Asi lo han confirmado los servicios penitenciarios después de que fuese trasladado en diciembre a una prisión en el Ártico.
El opositor ruso Alexéi Navalni ha muerto en prisión. Este mismo jueves, el Tribunal de Basmanni de Moscú dictó una medida de prisión preventiva para la abogada del destacado opositor, Olga Mijailova, a quien la Justicia rusa acusa de participar en una organización extremista, razón por la que su cliente cumplía una condena de casi 20 años de cárcel.
Navalni, de 47 años, fue condenado, entre otras cosas, por extremismo; aunque él siempre ha negado la acusación. Su movimiento político fue prohibido y sus colaboradores más cercanos fueron encarcelados o huyeron al extranjero. A nivel internacional, Navalni, que sobrevivió por poco a un intento de asesinato con el agente nervioso Novichok en 2020, fue clasificado como preso político.
De bloguero a abogado anticorrupción, de organizador de las mayores protestas desde la caída de la URSS a aspirante al Kremlin, Navalni se ganó a pulso en diez años de actividad política la vitola de enemigo público número uno del presidente ruso, Vladimir Putin.
Era el opositor con más gancho electoral, pero tras ser víctima de un intento de asesinato a manos del Servicio Federal de Seguridad (FSB, antiguo KGB) se convirtió en una celebridad en en el exterior.
El opositor ruso desapareció el pasado diciembre para reaparecer días después, en perfecto estado de salud, tras dos semanas de incertidumbre sobre su paradero y 618 reclamaciones tramitadas por sus allegados. El disidente más famoso de la Rusia actual se asomó a las redes sociales emulando a Papá Noél y afirmando que había sido trasladado a un nuevo centro penitenciario en un viaje que ha durado 20 días. «No digo ‘Ho-ho-ho’, pero sí digo ‘Oh-oh-oh’ cuando miro por la ventana, donde puedo ver una noche, luego la tarde y luego la noche de nuevo». Cansado después del largo viaje, Navalny ha querido tranquilizar a sus seguidores. «De todos modos, no os preocupéis por mí. Estoy bien. Estoy aliviado de haber llegado por fin», añadió el político caído en desgracia tras enfrentarse al presidente ruso, Vladimir Putin.
A través de su perfil en X, Navalni informó de que llegó a su nuevo lugar de confinamiento, en la colonia penal del Ártico el sábado y el lunes pudo recibir la visita de su abogado. «No esperaba que nadie me encontrara aquí antes de mediados de enero», confesaba. «Por eso me sorprendió cuando abrieron ayer la puerta de la celda y me dijeron: ‘un abogado ha venido a verme’». Navalni, cuya condena fue extendida en agosto durante 19 años más, al ser considerado culpable de los cargos que pesaban sobre él por extremismo, ha pasado así a un régimen penitenciario especial, más duro, que suele aplicarse a presos de extrema peligrosidad.
Su anterior «hogar», el centro penitenciario situado en la región de Vladimir, a 235 kilómetros al este de Moscú, donde Navalni fue encarcelado poco después de su detención en 2021 ya es historia. El nuevo entorno del opositor es la colonia penitenciaria IK-3, también conocida como «La prisión del lobo polar». Un centro famoso por su férreo régimen y por encontrarse en los confines del Círculo Polar Ártico, más concretamente en la ciudad de Jarp, en el distrito autónomo de Yamal-Nenets, a unos 2.000 kilómetros al noreste de Moscú. Esta colonia fue reabierta en 1961, después de haberse utilizado en la época de Stalin como campo de trabajos forzados. Un gulag como el descrito por el escritor y disidente soviético Alexandr Solzhenitsyn. en su obra cumbre. Allí estuvo Platon Lebedev, socio comercial del magnate Mijail Jodorkovski, actualmente en el Reino Unido y una de las voces más críticas con el presidente ruso.
Los seguidores de Navalni temían que el político pudiesen pasar allí el resto de su condena, que todavía no era definitiva. La Fiscalía del distrito autónomo de Yamal-Nenets informó, al menos dos veces desde el año pasado, de irregularidades en esa colonia, como el incumplimiento de las leyes de protección laboral, la regulación de seguridad contra incendios y la normativa sanitaria. El traslado del opositor puede entenderse como una reacción del Kremlin a la campaña de la Fundación Anticorrupción, creada por el disidente encarcelado, para desacreditar a Putin de cara a las presidenciales de marzo en las que, con toda seguridad, el líder ruso saldrá reelegido con una amplia ventaja.