La pedagoga y especialista en neurociencia cognitiva advirtió en la 99.9 que la hiperconectividad, la inmediatez y el predominio emocional están alterando nuestra forma de interpretar la realidad, debilitando funciones cognitivas centrales y afectando especialmente a niños y adolescentes. Además, respaldó limitar el acceso de menores a redes sociales por su carácter adictivo.

La pedagoga y especialista en neurociencia cognitiva Marta Romo dialogó con la 99.9 y explicó los impactos del contexto hiperconectado actual sobre el desarrollo humano, la interpretación de la realidad y el funcionamiento del cerebro.
“La neurociencia cognitiva estudia cómo funciona nuestro cerebro en sus capacidades superiores: la atención, la regulación emocional, la planificación. Es lo que nos hace humanos”, introdujo Romo, detallando que en la infancia esas funciones ejecutivas todavía están en pleno proceso de maduración.
Consultada sobre la creciente disonancia cognitiva en la sociedad, Romo señaló que se trata de un fenómeno favorecido por un cambio cultural profundo: “Hemos pasado de una sociedad más racional a un extremo en el que la emoción predomina completamente. Hoy no importa tanto lo que es cierto, sino lo que se siente como cierto”.
Advirtió que este desplazamiento de la razón genera polarización, dificulta el debate y empobrece la conversación social: “El disenso se vive como una agresión y enseguida se etiqueta al otro. Eso nos aleja de la realidad y nos impide construir algo mejor juntos”.
Romo también analizó cómo impacta la hiperconexión en las capacidades cognitivas. “Incluso quienes quieren leer encuentran cada vez más difícil sostener la atención. Vivimos rodeados de distracciones”, afirmó. Recordó el poder transformador de la lectura: “Leer recicla circuitos neuronales, construye memoria y activa áreas visuales como si estuviéramos viviendo la historia. Es una herramienta de plasticidad cerebral muy potente”.
Sin embargo, advirtió que “no es lo mismo leer en papel que en pantalla” y que el ritmo acelerado de consumo digital está “atrofiando la paciencia y la profundidad”, generando un procesamiento cada vez más superficial. “Esta hiperrevolución está empobreciendo nuestro cerebro”, remarcó.
Frente a este panorama, Romo se mostró a favor de políticas como la que entró en vigencia en Australia, que restringen el acceso de menores a redes sociales: “No estamos hablando de libertad. Son aplicaciones diseñadas con algoritmos que explotan nuestras debilidades y generan adicción”.
Recordó que el cerebro adolescente aún no tiene desarrolladas las áreas que permiten evaluar consecuencias y autocontrolarse: “Es como darles una sustancia adictiva. Igual que no les damos alcohol o drogas, estas plataformas también deben regularse”.
La especialista también subrayó que el problema no se reduce a los jóvenes: “Los adultos vivimos agotados en esta sociedad del cansancio. Llegamos a casa y necesitamos desconectar de todo. Pero nuestros hijos necesitan nuestra presencia”.
El eje de su último libro, Hiperdesconexión, sintetiza esta paradoja: “Estamos tan conectados a los dispositivos y tan acelerados haciendo cosas, que terminamos desconectados de los demás y de nosotros mismos”.
Romo concluyó que recuperar la profundidad, la atención y el vínculo humano es un desafío urgente en un mundo cada vez más acelerado y emocionalmente desbordado.