Giscard d’Estaing, Chirac y Sarkozy le cuestan al erario 10,3 millones de euros al año; proponen recortarles los beneficios.
Los tres ex presidentes franceses que están vivos le cuestan demasiado caros al país. Ésa es la conclusión de un informe conjunto del Tribunal de Cuentas y del Consejo de Estado entregado al actual jefe del Estado, François Hollande: Valéry Giscard d’Estaing, Jacques Chirac y Nicolas Sarkozy le cuestan a Francia 10,3 millones de euros anuales, es decir, un promedio de 9406 euros diarios cada uno.
El explosivo informe de ambas instituciones, de unas 20 páginas, fue revelado ayer por el prestigioso sitio informativo Mediapart. El documento preconiza revisar algunas de las ventajas atribuidas a los ex mandatarios con el triple objetivo de “modernización”, “transparencia” y “reducir el gasto público”.
Cada ex presidente recibe un salario de 65.000 euros anuales más otros 14.400 euros mensuales en su calidad de miembro del Consejo Constitucional (Chirac y Sarkozy renunciaron a esa institución y dejaron de percibir esos honorarios).
Además, gozan de una vivienda, un vehículo con dos choferes, dos policías encargados de su protección, dos personas de servicio, teléfono sin cargo y gratuidad cuando viajan en transportes aéreos o ferroviarios del Estado, así como una oficina amueblada y equipada en la que tienen a su disposición siete colaboradores.
Giscard d’Estaing se instaló en el bulevar Saint-Germain; Chirac, en la calle Lille -detrás del Museo d’Orsay-, y Sarkozy ocupa 700 m² en la calle Miromesnil, a pocos metros del Palacio del Elíseo, que cuestan 16.341 euros mensuales de alquiler.
Cuando viajan al exterior deben ser recibidos por el embajador de Francia, que también es el encargado de asegurar su alojamiento.
En su informe, Didier Migaud y Jean-Marc Sauvé -presidentes del Tribunal de Cuentas y del Consejo de Estado- proponen eliminar o reducir algunos de esos derechos en forma progresiva en los próximos años. Incluso propician reducirlos un 50% si los ex presidentes reciben otras remuneraciones, como es el caso de Sarkozy y Giscard d’Estaing, que con frecuencia dan conferencias rentadas en el exterior.
Todo sugiere que Hollande no tiene demasiada prisa en seguir esas recomendaciones: el informe, solicitado por el propio jefe del Estado, le fue entregado en 2014 y actualizado en 2015.
Ambos documentos, sin embargo, permanecen en los cajones del escritorio del presidente.