Modifican el ADN de los ajolotes y descubren que la clave para regenerar extremidades está en un fármaco contra el acné

Estos animales tienen la capacidad de reconstruir sus patas perdidas. El equipo investigador ha descubierto que una sustancia derivada de la vitamina A juega un papel esencial.

Un medicamento utilizado para tratar el acné podría ser la pieza clave para desbloquear la capacidad de regenerar extremidades en humanos. Así lo señala un estudio científico publicado en Nature que ha analizado el comportamiento regenerativo de los ajolotes (Ambystoma mexicanum), unos anfibios mexicanos reconocidos por su asombrosa capacidad para reconstruir sus patas con total precisión anatómica.

El trabajo ha sido liderado por James Monaghan, investigador de la Northeastern University, y ha identificado un elemento crucial en este proceso: el ácido retinoico, una sustancia derivada de la vitamina A y presente en tratamientos dermatológicos como la isotretinoína, recetado asiduamente con nombres como Accutane o similares. Según los investigadores, este compuesto actúa como un sistema de señalización que guía la formación correcta de cada parte de la extremidad.

Durante el estudio, los científicos utilizaron ajolotes modificados genéticamente capaces de emitir fluorescencia en respuesta a determinadas proteínas. Gracias a ello, pudieron observar cómo varía la concentración de ácido retinoico durante la regeneración. Descubrieron que niveles altos inducen el crecimiento de estructuras proximales, como el fémur, mientras que concentraciones más bajas desencadenan la formación del pie y los dedos.

Además, detectaron que una enzima llamada CYP26b1 es la encargada de controlar los niveles de ácido retinoico en el tejido. Su activación reduce la presencia de esta sustancia, facilitando el desarrollo de las regiones distales. Una desregulación de esta vía puede provocar malformaciones, como articulaciones repetidas o miembros desproporcionados.

Avances en la comprensión de la regeneración
Los investigadores han señalado que, además de la enzima, al menos tres genes adicionales implicados en la formación de hueso y el mapeo espacial de las extremidades se ven afectados por el ácido retinoico de la isotretinoína. De esta forma, la molécula actúa como un controlador maestro de la arquitectura del miembro regenerado.

«Descubrimos que se trata esencialmente de una sola enzima llamada CYP26b1, que regula la cantidad de tejido que se regenera», explicó Monaghan. Además, otro de los aspectos más prometedores de este descubrimiento es que la mayoría de los genes involucrados en la regeneración de los ajolotes también están presentes en el genoma humano.

La diferencia radica en la activación de estos genes tras una lesión, un proceso que los anfibios dominan con notable eficacia. Para Monaghan, inducir una respuesta similar en humanos no requeriría modificar miles de genes, sino lograr que ciertas células adultas adopten un estado embrionario. «Podría tratarse simplemente de desencadenar la reprogramación celular adecuada», afirmó el investigador.