Teléfonos móviles y redes sociales ayudan a denunciar el acoso al que están sometidas por la policía de la moral y ciudadanas ultraconservadoras.
“Me visto como quiero. No es asunto de ustedes”, grita una joven llamando la atención de los pasajeros que en ese momento se encuentran en la estación de metro de Darvazeh Dowlat de Teherán. Frente a ella, tres mujeres que, al parecer, le han pedido que se cubra la cabeza. No está claro si son agentes de la policía religiosa o unas ciudadanas ultraconservadoras. El velo es obligatorio en Irán para todas las mujeres mayores de nueve años, iraníes o extranjeras, musulmanas o de cualquier otra religión, pero un creciente número de ellas cuestionan una imposición que es, ante todo, política. Y en esta ocasión alguien grabó la escena que se ha hecho viral.
La joven, que lleva un pañuelo colgado del cuello, se encara con las zelotes e incluso responde con una patada al comentario inaudible (y previsible insultante) de una ellas. Las mujeres, tal vez basiyíes (o voluntarias islámicas), se apartan sorprendidas por la reacción, no sin antes insultarla con un “¡perra!”. Entonces, llega un empleado del metro con varios policías. El vídeo, grabado desde el andén de enfrente, no permite oír toda la conversación, pero mientras el primero dice a las basiyíes que no deberían haberse metido con la chica, los agentes hablan con ella y se ve cómo ésta se coloca el pañuelo sobre la cabeza y se va, sin que aparentemente sea detenida.
“Esta mujer está harta de la policía moral, miren como las empuja. Estamos cansadas de que nos digan cómo tenemos que vestirnos. Estamos hartas del hiyab [velo] obligatorio”, tuiteó Masih Alinejad, la activista iraní que difundió las imágenes.
A diferencia del pasado, cuando las iraníes se achicaban al ser abordadas por vigilantes de la moral, un creciente número de mujeres, en especial jóvenes, plantan cara y ofrecen resistencia. El cambio viene alentado desde 2014 por la propia Alinejad, una periodista y feminista que, tras verse obligada a abandonar Irán, primero lanzó la campaña Mi libertad oculta, animando a sus compatriotas a fotografiarse sin velo, y luego ha estado tras la iniciativa Miércoles Blancos (#چهارشنبه های سفید), que alcanzó notoriedad tras la detención de Vida Movahed el pasado enero.
“Hoy en día en Irán, hay una renovada confianza y coraje entre las mujeres para luchar contra sus opresores. Después de 40 años, las iraníes ya han aguantado suficiente que se les acose en las calles”, comenta Alinejad en un correo electrónico desde Nueva York, donde se ha establecido. La periodista, que admite que su campaña ha dado una plataforma a esa batalla que se libra desde la imposición del hiyab tras la revolución islámica, subraya también la ayuda que ha supuesto la generalización de los teléfonos móviles para enviar grabaciones de los incidentes.
“Cuanto más se ven estos vídeos, más controversia y debate se suscita dentro del país”, asegura. Por ello su última iniciativa lleva la etiqueta Mi cámara es mi arma (#دوربین_ما_اسلحه_ما). “La humillación pública de los funcionarios que acosan a las mujeres está creando miedo entre ellos, al tiempo que envalentona a sus víctimas. Lo especial de mi campaña es que pone énfasis en la gente común de todos los rincones de Irán, dándoles una voz de la que han estado privados durante mucho tiempo”, explica la activista.
Hay numerosos ejemplos en sus canales de Twitter, Facebook y YouTube. Casos no faltan como se desprende de que el año antes de su campaña, la policía hubiera detenido y advertido o enviado al juez a 3,6 millones de mujeres por “hiyab inadecuado”, un delito que incluye llevar un pañuelo que no cubra completamente el cuero cabelludo y el cuello. En 2016, el Gobierno iraní destinó el equivalente a 1.450 millones de euros para “la protección del hiyab”, frente a los 42 millones que dedico al medioambiente.
Alinejad, que acaba de publicar The Wind in my Hair donde relata su lucha por la libertad en Irán, no esperaba que sus iniciativas se convirtieran en “semejante dolor de cabeza para las autoridades, incluido el líder supremo”. Y eso a pesar de ser muy consciente del profundo descontento de las iraníes contra el patriarcado. “Siempre he luchado en su contra desde muy temprana edad, como hija, estudiante y periodista que no se callaba”, resume esperanzada.