La operadora Núcleoeléctrica Argentina NASA y la estatal china CNNC firmarán el 17 de este mes el “contrato comercial”.
El futuro de la energía atómica en el país no se debate entre radioisótopos, reactores nucleares ni protestas ambientalistas. Antes que eso, pasa por escritorios, computadoras, conversaciones a deshoras y una maraña de papeles con respecto a los cuales aún no se ponen del todo de acuerdo las autoridades argentinas y chinas. El nerviosismo aumenta cada día, porque el tiempo apremia.
Todos los intereses deberán estar alineados a mediados de este mes, cuando el presidente Mauricio Macri viaje al país asiático. Es que entre porcelanas y sedas, el Gobierno espera traer firmado el financiamiento de compañías de ese país por US$ 12.500 millones para construir dos nuevas centrales nucleares en la Argentina, algo que le daría un impulso decisivo al sector.
En la práctica, quienes pondrán su nombre en el documento que se firmará el 17 próximo son Rubén Semmoloni, presidente de Nucleoeléctrica Argentina (NA-SA), la compañía que administra las centrales nucleares del Estado, y Ying Wang, CEO de CNNC, que proveerá parte del equipamiento. Según el protocolo que maneja Cancillería, los mirarán de cerca Macri y su par chino, Xi Jinping.
El documento en el que trabajan contra reloj implica la primera parte del contrato comercial. En diálogo con la prensa en el marco de una visita a la central Embalse, el subsecretario de Energía Nuclear, Julián Gadano, repitió varias veces que el acuerdo financiero no está a cargo del Ministerio de Energía, del que forma parte y que maneja Juan José Aranguren, sino de la cartera de Finanzas, a cargo de Luis Caputo , que aún tiene trabajo por delante en ese tema.
“Lo que tenemos es una oferta en condiciones preferenciales, que nos permitirá tener mejores condiciones que las del mercado”, explicó Gadano.
La Argentina tiene que repagar el crédito, que se estructurará a través del ICBC, en 20 años, con ocho de gracia. Aunque aún no está del todo definido, el Gobierno estima que el costo financiero total (incluye la tasa y otros cargos) rondará el 4,8 por ciento.
Cómo es el contrato
El contrato con China tiene algunas particularidades. Entre ellas, que el gigante asiático financiará la construcción de Atucha III -la cuarta central nuclear argentina-, que se hará en el predio donde están sus antecesoras homónimas (en Lima, Campana) con tecnología canadiense. Según las estimaciones, costará entre US$ 5700 millones y US$ 6000 millones (aún se están revisando los números) y tendrá una potencia de 721 MW. Gadano cree que su construcción comenzará en el último trimestre de este año o, en el peor de los casos, principios del siguiente.
Una vez más, el dilema pasa por ponerse de acuerdo en los contratos. “Nadie más que yo quiere que el proyecto empiece cuanto antes, pero antes que eso queremos tener un buen contrato, que nos permita comenzar la obra y terminarla”, explicó.
Sucede que el Gobierno no quiere repetir la experiencia de Atucha II, que comenzó a construirse en 1982, quedó frenada entre 1994 y 2006, cuando el kirchnerismo retomó el proyecto. Debía estar terminado en 2010 y costar US$ 700 millones, pero finalizó en 2014 y salió US$ 4000 millones.
Gadano repitió la frase varias veces. “Estamos contentos de que Atucha II esté donde está, pero nadie en quiere repetir esa historia”, sostuvo.
China, que tiene en marcha 17 usinas nucleares en su suelo, sí participará en la construcción de la quinta central, cuya ubicación está en vías de definiciones y será la mayor usina de su tipo en el país. Tendrá una potencia de 1150 MW, costará unos U$S 8000 millones y debería comenzar 24 meses después de Atucha III. De manera que una fecha tentativa de inicio es el último trimestre de 2019.
El kirchnerismo firmó los primeros acuerdos con China por temas nucleares, pero la gestión de Macri los consideró muy malos para el país. “Lo que firmó [el ex ministro de Planificación, Julio] De Vido era lesivo para el país”, explicó Gadano. Lo justificó de varias maneras, pero en especial el hecho de que todas las obligaciones caían del lado argentino.
En paralelo, Na-Sa avanza con la extensión del ciclo de vida útil de la central cordobesa Embalse, un obra de ingeniería millonaria que, entre otras cosas, requirió el diseño de una sofisticada estrategia para quitar las piezas en mal estado. La obra costará US$ 2149 millones. Pese a la cifra abultada, se trata de un tercio del costo de una nueva central. Sobre esa base Gadano insistió con una de sus frases preferidas: “Hacemos esto porque tiene sentido económico”.