La Dra, especialista en nutrición, habló en la 99.9 sobre la instalación de un “miedo a la comida” que tiene como inicio la aplicación de términos como “ultraprocesado”.
La alimentación también pasó a ser un tema donde la ideología ha metido la cola y se suele desinformar más de lo que se informa. La Dra. Mónica Katz especialista en nutrición habló en la 99.9 teniendo como disparador lo que se denomina como alimentos ultraprocesados.
“Estamos en un momento de la comunicación en el que la palabra fuerte pesa más que el dato duro o científico”, dijo primeramente. Luego explicó que “el término primero surgió de un famoso cocinero francés Michael Pollan que no es nada loco, y hace unos cuantos años creó en el libro “El dilema del omnívoro” la frase “alimentos altamente procesados”. Luego lo toma un señor que si lo ven, su aspecto y la forma de hablar, se dan cuenta que por lo menos no tiene todo el equilibrio emocional que habría que tener sin hacer diagnóstico. Se llama Monteiro que sería presidente de Brasil si lo dejan, porque es carismático, sincericida y metió la palabra altamente procesados. Él metió eso porque estamos en la posverdad, lo pudo meter porque a la gente le importa un corno la ciencia y el dato duro; le importa lo que otro dice, la experiencia, lo emocional, y si pegas emocionalmente la gente te lo cree, porque le encanta creer eso”.
Todo ese discurso empezó a creer y termina hoy con un problema serio que se traslada a la vida cotidiana: “nos metieron miedo a los alimentos a tal punto que hay parejitas jóvenes, vienen al consultorio como me pasó hace poco con un caso de una chiquita que no crecía. El problema eran los papás, no la nena. Una nena de un año, chiquitita, que no crecía en una familia clase media porque ellos no le ponían a una bebita una gota de sal. No había sal en la casa, no entraba el azúcar, no entraban los condimentos, no entraba el queso rallado, porque es altamente procesado. Apenas empezaron a poner condimentos a las cosas, la nena empezó a comer, le gustó y creció”.
Para la Dra. Katz es clave lo que se dice públicamente porque directamente impacta en la forma de alimentarse de la sociedad: “cuando estamos hablando de salud en un medio público, estamos interviniendo en la gestión de la salud pública porque la gente lo toma, entonces es peligroso. Es bueno aclararle a la gente que primero están los alimentos naturales, luego están los mínimamente procesados; después se llama procesado a lo procesado como un queso o un pan. Esa es la clasificación. La clasificación de este señor la tomó Latinoamérica, solamente Latinoamérica, no hay país de Europa, ni de Norteamérica, ni de Asia, ni de Oceanía que la haya tomado. Eso lo usamos para nuestro etiquetado frontal, los octógonos, no lo quiso tomar ningún continente ni país excepto en Latinoamérica. Me parece que hay que empezar a llamar las cosas por su nombre”.
Ahí es donde la ideología para la especialista, pesó más que la ciencia: “lo que se pasó en Argentina y Latinoamérica es que se mezcló ideología con ciencia. La ideología siempre mata la ciencia. Cuando predomina en funcionarios públicos que son decisores de políticas públicas sanitarias, la ideología más que la ciencia, estamos en problemas. Esto sigue pasando hoy, no se llama al experto, a la sociedad científica para generar documentos, por ejemplo de alimentación”.
Todas estas inquietudes las presentó ante los dirigentes del país en distintas ocasiones y otra vez, la respuesta fue ideológica: “desde la Sociedad Argentina de Nutrición propuse en la reunión de la ley de etiquetado, que pongan QR en todo, pongan etiqueta en la panadería de la esquina, en la pizzería, para que todo se informe. Porque si yo quiero cambiar la salud de la gente, tengo que informarle de todo. Me dijeron que yo pienso en los ricos, que los pobres no pueden leer un QR. El teléfono celular permite escanear un QR muy sencillo sin pagar nada”.
Lo mismo le sucedió cuando intervino en la denominada “Mesa del Hambre”: “nosotros propusimos ahí que la tarjeta Alimentar solo permita comprar carne, pan, fideo, arroz, leche, queso, huevo, fruto y verdura, pescado, atún en lata, caballa y nos dijeron lo mismo; que estamos estigmatizando al pobre. Usted doctora, que es rica, puede comprar lo que quiere y por qué el señor pobre no puede ir con la tarjeta a comprar lo que quiere”.
Así es muy difícil poner racionalidad al sistema. De todas maneras, para Katz hay un elemento que podría servir como política pública: “en la Argentina no hay un Instituto Nacional de la Nutrición, como quiere mi amigo Alberto Cormillot. En la época de los militares lo sacaron y eso permitía que pasen gobiernos y las leyes de la nutrición, las políticas alimentarias seguían. No depende lo más importante y esencial del político actual, de la ideología del gobierno actual. Lo segundo es que en general, muchas veces dentro de los ministerios, por lo menos de salud, hay técnicos, pero no saben de todo y se consulta poco al externo, no se consulta todo el tiempo a los expertos de las distintas sociedades científicas”.