Marcela Martínez de Aza: «La justicia es garantista para los asesinos, no para las víctimas»

Marcela es la madre de Eduardo Cicchino, un joven que fue asesinado a la salida de un bar luego de haber festejado un gol de Boca y ahora, el asesino condenado pidió la libertad condicional con la mitad de la pena cumplida.

Una familia de origen marplatense está sufriendo, como otras tantas, un sistema judicial ineficiente. El caso de Eduardo Cicchino, un joven estudiante que fue asesinado por una persona luego de gritar un gol de Boca en una final que estaba mirando en un bar, ha tenido un giro en las últimas horas porque la persona condenada, ha pedido la libertad condicional con sólo la mitad de su pena cumplida en un penal.

Marcela Martínez de Aza, es la madre de Eduardo y habló en la 99.9 sobre esta causa: «Nosotros tenemos el asesino de nuestro hijo que fue acusado y condenado por homicidio simple. A pesar de que en su momento, en el proceso, nosotros y el fiscal que llevó la causa pidió alevosía y que le dieran perpetua al asesino; le dieron homicidio simple. Esto es una pena de 20 años, de las cuales le dieron dos tercios de la pena, 16 años. Han transcurrido ocho desde la condena y el asesino que está en un penal, hizo varios cursos cortos y eso generó que le redujeran la pena 19 meses. O sea, de los 16 años le redujeron 19 meses y a partir de los ocho puede pedir la salida por libertad condicional».

A partir de la situación que están atravesando, Usina de Justicia se presentó como Amicus Curiae para darle un respaldo a la familia: «Hay tres etapas en los juicios estos penales, una etapa de instrucción que se juntan las pruebas, una etapa de la condena, que es cuando le dan la condena y una parte de ejecución de la pena qué tiene otro juez, otro juzgado y otro fiscal. Antes del accionar de Usina de Justicia las víctimas no teníamos acceso a la etapa de ejecución; o sea, había un juez que se encargaba de que el reo esté preso. A partir de la ley de víctimas, empezamos a tener que ser obligatoriamente notificadas. Mi abogado me notifica que hay movimientos en la causa, está pidiendo la salida de la libertad condicional. Entonces nosotros acudimos a Usina a contarle el caso y nos acompañó presentando este recurso por el cual ellos pueden acompañar en una causa de la que no son parte, a las víctimas en este caso, para pedirle a la justicia y oponerse a que este señor salga a los ocho años libre».

Eduardo era una persona a la que le gustaba mucho Mar del Plata porque sus padres son de nuestra ciudad y toda la familia está instalada aquí: «Nosotros los padres somos marplatenses, los dos nacimos allá, estudiamos allá. Cuando terminamos la carrera en mi caso de arquitecta y él ingeniero químico en la universidad de Mar del Plata, nos casamos y nos vinimos a vivir a Buenos Aires. Nuestros hijos son porteños, los tres, pero nuestras familias quedaron allá. Entonces nosotros todas las vacaciones, todos los feriados, todas las fiestas, los festejábamos en Mar del Plata. Para ellos Mar del Plata no es su segunda ciudad, es su hogar. Ellos se criaron en la playa de Mar del Plata, porque tenían sus abuelos, sus tíos, sus primos, los amigos nuestros de la juventud están allá».

LOS DETALLES DEL HECHO

Marcela también recordó como fue aquél día en el que se hijo fue atacado por una persona a la salida de un bar: «Eduardo en ese momento tenía 26 años, estudiaba ingeniería en la UCA, tenía trabajo part-time y una banda de música. El día del ataque, que fue el 19 de mayo del 2016, le pide permiso a su profesor de la UCA después de que rindió un examen para retirarse antes e ir a ver los penales de una final que jugaba Boca a un bar. Va con dos amigos, ven el final del partido y cuando termina, salen. Eduardo iba más adelante, se habían despedido. Esta persona les empieza a dar insultos diciendo ustedes bosteros de miércoles que siempre ganan; entonces Eduardo, que ya se había ido, estaba como media cuadra más adelante, vuelve y le dice «por qué le decís eso a mi amigo» Este señor, de 56 años, que había estado tomando, pero no estaba alcoholizado porque le hicieron el test de alcoholemia, se le abalanza a Eduardo. Saca de debajo de la campera una daga de caza que se utiliza para cazar y despedazar animales, que tiene una forma en la cuchilla que produce más daño cuando la clavan y la saca. Eso se lo clavo por las costillas y le perfora el corazón. Eduardo, herido, sale de esa situación, lo auxilian, tarda media hora en llegar el SAME, lo trasladan y sobrevive dos semanas internado en el hospital Argerich. A las dos semanas, exactamente dos jueves después, el 2 de junio, finalmente su corazoncito no pudo más porque estaba totalmente partido por la daga esta, y fallece».

A pesar de todo lo que presentaron en el proceso, no lograron que sea un crimen declarado con alevosía y por eso, Marcela señaló que «es un arma que se compra en una armería, y que para tenerla encima tenés que ir y comprarla, elegirla, es un arma de caza. El fiscal en su momento, que desgraciadamente ya falleció, decía que este señor salió a cazar con el cuchillo bajo el poncho, porque él la tenía escondida, y en ningún momento blandió el arma para que Eduardo salga corriendo. La justicia es garantista para los asesinos, no para las víctimas».