La ceremonia religiosa discurrió en Ekaterimburgo, en donde el zar Nicolás II y su familia fueron asesinados el 17 de julio de 1918, y la vieja mina de hierro de Gánina Yama, a donde fueron arrojados los cadáveres tras el magnicidio.
Unas 10.000 personas, según la diócesis de Ekaterimburgo de la Iglesia Ortodoxa rusa, participaron la pasada noche en la procesión con motivo del 102 aniversario del fusilamiento de la familia real rusa. El departamento regional del órgano de control Rospotrebnadzor consideró en la víspera «inapropiado» celebrar un evento masivo debido a la amenaza de propagación del coronavirus. El año pasado la procesión reunió a unos 60.000 peregrinos.
La ceremonia religiosa discurrió a través de los 25 kilómetros que separan la iglesia erigida sobre la casa Ipátiev (Ekaterimburgo), en donde el zar Nicolás II y su familia fueron asesinados el 17 de julio de 1918, y la vieja mina de hierro de Gánina Yama, a donde fueron arrojados los cadáveres tras el magnicidio. Allí fue construido, a partir del año 2000, el monasterio en donde esta mañana se celebró la misa conmemorativa. Hubo además una procesión menos numerosa, no llegó al millar de personas, en el convento Sredneuralski, también próximo a la ciudad de Ekaterimburgo.
Tras la revolución de febrero de 1917, Nicolás II tuvo que abdicar y entregar el poder a un gobierno provisional. La revolución bolchevique de ese mismo año, en octubre, acabó definitivamente con el régimen zarista y la dinastía Románov. El monarca y su familia fueron arrestados el 9 de marzo de 1917 y confinados en el palacio de Alejandro en Tsárskoye Seló, en las afueras de San Petersburgo. De allí fueron desterrados a Tobolsk (Siberia occidental) y, el 17 de julio de 1918, en el sótano de la casa del comerciante Ipátiev, en Ekaterimburgo, fueron fusilados.
Nicolás II, la zarina Alejandra, el zarévich Alexéi, sus hermanas las grandes duquesas Olga, Tatiana, María y Anastasia, además del médico de la familia, una doncella y dos criados fueron acribillados por las balas disparadas por un grupo de pistoleros encabezado por Yákov Yurovski, que cumplía, según sus propias memorias, órdenes del Sóviet de los Urales. Los restos mortales de la familia real rusa fueron hallados en julio de 1991. La Iglesia Ortodoxa rusa canonizó años después a todos sus miembros.