Falleció a los 80 años, en su casa, rodeado de su familia, que realizará una ceremonia reservada para hijos y nietos. En los últimos días había sufrido un fallo renal. Fue el primer mandatario de izquierda en la historia de su país.
El ex presidente uruguayo Tabaré Vázquez murió la madrugada de este domingo 6 de diciembre a los 80 años, producto de una recaía por el cáncer pulmonar que lo aquejaba desde el año 2019. El dirigente del Frente Amplio, quién con su victoria rompió en el 2004 la hegemonía de las fuerzas políticas tradicionales del país -el Partido Colorado y el Partido Nacional.
Tras someterse a un tratamiento médico, el 13 de diciembre de 2019 se supo que Vázquez se había recuperado del cáncer, esquivando así lo que parecía un destino fatal: sus dos padres y uno de sus hermanos habían fallecido por la misma enfermedad. En los últimos días, su hijo había informado que se recuperaba de una trombosis, pero sufría un fallo renal que enfrentaba “de buen ánimo”.
“Con profundo dolor comunicamos el fallecimiento de nuestro querido padre Dr. Tabaré Vázquez, a la hora 3:00 por causas naturales de su enfermedad oncológica”, indicó el comunicado divulgado por sus hijos.
La familia informó tras el fallecimiento que no se realizará un velatorio “en virtud de los Protocolos Sanitarios dispuesto por el Gobierno Nacional”, y habrá una ceremonia íntima reservada para sus hijos y nietos. “Exhortamos a la población a acompañarnos estos actos desde sus hogares a través de las cobertura periodística”, añadió el comunicado. El cortejo fúnebre partirá a las 13 y la sepultura se realizará en el Cementerio de La Teja.
Un luchador frontal contra el tabaquismo
Quizás sea por eso que durante su juventud, tras recibirse en la Facultad de Medicina de la Universidad de la República en 1969, eligiera especializarse en oncología y radioterapia, por lo que en 1976 obtuvo una beca otorgada por el gobierno de Francia en el Instituto Gustave Roussy de París, enfocada en el estudio del cáncer.
La tragedia familiar podría incluso explicar la campaña que se convirtió en una insignia de sus dos mandatos como presidente uruguayo (2005-2010 y 2015-2020): la lucha contra el tabaquismo. Desde su llegada a la presidencia en 2005 inició una pelea frontal contra el consumo de tabaco que lo enfrentó en un juicio del que salió airoso con Philips Morris International, una de las multinacionales más poderosas del mundo.
A través del decreto 268/05, cristalizado en la campaña conocida como “un millón de gracias”, Tabaré estableció la prohibición de fumar en todo local cerrado de uso público y toda área laboral, ya sea en la órbita pública o privada. Quienes no cumplieran la norma serían sancionados con una multa que se duplicaría en caso de reincidencia.
A su vez, se prohibió todo tipo de publicidad en los medios de comunicación que incite al consumo de tabaco. La medida también obliga a las empresas tabacaleras a imprimir en las cajillas de cigarrillos fuertes advertencias con imágenes y mensajes impactantes que adviertan los posibles efectos que produce el tabaco en el organismo. Estas imágenes y mensajes deben ocupar un 50% del total del espacio de la cajilla. También se les prohibió a las empresas usar en sus cajillas términos como: “bajo contenido de alquitrán”, light”, “ultralight” o “suaves”.
Así, Uruguay fue el primer país de América en poner en vigencia una medida de este tipo, y el séptimo a nivel mundial.
Una vida cruzada por logros y tropiezos en la política
La vida política de Tabaré contiene una serie de hitos que lo introdujeron para siempre en los libros de historia de su país. Junto con Julio Sanguinetti, fue elegido en elecciones democrática como presidente de Uruguay en dos oportunidades, además de que se convirtió en el primer intendente de izquierda de su país, al ganar los comicios de 1989 en Montevideo, y más tarde, en el 2005, se convirtió finalmente en el primer presidente de izquierda, rompiendo la alternancia de un siglo entre colorados y nacionales en el poder.
Previo a esos logros, sin embargo, sufrió una serie de fracasos. Antes de llegar al máximo cargo político del país, Tabaré sufrió dos derrotas consecutivas que lo podrían haber empujado a desistir, pero no lo hicieron. En 1994, perdió la interna partidaria contra Danilo Astori, y en 1999 fue derrotado nuevamente pero en una segunda vuelta contra una coalición de los partidos mayoritarios.
Además, desde la reinstauración de la democracia en el país oriental en 1985, Vázquez ha compartido la terna de los políticos con mayor popularidad con otros dos frenteamplistas: José Mujica y Danilo Astori.
Con todo, pese a sus tropiezos y a sus logros, durante sus primeros pasos en la política él mismo se definía como un “outsider”. “Me sentí un outsider, ahora no, pero al principio sí. Outsider en la política partidaria y en el ejercicio de un cargo público. En todos los ambientes en que he estado, previo a mi actividad política, jamás me sentí desacomodado, siempre he tenido reconocimiento, respeto profesional. En el ámbito político la cosa cambió, muchas veces me sentí como sapo de otro pozo. Es como si te dijeran los dueños de Uruguay son otros, los que hicieron el Uruguay son otros, vos no tenés nada que ver, no hiciste nada por el país”, escribió en el libro “Tabaré Vázquez. Misterios de un liderazgo que cambió la historia” de Edison Lanza y Ernesto Tulbovitz publicado en el 2004.
En tanto, con una vida ligada al fútbol, en la que llevó al equipo de su barrio, el humilde Progreso, a ser campeón y a competir en copas internacionales, Vázquez no pudo plasmar su liderazgo en la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF), una espina que quedó clavada en sus aspiraciones deportivas en los años 80.
Según detalló en 2015 el escritor Atilio Garrido en declaraciones al diario local El Observador, la razón por la que Vázquez no pudo convertirse en presidente de la AUF en 1987 fue la influencia del entonces mandatario del país, Julio María Sanguinetti, quien ha estado históricamente ligado al Peñarol y habría presionado para que el club cambiara su voto. En esas elecciones, quien resultó electo fue Donato Grieco, del Danubio, quien tuvo una fracasada gestión y renunció antes de terminar su primer año.
Origen en los suburbios y polémicas en su presidencia
Tabaré Ramón Vázquez Rosas nació el 17 de enero de 1940 en el barrio obrero de La Teja, en los suburbios de la ciudad de Montevideo. Durante su juventud, Vázquez y un grupo de amigos fundaron el Club Arbolito, al costado de la Plaza Lafone, del que fue presidente y que se convirtió en puntal para organizar tablados en Carnaval.
Durante su época como estudiante de medicina empezó a militar en el Partido Socialista (PS), una pequeña organización marxista que a principios de los años setenta adquirió una inesperada notoriedad al unirse al Movimiento Nacional de Liberación-Tupamaros, organizador de una guerrilla urbana y ferozmente golpeado por el golpe militar del año 1973. Más tarde, y con la vuelta de la democracia, los ex militantes de varios de esos partidos conformaron el Frente Amplio, con el que Vázquez llegó al poder años más tarde.
En el plano personal, Tabaré Vázquez estuvo casado con María Auxiliadora Delgado hasta su fallecimiento en 2019. La pareja tuvo tres hijos biológicos (Álvaro, Javier e Ignacio) y uno adoptivo (Fabián).
A principios de este año, al dejar la presidencia tras su segundo mandato, varios estudios de opinión lo colocaron con como el líder latinoamericano mejor valorado, sin que durante sus cinco años de gestión su índice de aprobación bajase del 65%.
Años antes, tras su primer mandato, este médico, dirigente del fútbol, apasionado por la pesca e integrante de la masonería, también había logrado terminar su primer gobierno con altos niveles de aprobación y sembró el camino para que José Mujica se convirtiese en su sucesor.
Con él tuvo, durante su presidencia, una serie de roces como consecuencia de la presentación del proyecto de interrupción del embarazo, debido a su fe católica. La iniciativa, presentada por el propio Frente Amplio y aprobada por el Parlamento, fue el único veto presidencial durante su primer período. Uruguay finalmente legalizó la interrupción del embarazo durante la gestión de Mujica, y Vázquez debió aceptar la ley una vez asumido su segundo Gobierno.