividades artísticas, deportivas y un espectáculo a fin de año. Atendemos a más de 180 personas, no sólo de Juárez, sino también de Tandil, Azul, Tres Arroyos y otras localidades”, detalló.
El trabajo diario del centro se sostiene con aportes de obras sociales y de vecinos solidarios. “No es fácil, muchas veces se atrasan los pagos y tenemos que pagar sueldos en dos veces, pero seguimos adelante. Lo más importante es que cada persona tenga un espacio de crecimiento y contención”, explicó Del Biaggio.
El próximo desafío de Despertares es la construcción de un hogar permanente, un lugar pensado para el futuro de quienes hoy asisten al centro. “El día que falte yo y mi señora, quiero saber que Papo va a estar cuidado. Tengo otros hijos, pero cada uno tiene su vida. Por eso estamos trabajando en ese hogar, para quedarnos tranquilos con lo que hemos hecho”, dijo emocionado.
Además, el centro cuenta con una chacra de cinco hectáreas, ubicada a pocas cuadras de la institución, donde planean desarrollar una huerta para generar trabajo para personas con discapacidad que no concurren al centro. “Queremos que puedan ganarse la vida dignamente, como cualquier otra persona. A esa gente nadie le da trabajo, y nosotros queremos cambiar eso”, concluyó.