Siete departamentos franceses están en alerta ante la persistencia de las lluvias, en especial en la región parisina, donde más de 3.000 personas han sido evacuadas en localidades como Nemours.
Las lluvias torrenciales e inundaciones que han causado graves daños en Alemania, la República Checa y Hungría, entre otros países de Europa del Este, tienen en Francia un carácter catastrófico, coincidiendo con la ola de huelgas nacionales. Tanto que al menos diez personas han muerto por las históricas crecidas en Centroeuropa, según ha informado BBC.
El tono de voz de Viktor Orban, en Budapest, es muy semejante al de Hollande, en París. «La masa de agua que está llegando es tan enorme -ha declarado el primer ministro húngaro- que representa una verdadera amenaza para muchas vidas humanas. Con una buena cooperación podremos proteger a todo el mundo».
Casi a la misma hora, en París, el presidente Hollande declaraba: «El próximo consejo de ministros reconocerá el estado de catástrofe natural que está azotando con crueldad a muchas regiones víctimas de las inundaciones».
En Alemania, la Deutsche Welle insiste en la gravedad de las inundaciones «dejando tras sí un reguero de muertos, desolación y graves daños materiales». Grandes y medianas ciudades, como Dresde, Dessau, Leipzig, Magdeburg y Bitterfeld, han sido víctimas de lluvias e inundaciones graves.
En la República Checa, varios sectores industriales sufren de la crisis, forzando a cerrar grandes plantas de productos químicos.
En Francia, las lluvias torrenciales e inundaciones tienen proporciones catastróficas en varias regiones, para tomar en París una dimensión simbólica llamativa: el Museo del Louvre -antigua residencial real- se vio forzado a cerrar muchas dependencias, la tarde del jueves, para evitar que la crecida del Sena no termine inundando varios depósitos de obras maestras.
La crecida del Sena no tiene, por ahora, la dimensión histórica de la legendaria crecida de 1910. Pero los trastornos y crisis no dejan de inquietar. Varias ramas de los trenes de cercanías, entre París y los suburbios, han sido bloqueadas y cortadas, causando trastornos graves a decenas de millares de usuarios. Varias estaciones muy céntricas, como la de Saint-Michel -a quinientos metros de la catedral de Notre Dame- se han visto forzadas a cerrar sus andenes de trenes de cercanías. La circulación por las «vías rápidas» que bordean el Sena han sido cortadas preventivamente en varios tramos.