Ya era vista como “pato cojo”, pero la pandemia le ha regresado su popularidad, dentro y fuera de Alemania. “Merkel no es de los políticos que se salvan, sino de los muy pocos que lideran”, dice diario argentino.
El concepto de “lame duck” (pato cojo) se utiliza en el mundo anglosajón para aludir a políticos que no se presentan como candidatos en la siguiente legislatura. Se los considera débiles y en ellos se atisba su horizonte político final. Desde hace años, los observadores incluyen a la canciller alemana, Angela Merkel, en este grupo. Tras los malos resultados de su partido, la CDU, en las elecciones de 2017, su dimisión al frente de esa formación política en 2018, así como los intentos de su eterno rival dentro del partido, Friedrich Merz, por hacerse con la presidencia en 2018 y en 2020, los críticos de Merkel cuentan sus días de mandato. Incluso las voces afines a la canciller dentro del partido pensaban hace dos años que Merkel se retiraría en 2019. Nada de eso ha sucedido. Merkel sigue rodando al frente de la cancillería como si fuera un antiguo Volkswagen escarabajo: sobria, segura, algo incómoda…
Israel, Nueva Zelanda, Argentina…
De hecho, ahora goza de una reputación de la que hace muchos años no tenía. “Los medios de Israel la consideran una de las líderes más fuertes del mundo”, dice a DW AmichaiStein, corresponsal de la televisión pública israelí KAN. Y en el marco de la crisis del nuevo coronavirus, Merkel es considerada como “la líder que sabe explicar la situación a la gente con claridad”.
El pasado mes de marzo, el diario New Zealand Herald titulaba: “La líder alemana brilla incluso en el ocaso de su poder”.La publicación consideraba a Merkel y Alemania como “ganadores” dentro de la crisis y su estrategia en la lucha contra la pandemia como “un modelo a seguir”.
En Latinoamérica, una nota de opinión publicada esta semana en el diario Clarín, el más leído de Argentina, es una especie de canto de alabanza hacia la canciller, que también dice mucho de los políticos de aquella región. El comentarista, Ricardo Roa, describe a Merkel, de 65 años, doctorada en Física, hija de un pastor luterano y de una profesora de latín, crecida en el este de Alemania, como una mujer que se comporta “como una persona normal”, tras 15 años al frente de una gran potencia.
Y para rematar su mandato, la crisis del coronavirus. Para Roa, “Merkel no es de los políticos que se salvan, sino de los muy pocos que lideran”.”Comunica con rigor científico. Transmite tranquilidad. Desarma histerias”, prosigue el comentarista argentino, quien utiliza a continuación la palabra “merkelina”, concepto que define como “un remedio que no se ve, pero que, si se mira bien se nota, y que consiste en esa sobriedad y firmeza para conducir tratando de resolver los problemas y no tratando de sacarle ventajas políticas a los problemas”.Y sentencia el comentarista argentino: “Una líder de verdad”.
“Sentimentalidad atípica”
Este tipo de alabanza demuestra que el tipo de liderazgo que ejerce Merkel se ha convertido en un bien escaso a nivel internacional. Y eso es algo que se aplica también para Estados Unidos y Reino Unido. Quien últimamente lea TheAtlantic,Forbes o el New YorkTimes, se tropezará con alabanzas hacia Merkel que llevan críticas implícitas a Trump: “Desde hace semanas, la jefe de Gobierno alemana emplea su racionalidad característica, que va emparejada con una atípica sentimentalidad”, dice un artículo de The Atlantic.
Mientras tanto, el tema en Alemania es la era post-Merkel. Hace poco se cumplieron 20 años desde que Merkel asumiera la presidencia del partido CDU. Pero nadie se acordó de eso. Debido a la crisis del nuevo coronavirus, la más reciente encuesta de la cadena ARD reflejaba que la canciller obtiene el nivel más elevado de satisfacción entre la población desde 2017.
Merkel sin tapabocas
En todas estas semanas que llevamos de pandemia, Merkel no ha aparecido ni una sola vez públicamente llevando tapabocas. Ella es, sencillamente, Merkel, y tal vez nunca en ninguno de sus mandatos fue tan científica como política. La mirada analítica es la predominante, con referencias a constataciones, pruebas y suposiciones. Si la crisis del coronavirus no se hubiera producido, el sábado (25.04.2020) se hubiera votado un candidato masculino para suceder a Annegret Kramp-Karrenbauer, a su vez sucesora de Merkel, en la cúspide del partido CDU. Pero eso no va a ocurrir. La presidencia de la CDU se decidirá en diciembre. Y el 1 de julio, Merkel asume como canciller un nuevo mandato: la presidencia rotatoria del Consejo de la UE. Hace un año, no pocos políticos de la CDU especulaban con que Merkel ya no se ocuparía de esa nueva tarea en Europa, sino que sería relevada antes.
¿Quién puede suceder a Merkel?
A pesar de la actual euforia alrededor de la canciller, muchos miran hacia adelante. Para el número más reciente del Sunday Times, la crisis del coronavirus no es cosa de Merkel, sino del “káiser” Markus Söder, ministro presidente de Baviera, que pertenece a la CSU, el partido conservador bávaro, socio de la CDU. La foto muestra a la canciller junto a Söder acompañada por el titular“El káiser del coronavirus se adelanta en la carrera para suceder a Angela Merkel”.
Amichai Stein, desde Tel Aviv, menciona como el gran talento de Merkel su capacidad para explicar a la gente “la situación de forma clara y entendible”. “La otra razón para la atención internacional que recibe es que no se sabe quién puede sucederla…”, dice Stein. La cuestión quedará todavía un tiempo abierta.