Bibiana es una comerciante de Mar del Plata que recibió una clausura por parte de la AFIP ya que, dos años antes, no había facturado una compra de casi 19 pesos. A pesar de que realizó el pago voluntario y pidió que no le cierren el local, le llegó la clausura. “Vivimos en un país donde no se puede encontrar a una persona que evade 300 millones de dólares y hay escuchas telefónicas. Yo me siento una estúpida”, contó hoy en la 99.9.
La presión fiscal pone en jaque a los comerciantes y también a los agentes de control que llegan de encubierto buscando irregularidades. Así le sucedió a Bibiana, una vecina de Mar del Plata que habló esta mañana en la 99.9 y contó por qué tiene su comercio clausurado.
“Tengo el negocio cerrado 30, 31 y 1º. La AFIP me impuso un doble castigo. Primero pagué 300 pesos de multa voluntaria porque no emití un ticket de 18,90 pesos en un momento que estaba cerrado el local con la persiana baja, atendiendo a la última clienta. Ya había tirado la X, entró esta persona, le vendimos con etiqueta de la balanza, pagó y se fue. Al segundo vinieron dos personas, les dijimos que estaba cerrado e insistieron hasta que dijeron que eran de AFIP. Eso fue el 6 de enero de 2012”, contó, sobre el inicio del problema.
Luego, agregó: “nos pidieron impresora fiscal, boleta, habilitación, les mostramos todo. Pusieron un sello en la última factura, le pusieron ‘anulada’, le pusieron un sello al rollo testigo y se retiraron. A los 3 días me llegó un acta diciendo que había realizado una venta sin ticket, factura ni comprobante”.
Tratando de resarcir su error, Bibiana cumplió con el procedimiento habitual y pidió que no le clausuren el comercio, teniendo en cuenta que es un pequeño local y la falta no revestía, a su modo de ver, mayor gravedad. “Fui, pagué la multa voluntaria, pedí disculpas y pedí que tuvieran en cuenta no clausurarme. Eso fue a no sé qué instancias y me vino rechazado el pedido. Mi abogado apeló y me vino rechazado de nuevo. Ahora, dos años después, me viene la clausura. A las 11 de la mañana tuve que ir a la AFIP para saber a qué hora iban, porque estaba adentro del negocio sin poder abrir”, comentó Bibiana.
Los inspectores, al menos no le pusieron la faja en toda la puerta: “encima, como si estuvieran haciéndome un favor, me dijeron que no me iban a clausurar el local. Pusieron una faja en la puerta y yo abajo puse un comunicado explicando por qué estaba cerrado el negocio”.
Por supuesto que, entre otras cosas, lo indignante del caso es que por una cifra tan pequeña tenga que estar tres días sin trabajar: “vivimos en un país donde no se puede encontrar a una persona que evade 300 millones de dólares y hay escuchas telefónicas. Yo me siento una estúpida. Somos comerciantes y vivimos asfixiados por la presión fiscal, y encima me cierran tres días”.