No todos los órganos envejecen al mismo ritmo ni empiezan a hacerlo a la vez. Según este estudio, hay uno que empieza a deteriorarse mucho antes que el resto.

Un importante órgano ha sido identificado como el que muestra un deterioro biológico más acelerado, según un reciente estudio publicado en la revista Cell. Esta investigación ofrece una visión revolucionaria sobre el proceso de envejecimiento humano, al demostrar que no todos los órganos se degradan al mismo ritmo con el paso del tiempo.
El equipo científico responsable del estudio ha trazado un mapa proteómico del envejecimiento que analiza cómo evolucionan las proteínas en distintos tejidos del cuerpo humano durante un periodo de 50 años. A partir de los 30 años, la aorta presenta fluctuaciones moleculares más marcadas que otros órganos, lo que sugiere que este vaso sanguíneo podría ser uno de los primeros en envejecer.
La aorta, epicentro del envejecimiento sistémico
El trabajo, liderado por el profesor Guang-Hui Liu de la Universidad de la Academia China de Ciencias, señala que la aorta no solo sufre un envejecimiento prematuro, sino que también actúa como emisor de señales bioquímicas que afectan a otros órganos. Estas señales se transmiten a través de proteínas específicas, como GAS6, que podrían contribuir a la aceleración del envejecimiento en otras partes del organismo.
“Los vasos sanguíneos no son simples tubos, sino transmisores activos de envejecimiento”, indicó Liu. A través de estas proteínas, la aorta podría advertir al resto del cuerpo del inicio del deterioro y, al mismo tiempo, ofrecer pistas sobre cómo ralentizarlo.
Interacción molecular entre órganos
El descubrimiento cambia el enfoque tradicional sobre el envejecimiento, que solía tratar cada órgano de forma aislada. Ahora, los investigadores proponen considerar cómo se comunican entre sí mediante factores circulantes en la sangre. Este nuevo marco de estudio abre la puerta a identificar órganos clave que actúan como desencadenantes del deterioro generalizado.
Además de la aorta, también se han observado alteraciones tempranas en el bazo y en las glándulas suprarrenales, lo que apunta a un posible vínculo entre el envejecimiento y el desequilibrio hormonal. Estos hallazgos sitúan al sistema endocrino y al sistema vascular en el centro de futuras investigaciones. Los resultados abren nuevas posibilidades para el desarrollo de estrategias terapéuticas dirigidas a ralentizar el envejecimiento desde sus primeras manifestaciones. La identificación de proteínas asociadas al deterioro temprano permite plantear tratamientos orientados a neutralizar sus efectos antes de que se propaguen a otros órganos.