Misterio y dolor por los inmigrantes chinos

Ya han pasado varios días del incendio en un galpón de una pequeña fábrica textil de Prato, Italia, donde murieron siete obreros, todos ellos, chinos. Hay cuatro en terapia intensiva, con quemaduras de distinta gravedad. Pero aún se desconocen sus datos, muchos de ellos ilegales que trabajaban 24 horas, los siete días de la semana.

incendio en fabrica textil en ItaliaEn la China Town de Prato, que cuenta con 4800 empresas, más de 3000 de ellas dedicadas al textil, no se dice nada. Muchos son inmigrantes ilegales, aunque el pasado martes hicieron una marcha nocturna para llorar por sus compañeros. Los italianos que alquilan los galpones, que no tienen condiciones ideales de vivienda, las empresas o comerciantes que compran estos productos o subproductos mucho más baratos que los hechos por trabajadores italianos y el Estado que no interviene para evitar tales situaciones, son algunas de las causas que generan este silencio.

Prato, en el centro de Italia, a 18 kilómetros de Florencia, es la cuna de la industria textil desde el siglo XVIII y de la moda italiana actual. Allí están los que hacen ojales, los que hacen botones, los que cortan y cosen confecciones baratas, los que cortan y cosen confecciones que luego tendrán una etiqueta famosa. Muchos de esos trabajadores son chinos, que trabajan 24 horas, los siete días de la semana.

Muchos de ellos son ilegales que entraron al país traídos por traficantes de seres humanos, no hablan italiano ni inglés ni ninguna otra lengua. Están acostumbrados a trabajar siempre y aquí están obligados para pagar al traficante los 12.000 a 18.000 euros que les cobró para traerlos al país y recuperar así el propio pasaporte. Son como una especie de fantasmas que ni siquiera pueden reconocer a sus explotadores ni a sus compañeros muertos.

La policía logró conseguir los datos de una de las víctimas, una mujer cuyo marido la reconoció por una cadenita que llevaba puesta. Ella era legal y hacía muy poco que había llegado a Italia. Pero los demás, aún no han podido ser reconocidos. Según las investigaciones muchos de los obreros dormían en un entrepiso construido en el galpón y allí tenían una cocinita que probablemente haya quedado encendida toda la noche. No tenían un extinguidor de emergencia y muchas de las ventanas estaban cerradas con rejas. No había ninguna puerta de emergencia ni protección antiincendio.

Hasta el momento, sólo hay cuatro personas sospechosas e investigadas por la Justicia, todas chinas, una de ellas la titular de la fábrica, Teresa Moda, de la que se ha perdido el rastro.

Lo que llama la atención, es que algunas autoridades parecen sorprendidas. “Una tragedia como la de Prato no puede y no debe repetirse en un país como el nuestro donde la tutela de los trabajadores y su integridad física y moral está escrita en la Constitución”, dijo el ministro del Trabajo Enrico Giovannini al informar ante la Cámara de Diputados sobre lo que había sucedido. “Aquí estamos hablando de explotación y de tráfico de seres humanos. Tenemos que dar a esas personas la posibilidad de denunciar su situación”, dijo por su parte la ministra de la Integración, Cecile Kyenge, ella misma inmigrante africana luego nacionalizada. El Presidente de la República, Giorgio Napolitano, escribió una carta a las autoridades de la región Toscana pidiendo un examen exhaustivo de la situación de las empresas de Prato a fin de que se respeten las leyes y se proteja a los trabajadores.