El fiscal habló en la 99.9 acerca de esta necesidad porque hace tres décadas que no se inaugura una nueva cárcel en nuestro país cuando al población ha crecido: “la cárcel no puede ser un depósito de seres humanos donde se violan absolutamente todas las garantías constitucionales”.
El estado de las cárceles en Argentina sigue siendo un eje de discusión aunque realmente se hace poco para mejorarlas y por el contrario, se intenta desde el discurso establecer frases grandilocuentes sin ir al fondo del tema.
El fiscal Marcelo Romero señaló en la 99.9 que hay que construir más cárceles, lejos de lo que la política nacional piensa: “es cierto que hay que construir escuelas, es cierto que construir hospitales y es cierto lamentablemente que hay que construir nuevas cárceles. La población ha crecido, el delito ha seguido y obviamente hay más delincuentes. Escucho a muchos representantes de organismos de derechos humanos hablar de superpoblación que es real, a los mismos funcionarios o militantes hablar del hacinamiento en las cárceles que es real y escucho hablar a muchos funcionarios de la necesidad de que nos haya más presos en comisarías, que es cierto pero casi no escucho a esos mismos funcionarios hablar de la construcción de nuevas cárceles o por lo menos la reparación de los existentes”.
Es el principal problema porque las comisarías no deberían tener personas detenidas por distintos motivos, pero algunos de ellos los expuso: “en las comisarías no puede haber detenidos, pensemos que, por lo menos acá en La Plata, las comisarías son casonas muy antiguas y si un preso hace un boquete en la pared aparece en la cocina de Doña María. La cárcel no puede ser un depósito de seres humanos donde se violan absolutamente todas las garantías constitucionales, pero eso no significa que por no existir una buena infraestructura y una buena política carcelaria haya que eliminarlas o por lo menos dejarla venir abajo”.
El otro debate que plantea el fiscal Romero tiene que ver con lo que hace la persona detenida dentro de los penales: “el detenido, sea condición de penado o sea condición de procesado, no puede pasar sus días en prisión practicando el ocio negativo que engendra violencia, la idea de la fuga, la de atacar al compañero, de atacarlo con armas blancas o construir armas blancas, atacar a los guardias. Todo eso lleva a la destrucción incluso del propio espíritu del interno. Debe hacer cosas productivas como estudiar, aprender, enseñar un oficio, hacer deporte y a la noche dormir porque estuvo haciendo actividades productivas. No estamos hablando de trabajo esclavo, no estoy hablando de trabajo forzado sino de trabajos porque existe una ley de trabajo penitenciario. Se le debe pagar para que su familia aproveche ese dinero y si no tiene familia bueno, puede guardarlo hasta que recupere su libertad”.
Hoy todo esto no sucede y, por el contrario, la cárcel termina siendo el ámbito donde se mejoran las habilidades del delincuente: “si es un depósito humano de seres humanos, se engendra la violencia y se perfecciona el delito. Las personas salen peor de lo que entró”.