Luciana Lago contó en la 99.9 su historia donde sufrió la violencia de género ejercida por su marido, un funcionario policial. “Hice más de 35 denuncias, pero a él lo ascendieron en la fuerza”, indicó. Además de reclamar por justicia, pidió que las leyes se amolden a este tipo de problemática.
La violencia de género es uno de los problemas graves que afronta la sociedad argentina y muchas veces se encuentra invisibilizado porque la justicia tiene pocas herramientas para actuar. Eso le sucede a Luciana Lago, vecina de la ciudad que contó su caso en la 99.9: “tengo 34 años y soy profesora en Ciencias Políticas. Estoy en la docencia actualmente”, se presentó inicialmente.
Después de tener que abandonar su casa, se decidió a hablar y contar lo que le sucedía: “me animé a hablar en la marcha #NiUnaMenos y me ayudó la mamá de Natalia Melman. Al otro día mi marido me quiso denunciar por calumnias e injurias”.
La historia comenzó hace cinco años y en el medio han pasado una enorme cantidad de denuncias que no han dado su efecto: “me separé por violencia de género. Huí de mi casa con mi hijo de dos años, mi marido que es funcionario policial utilizó los recursos de la fuerza para ir en mi contra. Hice más de 35 denuncias, pero a él lo ascendieron en la fuerza”, comentó.
Incluso señaló que fue denunciado por corrupción en Mar Chiquita y debió ser trasladado: “hay gente de Mar Chiquita que lo ha escrachado públicamente. Han puesto su nombre y el del intendente como corruptos y delincuentes”.
La justicia todavía no ha actuado porque es difícil cuando no se cuentan con las herramientas necesarias. “El código penal no nos contempla, estamos a la deriva con esto. Todo lo que hizo hasta ahora no tiene una figura por la cuál lo puedan detener. Vive en la casa que era nuestra actualmente”, dijo Luciana. Luego agregó: “el estado no hace nada, no les interesa. No hay una condena para los maltratadores”.
Siempre en el contexto correcto, aparecen personas que ayudan a la causa y eso también le pasó a Lago: “mi vida hoy es buscar evidencia y contratar psicólogos; es ir a terapia y vivir pendiente de lo que va a hacer. Una fiscal me dio la oportunidad de llevarlo a juicio penal, me pidieron 30 testigos y los conseguí, pero están prestando declaración 17”. Está ilusionada con que esta propuesta llegue a buen término, pero mientras tanto ella y su hijo deben seguir atravesando un calvario: “ahora lo tengo que llevar a mi hijo a un psicólogo infantil para demostrar que todo lo que él hizo en estos cinco años, que incluyen golpes a mi hijo, lo está sufriendo también. Tengo que demostrar que no debe haber una revinculación”.
Lejos de su carrera profesional, tiene en su cabeza sólo esta cuestión violenta que le tocó vivir y de la cuál no se puede despegar: “terminé mi libro, estoy buscando editorial para publicarlo. Tengo que estar dictando clases y cursos, no haciendo esto”. Por último, Luciana señaló que “sigo porque soy perseverante, pero en el medio hay un chico de 7 años. Quiero vivir tranquila, no tener que pasar por todo esto. Tengo angustia, será difícil enfrentarlo en un juicio”.