María Sol es una vecina de la ciudad que está atravesando una situación de violencia con su anterior pareja y padre de su hijo, pero desde el Juzgado de Familia N° 3 siente que no la están escuchando.
Una vez más, los juzgados de familia representan un problema en el proceso de una madre o padre que busca que le presten atención ante casos de violencia.
Eso le sucede hoy a María Sol Montes que habló a través de la 99.9 sobre el caso que está viviendo en el Juzgado de Familia N° 3 donde parecen no escuchar: “hace 5 años que estoy padeciendo violencia”, dijo primeramente. Luego agregó: “hay una causa de violencia familia y dos causas penales por estas situaciones. Desde el juzgado me contestan que hay un régimen de visitas que tengo que respetar y tengo que aprender a vincularme con una persona que me ha amenazado, me ha hostigado y ejerció violencia simbólica, física y psicológica comprobada. Recurrí a terapia vincular por pedido del juzgado y el progenitor no recurre, también concurro a terapia individual, hemos tenido trabajadora social que me pidió que este progenitor pueda venir a retirar a nuestro hijo en común. Me dijo por ejemplo que si no me amenaza y no me pega, no entiende porque me siento tan mal”.
Las consecuencias, no sólo impactan en ella, sino también en su hijo que padece esta situación tensa entre sus padres: “el nene siente rechazo por su padre porque soy violentada y le tengo miedo. El juzgado, lo último que me contestó es que me tengo que dejar de hacer denuncias porque me van a quitar la guarda del menor”.
El principal problema en toda la cronología de hechos es la vinculación del padre de la criatura con la droga que fue el detonante de la separación de la pareja: “tuvimos una relación corta y terminó porque me enteré que consumía cocaína. Cuando planteé esto en el juzgado por distintos episodios porque él sigue consumiendo, lo obligaron a hacerse un análisis de sangre para se tardó un mes en hacerlo. La última novedad que tengo es que después de 5 años que niega que consume, iba a presentar el certificado de una psicóloga donde dice que está en tratamiento y que por ese motivo, me tendría que quedar tranquila cuando mi hijo está con él”.
El problema también se extiende al resto de la familia del padre porque se han metido en la relación con amenazas cruzadas: “la familia de él también ejerció violencia contra mí y mi familia. Su mamá llamaba a la mía y le contestaba que todo lo que pasaba era culpa mía por abrirme de piernas con su hijo. La última situación con los padres del progenitor de mi hijo, es que me hicieron una falsa denuncia para el día del padre. Cuando me llega el oficio del juzgado, voy a hacer el reclamo llorando porque siento que no me escuchan y a mostrar un audio, pero me dijeron que si quería ser escuchada primero tenía que contratar un abogado que me representara en esta causa de violencia sino esperar a que el equipo técnico me llame”, expresó María Sol.
Justamente ese equipo técnico formado por profesionales de distintas áreas ha tenido poca intervención en la causa y por eso, ella no confía: “en 5 años el equipo técnico del Juzgado me llamó una sola vez y una psicóloga me entrevistó durante 10 minutos. Me respondieron que si quiero soluciones, tengo los medios económicos porque trabajo, para acceder a una terapia. He pedido que nuestro hijo en común sea escuchado y lo tuve que llevar a la psicóloga. Mi hijo, por ejemplo, no puede ir al baño en la casa de su padre y eso es síntoma de algo”.
Hasta ahora, nadie le dio respuestas y todas las denuncias van por vías separadas, cuando tendrían que ir en paralelo, pero sabe que no la escucharán: “en la asesoría de menores me contestaron que estaban al tanto de todo lo que pasaba y que no podían creer que luego de todas las denuncias, no se habían unificado las causas de violencia con la del régimen de visitas”.