Un fuerte tiroteo que se registró en la mañana de este viernes en la gigantesca favela, más grave que los que obligaron a la policía a ocupar la barriada desde el domingo
Unos mil miembros del Ejército cercaron la Rocinha, la mayor favela de Río de Janeiro, en un día de caos provocado por los tiroteos en al menos seis barriadas, el cierre de escuelas y hospitales, y el bloqueo de calles, entre ellas la principal vía que conduce al festival Rock in Río.
El envío de las Fuerzas Armadas a una favela ubicada en un punto estratégico de Río de Janeiro y en la que viven 60.000 personas fue autorizado por el presidente brasileño, Michel Temer, como respuesta a los conflictos que se registran desde el domingo en esta barriada, que es objeto de disputa por bandas rivales de narcotraficantes.
Los militares, apoyados por diez blindados, llegaron a los accesos de la Rocinha hacia las 15.45 hora local (18.45 GMT) y cerca de media después comenzaron a desplegarse por las calles de la favela para dirigirse hacia los bosques que rodean la comunidad y en donde se esconden los pistoleros que intentan expulsar al grupo que actualmente controla el tráfico de drogas en la región.
La Rocinha, con una vista privilegiada sobre las playas más turísticas de Río de Janeiro, está ubicada en un cerro que divide los lujosos barrios de Sao Conrado y Gavea, y sobre la única avenida que comunica las zonas sur y la oeste de la ciudad, por lo que es estratégica tanto para los narcotraficantes como para el tránsito.
Un fuerte tiroteo que se registró en la mañana de este viernes en la gigantesca favela, más grave que los que obligaron a la policía a ocupar la barriada desde el domingo, hizo con que las autoridades bloquearan por cerca de cinco horas la llamada autopista Lagoa-Barra, lo que provocó un gigantesco embotellamiento en varias calles de la ciudad.
Como la autopista bloqueada es la principal usada por quienes se dirigen en autobuses al Rock in Río, el mayor festival musical de América Latina y que hoy abrió sus puertas para la quinta de sus siete jornadas de este año, la organización tuvo que divulgar un comunicado para aclarar que mantendría la programación y para pedirle a las 100.000 personas que compraron entradas para este noche que utilizaran el metro, cuya operación no fue perjudicada.
El conflicto en la Rocinha, en donde hoy una persona sufrió heridas de bala tras las cuatro muertes registradas entre el domingo y el lunes, se agravó con el ataque incendiario a un autobús que pasaba por la favela.
Pero como las bandas que se enfrentar por el control del tráfico de drogas en la barriada también disputan otros puntos, los tiroteos se extendieron a otras cinco favelas en las zonas norte y oeste de Río de Janeiro, lo que igualmente provocó movilización de policías, cierre de vías y enormes embotellamientos.
Varias escuelas y hospitales públicos en las favelas que registraron tiroteos suspendieron las actividades y dejaron a miles de alumnos sin clases, en tanto que los comerciantes de las barriadas y áreas vecinas también decidieron cerrar sus puertas.
El gobernador de Río de Janeiro, Luiz Fernando Pezao, que solicitó la intervención militar, afirmó que el Ejército ayudará a los policías que intentan expulsar a los narcotraficantes y que las operaciones continuarán hasta que la situación esté controlada.
“No vamos a retroceder dentro de la Rocinha. Es el quinto día de operaciones. Ayer descubrimos una gran cantidad de armas y drogas. Estamos avanzando y estamos seguros de que la repercusión que tuvo esta operación en otras áreas de la ciudad es una reacción a los resultados que estamos alcanzando”, afirmó el gobernador.
El ministro de Defensa, Raul Jungmann, afirmó que la función de las Fuerzas Armadas es ofrecer apoyo y rodear la barriada para “liberar a la policía para que pueda subir (al cerro en el que está la favela) y continuar el enfrentamiento de los criminales”.
Agregó que los militares desplegados hoy en la Rocinha forman parte de los 10.000 que el Gobierno autorizó en julio pasado a participar en operaciones de seguridad pública en Río de Janeiro para reforzar la vigilancia en la ciudad.
En lo que va de año, según asociaciones de la sociedad civil, en todo el estado de Río se han registrado unas 4.000 muertes en actos de violencia, entre ellas el asesinato de 103 policías.
Otras 630 personas han perdido la vida por las llamadas balas perdidas, que surgen de los recurrentes tiroteos que se registran en la ciudad entre policías y delincuentes.
El estado de Río de Janeiro afronta actualmente una de las mayores crisis económicas de su historia, después de que en junio del año pasado, poco antes de organizar los Juegos Olímpicos de 2016, se declarara en estado de “calamidad financiera” (quiebra).
La crisis ha provocado una menor presencia policial en las calles, un empobrecimiento general de la población y la puesta en marcha de un duro plan de recortes en el gasto público.