El largo ocaso político del primer ministro israelí volverá a pasar por las urnas el 2 de marzo.
Benjamín Netanyahu, el gobernante que más tiempo ha ostentado el poder en Israel, ha vuelto a forzar una convocatoria electoral con tal de no acabar entre rejas. Ehud Olmert, su predecesor en el cargo de primer ministro, ya fue sentenciado a 14 meses por un escándalo de corrupción. El septuagenario líder del Likud afronta ahora hasta 10 años de cárcel si es condenado por soborno, fraude y abuso de poder en los tres casos en los que ha sido imputado por el fiscal general.
El largo ocaso de su dilatada carrera política volverá a pasar por las urnas el 2 de marzo por tercera vez en menos de un año. Para ponerse a salvo, adelantó a abril la convocatoria de las legislativas, que se repitieron en septiembre con el mismo resultado de bloqueo entre los partidos.
“Ya solo trata de ganar unos pocos meses más en el poder para negociar un acuerdo con la fiscalía”, sostenía ayer el columnista Ben Caspit en las páginas de Maariv. “Pero sus perspectivas no son particularmente buenas”.
Como primer ministro en funciones, puede permanecer en el cargo hasta la constitución del nuevo Ejecutivo, que puede demorarse hasta junio. Mientras, no tiene la obligación legal de dimitir, pese a haber sido inculpado por corrupción, hasta que no se dicte sentencia firme en su contra.
La maquinaria de la justicia no se ha detenido a causa de la nueva convocatoria electoral. Netanyahu ha tenido que renunciar a las cuatro carteras —Sanidad, Bienestar Social, Agricultura y Asuntos de la Diáspora Judía— que acumulaba el puesto de jefe de Gobierno. A requerimiento del Tribunal Supremo tras una petición de la ONG Movimiento por la Calidad del Gobierno, sus abogados anunciaron que la dimisión de los cargos ministeriales se hará efectiva el 1 de enero.
“No debemos perder la fe en la democracia. Rezo para que las próximas elecciones sean las últimas en al menos otros cuatro años y para que la brecha abierta por esta crisis no se agrande aún más”, declaró el presidente de Israel, Reuven Rivlin, figura conciliadora sin poder real de mediación e ignorado por los partidos.
Sin un Ejecutivo plenamente efectivo desde hace un año y sometido a una campaña electoral permanente, el Estado de Israel atraviesa la mayor crisis de gobernabilidad en sus 72 años de historia. Los ciudadanos y la prensa miran cada vez con mayor desafección a su clase política, incapaz de cerrar los tradicionales acuerdos de coalición derivados de la fragmentación de la Kneset (Parlamento). “¡Vergüenza!”, titulaba ayer a toda plana Yedioth Ahronoth, el diario hebreo más vendido, sobre las imágenes de Netanyahu, del líder opositor Benny Gantz y del exministro de Defensa Avigdor Lieberman, quien se ha negado a pactar con ninguno de los dos anteriores.
La misma situación de bloqueo
“Los pronósticos de los sondeos electorales no son nada complacientes para Netanyahu”, destaca el analista político Daniel Kupervaser. “En el mejor de los casos, se encontraría con la misma situación de bloqueo surgida en las legislativas de septiembre, pero algunos sondeos ya apuntan la posibilidad de que Gantz puede ser elegido primer ministro al frente del bloque de centroizquierda”, advierte Kupervaser. “Sin mayoría absoluta, sin un futuro que le garantice inmunidad, se puede afirmar que ya se ha iniciado el ocaso de la era de Netanyahu”.
Durante el último decenio, los procesos electorales en Israel han sido plebiscitos sobre la permanencia en el poder del líder del Likud, quien encadenó tres victorias consecutivas en las urnas desde 2009 antes de estrellarse contra el persistente bloqueo en los dos comicios de este año. “Más que nunca, las legislativas de marzo de 2020 serán un referéndum sobre Bibi [apodo familiar de Netanyahu]”, sostenía en su análisis electoral el comentarista de Haaretz Yossi Verter. “A fin de cuentas, la espiral suicida que ha paralizado el sistema político israelí desde hace un año obedece sobre todo a su voluntad de evadir la acción de la justicia”, remacha este analista.
El primer ministro tendrá que enfrentarse dentro de dos semanas a su primer gran obstáculo en las primarias internas del conservador Likud. Una corriente encabezada por el exministro Gideon Saar va a desafiar su liderazgo indiscutido sobre el histórico partido conservador que hace cuatro décadas puso fin a la hegemonía laborista en el Estado judío.