La representante local de la Asociación de Meretrices Argentinas, María López, se refirió en la 99.9 al reclamo público que realizan por la violencia institucional que ejerce la policía ante las políticas antitrata. También contó su elección de vida: “pensaba que las trabajadoras sexuales eran de película, pero lo probé y lo elegí porque era el mejor remunerado”.
En distintos puntos del país y particularmente en Mar del Plata donde se han reunido incluso con concejales, la Asociación de Meretrices Argentina (AMMAR), salió a hacer público su interés en que se diferencia a las víctimas de trata de aquellas personas que eligen la prostitución como un medio de vida.
Así lo expresó en la 99.9 María López, representante de este colectivo en nuestra ciudad: “nos hemos unido para luchar contra el flagelo de violencia institucional de la policía por las políticas antitrata. No se sabe diferenciar entre el trabajo sexual autónomo de mujeres y hombres mayores de edad que deciden trabajar con su cuerpo y la trata de personas”, explicó.
Siempre está muy presente al abordar estos temas, el prejuicio social que existe sobre los que eligen este modo de trabajo: “es un tema de prejuicio y moral, somos invisibilizados y se escucha una sola campana. Somos personas normales, madres que tienen familias pero tienen un estigma tan grande que no podemos contar normalmente de lo que trabajamos”.
Si bien existe también una carga extra en la caracterización de puta que se suele hacer habitualmente, López puntualizó que no le molesta que la llamen así, pero sí el prejuicio que conlleva. “Me reconozco como puta, pero no me gusta que se use el término como una degradación, como si fuera algo malo. Lamentablemente la sociedad indica que ese término es malo. Hoy les estoy explicando a mis hijos de a poco que lo que hace su mamá no es nada malo”, dijo hablando de sus 6 hijos.
Respecto de su propia historia y la manera en la que llegó a convertirse en prostituta, no tuvo empacho en comentarlo con naturalidad definiendo per sé su libre elección: “se me presentó este trabajo, al principio lo dudé porque siempre lo había hecho gratis, no podía creer que me fueran a pagar. Hasta ese momento pensaba que las trabajadoras sexuales eran de película. Cuando me dijo lo que me pagaban, lo elegí porque era el mejor remunerado. Lo probé y es un trabajo que me gustó porque no es como la gente lo cuenta, no es que nos pegan o nos hacen daño”, aclaró.
Lo que buscan desde hace años es que se reconozca el trabajo que realizan por iniciativa propia y eso generará un cambio en los prejuicios: “vivimos en una sociedad donde si un tipo se acuesta con cinco mujeres en una misma noche, es un genio pero si una mujer se acuesta con dos hombres es una puta gratis. Es todo un prejuicio absoluto”, concluyó.