El jueves, cuando cumplió 20 años, estaba en coma en el hospital. Mya Thwate Thwate Khaing, empleada de una tienda de comestibles y fallecida este viernes por una herida de bala que recibió en las protestas contra el golpe en Birmania, se convirtió en un símbolo nacional de resistencia.
Es la primera víctima mortal de la represión de los generales birmanos contra los manifestantes antigolpistas.
El ejército birmano tomó el poder el 1 de febrero y detuvo a la exjefa de facto del gobierno civil Aung San Suu Kyi y a otros responsables políticos. Desde entonces, cientos de miles de birmanos han salido a las calles en todo el país, incluso en Naipyidó, la capital administrativa, construida por la junta en el corazón de la selva a unos 350 km al norte de Rangún.
El hospital de Naipyidó donde la joven había sido ingresada confirmó que había fallecido el viernes, después de 10 días en cuidados intensivos.
“Tenemos el corazón roto y no podemos hablar de ello ahora”, dijo su hermano a la AFP, añadiendo que un servicio funerario tendría lugar el domingo.
El True News Information Unit, publicación del ejército birmano, afirmó que las fuerzas de seguridad estaban equipadas únicamente con armas no letales el día en que Mya recibió un disparo en la cabeza. Pero las imágenes difundidas, en particular por la AFP, “contradicen estas afirmaciones”, aseguró el viernes la oenegé Amnistía Internacional en un comunicado, estimando que “la policía de Naipyidó tiene sangre en las manos”.
Mya Thwate Thwate Khaing se convirtió rápidamente en un ícono para los manifestantes que reclaman la liberación de Aung San Suu Kyi, el fin de la dictadura y la derogación de la Constitución de 2008, demasiado favorable al ejército.
Al día siguiente de lo ocurrido, se desplegó una pancarta gigante en un puente de Rangún -capital económica-, que representaba a la joven inconsciente, vestida con una camiseta roja con los colores de la Liga Nacional para la Democracia (LND), el partido de Aung San Suu Kyi.
La ira también está presente en las redes sociales. “Tú eres nuestra heroína”, “Reza por nuestro martirio”, “Este acto de odio debe ser castigado”, se puede leer en Facebook.
Su caso también atrajo la atención de la comunidad internacional. “Pueden disparar a una mujer joven, pero no pueden robar la esperanza y la determinación de un pueblo”, tuiteó el relator especial de la ONU, Tom Andrews.
Su muerte desencadenó una ola de homenajes muy conmovidos en las redes sociales mientras la noticia se difundía.
Un funcionario del hospital declaró que la causa de su muerte sería investigada por un consejo médico.
La identidad del tirador sigue siendo desconocida, pero en Facebook y Twitter, los internautas lanzaron una caza al hombre. Algunos han publicado detalles privados -incluyendo la dirección del domicilio y las direcciones de la empresa familiar- de un hombre que sospechan que es el autor del disparo.
Éste negó las acusaciones y proclamó su inocencia en un mensaje en Facebook.
El uso de la fuerza la semana pasada contribuyó al anuncio de nuevas sanciones estadounidenses contra los generales golpistas.
Birmania, que ya ha vivido casi 50 años bajo el yugo de los militares desde la independencia del país en 1948, está acostumbrada a las sangrientas represiones, como en 1988 (cerca de 3.000 muertos) y en 2007 (varias decenas de víctimas).